La mayoría de los franceses no se planteaban si los 58 reactores nucleares del país eran lo bastante seguros como para seguir operando varios años más hasta que Japón comenzó a tener problemas en las centrales de Fukushima.
La ciudadanía ignoraba las pruebas manejadas por activistas, quienes, pese a la indiferencia general, siguieron cavando en las inconmensurables complejidades de la burocracia francesa en materia energética para encontrar la verdad sobre la precariedad de las plantas nucleares.
Tras la catástrofe nuclear japonesa, hasta el más estoico de los franceses comenzó a reflexionar sobre la posibilidad de que el país esté al borde del desastre.
No se han hecho encuestas de opinión representativas, pero tras conocerse las explosiones en la central nuclear de la prefectura de Fukushima, una cantidad sustancial de personas consultadas por algunos periódicos dijeron estar a favor de una política menos dependiente de la energía atómica.
La prensa conservadora, a favor las centrales nucleares, reveló el jueves que el año pasado hubo 1.000 accidentes de distinta intensidad en los complejos atómicos del país.
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Los datos oficiales figuran en un informe sobre seguridad en las centrales de Francia que será presentado al parlamento en abril. El documento elaborado por la Agencia de Seguridad Nuclear debía ser confidencial, pero tomó estado público luego de lo ocurrido en Japón tras terremoto de nueve gados en la escala Richter y el posterior tsunami.
Francia es el país europeo con más centrales nucleares en funcionamiento y el que más depende de esa fuente de energía en el mundo.
Los 58 reactores generan 80 por ciento de la electricidad consumida. La densidad de su ubicación es tal que nadie puede estar nunca a más de 300 kilómetros de un reactor.
La gran cantidad de accidentes en las centrales atómicas no son nada nuevo para los activistas franceses. La mitad de las plantas tienen más de 25 años, dijo a IPS el presidente del Observatorio de Energía Nuclear, Stéphane Lhomme.
"La mitad de los reactores están por llegar al final de su vida útil y padecen los problemas de la edad", indicó.
Numerosos reactores sufren, además, de "defectos de diseño", que regularmente causan anomalías técnicas, explicó Lhomme. "Francia estuvo varias veces al borde de un desastre nuclear en los últimos 10 años", aseguró.
Cuando el huracán Martin azotó la sudoccidental costa atlántica de Francia en diciembre de 1999, la planta nuclear de Blayais, cerca de la ciudad de Bordeaux, se inundó de agua de mar y debió permanecer cerrada varios días. "Estuvimos cerca de una catástrofe", recordó Lhomme.
Una grieta en el sistema de enfriamiento de la central de Civaux, en mayo de 1998, ocasionó una gran filtración radioactiva que estuvo varias horas fuera de control. La planta permaneció cerrada 10 meses.
Varias centrales francesas están ubicadas en zonas sísmicas, indicó Lhomme. "El riesgo de un terremoto de la intensidad del de Japón es bajo en Francia, pero nuestras plantas son más frágiles que las de los japoneses", apuntó.
La central más antigua de Francia, en Fessenheim, cerca de la frontera con Alemania y Suiza, está en "una zona de mucha actividad sísmica y cerca de un río". Tuvo numerosos problemas técnicos, la mayoría en sus sistemas de enfriamiento, y debió permanecer cerrada cuando 50 metros cúbicos de gas radioactivo se filtraron a la atmósfera, añadió.
No parece que Francia vaya a disminuir su dependencia en la energía nuclear en el futuro cercano, pese a la amplitud de pruebas sobre los defectos técnicos.
"Todos los partidos políticos defienden esa fuente de energía y están vinculados de una forma u otra al complejo industrial. Francia no tiene otra alternativa", explicó.
No sorprende que el gobierno francés haya tratado de minimizar la dimensión de la crisis japonesa. La explosión en Fukushima "no fue una catástrofe", declaró al principio el ministro de Energía, Eric Besson. Luego se corrigió y dijo que se "había vuelto una pesadilla".
"Es legítimo un debate sobre energía nuclear en Francia, pero no indispensable. Sigo creyendo en su uso con fines civiles", añadió Besson.
La oposición llamó a realizar un referendo sobre el uso de la energía nuclear. Los dirigentes del Partido Verde sugirieron eliminarla en 25 años.
El primer ministro francés François Fillon tildó de "absurda" la conclusión a la que llegaron periódicos y ambientalistas de que "tras el accidente de Fukushima la energía nuclear estaba condenada definitivamente".
El gobierno anunció que controlaría la seguridad de todas las plantas operativas.
La primera medida que Francia puede tomar para reducir su dependencia en la energía nuclear es disminuir el "descuidado consumo eléctrico", sostuvo Lhomme. "Ahorraríamos una gran cantidad si aisláramos mejor las casas y los edificios y dejáramos de calentarlas con electricidad", añadió.
Ochenta por ciento de los hogares franceses usan radiadores eléctricos.
"Es la consecuencia de la connivencia entre el proveedor estatal monopólico Eléctricité de France, y la industria de la construcción, que no instala gas ni otros sistemas de calefacción en las viviendas", explicó Lhomme.
Francia podría abandonar la energía nuclear en 2035 si implementa un política basada en la eficiencia energética, para reducir el consumo innecesario, y en un programa masivo para usar fuentes renovables, en especial la eólica y la solar, según négaWatt, asociación de 350 especialistas.
"En 2035 podríamos cerrar todas las plantas nucleares y sólo depender de generadores geotérmicos e hidroeléctricos de menor escala, grandes parques con turbinas eólicas, estructuras fotovoltaicas y unidades de biomasa, y tener suficiente energía para satisfacer los requerimiento eléctricos del país", dijo a IPS el director de négaWatt, Thierry Salomon.
Francia consumiría en 2050 el doble de electricidad que ahora y podría no necesitar la energía nuclear, según Salomon. "No volveremos a usar velas ni necesitaremos de centrales atómicas", añadió.