Chávez apuesta a la diplomacia en Libia

El ofrecimiento de Hugo Chávez de mediar en la crisis libia es un nuevo intento del presidente venezolano por incursionar en el escenario internacional aunque, para algunos analistas, si apoya al desacreditado Muammar Gadafi se arriesga a «terminar del lado equivocado de la historia».

Si bien la Liga Árabe dijo estar estudiando la propuesta de Chávez, tanto Estados Unidos como Francia se apresuraron a descartar la intervención de un gobernante que ha estado casi solo en su negativa a condenar al líder libio.

Chávez, que supo recibir un premio de derechos humanos otorgado por Gadafi, dijo que sería «hipócrita» de su parte criticar a un hombre al que alguna vez llamó «uno de los mayores líderes de este siglo».

Pero Nikolas Kozloff, autor de varios libros sobre América del Sur, entre ellos «Hugo Chávez: Oil, Politics and the Challenges to the United States» (Hugo Chávez: Petróleo, política y los desafíos para Estados Unidos), dijo a Al Jazeera que cualquier iniciativa de mediación que implique al presidente venezolano estaría comprometida desde el principio.

«Él es un mediador muy sospechoso, porque es pro-Gadafi, así que no creo que sea adecuado», opinó Kozloff.
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Estadista internacional

Charles Jones, experto en asuntos latinoamericanos de la Universidad de Cambridge, dijo que posiblemente Chávez esperara impulsar una imagen de estadista internacional capaz de ofrecer una alternativa a las iniciativas lideradas por Occidente, y no de verse motivado por una simpatía personal hacia Gadafi.

«Cualquier ventaja que Chávez pueda sacar de esto tiene menos que ver con el respaldo a Gadafi que con mostrarse como líder de un grupo que encuentra alguna clase de solución diplomática», señaló.

El ofrecimiento de Chávez también se inspira en una tradición de mediación en América Latina, donde a menudo los estados trabajan de modo colectivo para resolver disputas continentales, dijo Jones.

Por ejemplo, el año pasado Nicaragua y Costa Rica aceptaron la mediación de México y Guatemala en torno a una disputa fronteriza, mientras Chávez fungió como negociador autorizado por el gobierno colombiano para la liberación de rehenes y prisioneros en manos de las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

También ofreció sus oficios en Honduras tras el golpe militar de 2009 contra el entonces presidente Manuel Zelaya.

Miguel Tinker Salas, autor de «The Enduring Legacy: Oil, Culture and Society in Venezuela» (El legado duradero: Petróleo, cultura y sociedad en Venezuela), también planteó que la principal motivación de Chávez era promover a Venezuela como un país con peso diplomático. Y el ofrecimiento de mediación era bienvenido de todos modos.

Una salida honorable

Para Salas, el único escenario en el que Chávez podría emerger con una imagen positiva sería facilitando «el proceso para que Gadafi abandone el país» sacudido por la represión a una rebelión popular que comenzó con manifestaciones democráticas y ahora está al borde de ser una guerra civil.

Sería cuestión de «brindar una salida honorable a Gadafi por alguna vía que reduzca las tensiones y brinde cierta transición. Así podría salir como un mediador con credibilidad internacional, o podría terminar del lado equivocado de la historia», sostuvo.

David Lehmann, director del Centro de Estudios Latinoamericanos en Cambridge, también sugirió que Chávez podría jugar un rol útil entre Gadafi y otros estados árabes, a causa de los estrechos vínculos que tiene con algunas de esas naciones que integran, como Venezuela y Libia, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

«Gadafi fue expulsado de la Liga Árabe, y los sauditas lo desprecian. La mayoría de sus amistades están más al sur, así que la Liga Árabe podría aceptar que alguien intervenga y medie», opinó Lehmann.

Pero Kozloff planteó que la relación de Venezuela con Libia pone de relieve cuestiones más amplias, relativas a la política exterior de Chávez. El país sudamericano ha forjado asociaciones estratégicas de alto perfil con Irán, Rusia y Belarús, en un esfuerzo por crear una alternativa «multipolar» a la supremacía occidental.

Algunos ven una contradicción entre los abusos a los derechos humanos en esos regímenes y el «socialismo del siglo XXI» de Chávez.

«Aunque es comprensible que se quiera construir este mundo multipolar contra el imperialismo occidental, si ese multipolarismo está compuesto por Rusia, China y una serie de regímenes autoritarios, entonces ¿qué utilidad tiene un mundo multipolar?», se preguntó Kozloff.

Chávez también se arriesga a tomar distancia de las revueltas que están convulsionando el mundo árabe, con posibles implicaciones para sus credenciales izquierdistas en su país y en el exterior.

«En vez de expresar solidaridad con esa generación anacrónica (de gobernantes), debería aliarse con el movimiento actual en Egipto y otros lugares», dijo Kozloff.

Si ejerce de mediador en representación de Gadafi, es posible que algunos en América del Sur no lo vean como particularmente progresista, agregó.

Gregory Wilpert, cofundador del sitio web Venezuela Analysis, señaló que hubo un «vigoroso debate» en las filas chavistas en Venezuela sobre los vínculos del gobierno con Libia.

«Un segmento defiende a Gadafi como revolucionario, y otro lo condena y urge al gobierno a hacerlo también», dijo Wilpert.

«Los opositores de Chávez por supuesto intentan sacar la máxima ventaja de sus vínculos con Gadafi, exhibiéndolos como prueba de que el propio Chávez es un autócrata», añadió.

Similitud de personalidad

Otros sugieren que los vínculos entre Gadafi y Chávez se han exagerado. Pese a las «similitudes de estilo» y de personalidad, Charles Jones cree que a Chávez «lo molestaría la total falta de respeto de Gadafi por la constitucionalidad… Chávez pone mucho énfasis en las elecciones y el apoyo público».

Jonathan Di John, experto en temas venezolanos de la Universidad de Londres, cree que las intenciones de Chávez son «mucho más socialdemócratas que las de Gadafi» y puso en duda que su acercamiento a la crisis de Libia lo perjudique en su país.

La legitimidad de Chávez se construyó sobre todo destinando la riqueza petrolera de Venezuela hacia los pobres, opinó.

En definitiva, según Di John, su ofrecimiento de mediación fue una táctica de bajo riesgo de un político que emplea la retórica antiimperialista para promover el perfil de Venezuela, y que puede no haber esperado jamás que su propuesta fuera tomada en serio.

Como de todos modos Estados Unidos y otros países no le tienen demasiada estima, Chávez no tiene mucho que perder, explicó.

«La política interna decidirá lo que ocurra en Libia, y no quién termine mediando. Así que no veo un premio Nobel de la Paz (para Chávez) en el horizonte», dijo Di John.

* Publicado mediante un acuerdo con Al Jazeera.

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