Un futuro incierto espera a los miles de vecinos de las centrales nucleares japonesas de la prefectura de Fukushima dañadas por el terremoto y el posterior tsunami, mientras se preparan para ser evacuados y escapar de la peligrosa contaminación por radioactividad.
El miedo y la rabia causada por la creciente sensación de vulnerabilidad endurecieron la oposición de la población contra la energía nuclear. Cada vez más personas reclaman que se revise la tan mentada seguridad de las políticas y la tecnología detrás de la elección de fuentes alternativas.
Cincuenta y cuatro reactores cubren 30 por ciento del consumo de energía del país. El resto depende del carbón, el petróleo y otras fuentes. Japón carece de recursos y optó por apostar su futuro económico a la opción nuclear. Al no emitir casi nada de dióxido de carbono es una opción atractiva frente al cambio climático.
El alcalde de Futabacho, un poblado cercano a la central nuclear de Fukushima Daichi, señaló que es hora de que la población deje de depender de la planta.
"El desastre mostró que tenemos que revisar nuestra política sobre la central atómica", señaló Katsutaka Idogawa. "Tenemos que desarrollar ideas para tener otra industria que estabilice nuestra economía, declaró al periódico Asahi.
[related_articles]
Pero los 7.000 residentes de Futabacho están relacionados con Fukushima Daichi, son empleados o trabajan en otras operaciones vinculadas a ella. El poblado está ubicado a 10 kilómetros de la zona de exclusión de 20 kilómetros fijada por las autoridades.
El gobierno contó 25.000 personas que abandonaban Fukushima, las que se sumaron a las 350.000 evacuadas de las zonas más afectadas.
Ayako Ooga y su esposo, quienes vivían a unos seis kilómetros de una de las plantas nucleares de Fukushima, se vieron perjudicadas por el desastre.
La pareja abandonó el lugar el 11 de este mes, la noche del terremoto, por temor a la contaminación radiactiva.
"Nuestra casa se dañó, pero siempre nos preocupó la seguridad en relación con la central atómica. Tras el accidente, el futuro es funesto", dijo Ooga a IPS.
La mujer de 38 años coincide con Idogawa porque reflejó los resquemores y recelos de la comunidad que está siendo evacuada.
"Sentí cierto alivio cuando Idogawa explicó que él encabezaría la evacuación pues significó muchísimo para nosotros", señaló. Ooga, quien pertenece a una comunidad agrícola y acababa de construir su casa, se pregunta si algún día podrá visitarla.
El alcalde guiará al primer grupo de 1.500 personas que se asentarán en la prefectura de Saitama, al norte de Tokio. Su decisión allanará el camino para que el resto de la comunidad los siga y vuelvan a empezar su vida como antes hasta que puedan regresar a sus casas.
El proceso de reubicación siempre es doloroso, coinciden varios especialistas, pero más cuando son miles de personas las que deben irse para escapar de la contaminación radiactiva y están en peligro de no poder volver a sus casas en mucho tiempo.
"Es una tragedia", señaló el profesor Toshikata Katada, de la Universidad de Nagoya.
El especialista en desastres ha dedicado décadas a recorrer la región propensa a los terremotos para crear mapas de áreas en peligro y medidas de emergencia.
Katada explicó que los expertos no estaban preparados para lo ocurrido.
"Nuestra preparación mostró cómo el conocimiento se enfrenta con los caprichos de la naturaleza. Esta vez ella ganó", señaló.
Los niveles de radiación son 1.600 veces superiores a lo normal a 20 kilómetros de la central de Fukushima, informó el martes la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
Expertos de la agencia de la Organización de las Naciones Unidas llegaron el viernes a Tokio tras la controversia causada por diferentes lecturas en los niveles de radiación por parte del gobierno y de sus contrapartes extranjeros, lo que llevó a pensar que las autoridades japonesas sembraron el pánico en algunas de las ciudades cuyos supermercados fueron vaciados por la población en una noche.
Otro motivo de preocupación surgió el martes cuando el gobierno anunció los altos niveles de radiactividad detectados en el mar frente a las centrales de Fukushima, lo que hizo temer por la contaminación de los productos marinos de la zona.
La empresa Tokyo Electric Power Company informó el lunes que detectó material radiactivo en muestras de agua de mar con concentraciones 126,7 veces más altas que la permitida.
Los niveles de cesio 137, un material radiactivo que puede permanecer inactivo por más de 30 años, eran 16,5 veces más altos que el límite. Además fueron detectadas huellas de cobalto 58 en muestras de agua de mar recogidas cerca de la planta.
La espinaca y la leche en Fukushima muestran altos niveles de radiactividad y no se pueden consumir.
La situación crítica de Fukushima causa ansiedad donde hay otras centrales nucleares.
La Chubu Electrical Power Company, que opera en la planta de Hamaoka en la localidad de Omaezaki, anunció el martes que conseguiría un generador de emergencia a gasóleo en caso de carecer de energía por el tsunami.
Omaezaki está ubicada a 150 kilómetros al sur de Tokio. La prefectura de Shizuoka, donde se encuentra esa localidad, está identificada como una zona propensa a los terremotos.
La población está preocupada por la situación de Fukushima que sigue fuera de control una semana después del terremoto.
El activista Minoru Ito contó que la gente lo sigue llamando para preguntarle qué hacer ahora. "La tragedia de Fukushima da escalofríos", señaló.