La joven egipcia Asmaa Mahfouz en apenas dos semanas salió del anonimato y sumó tres modos distintos de identificarla. Ahora es conocida como «la mujer que vale por 100 hombres», «líder de la revolución» o «la muchacha que aplastó a Mubarak».
La mujer de 26 años, quien comenzó a participar en política en 2008, es responsable de un llamado hecho en vídeo que avivó la revuelta contra el régimen autocrático del presidente Hosni Mubarak, quien dimitió este viernes.
Mahfouz es una de las representantes de un creciente grupo de mujeres que se apartan de la típica imagen conservadora que se les asigna para ponerse al frente e inspirar las protestas a favor de la democracia que sacuden a varios países árabes.
La joven divulgó un vídeo en el sitio YouTube a mediados de enero en el que urgió a "todos los jóvenes, hombres y mujeres" a dejar sus computadores y salir a las calles de Egipto a protestar por el brutal gobierno corrupto de Mubarak, de 82 años.
"Soy una mujer, voy a salir el 25 de enero y no le temo a la policía", anunció Mahfouz días antes del estallido. "Para los hombres que alardean de dureza, ¿cuáles son los motivos por los que no vendrán con nosotros a protestar?"
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Su mensaje resonó "más allá de los más osados sueños".
El vídeo de cuatro minutos y 30 segundos circuló por Internet entre los activistas, fue compartido por blogs y otros sitios de Internet. Los jóvenes se lo reenviaron a través de sus teléfonos móviles, una herramienta muy usada por los 65 millones de egipcios. Poco después, el gobierno bloqueó las redes de telefonía celular.
"Esperaba que se juntaran unas 10.000 personas como mucho, pero después que la policía se retiró y se desmoronó, me di cuenta que nuestro día de protesta se había convertido en una revolución popular", dijo Mahfouz en una página de la red social Facebook, creada por sus seguidores.
"Mi familia se preocupada y me decían que las mujeres no son lo suficientemente fuertes para ese tipo de enfrentamientos", relató. "Pero ahora están muy orgullosos de mí. Yo sabía que si tenía miedo y todo el mundo tenía miedo, este país estaría definitivamente perdido", apuntó.
Las palabras de Mahfouz resonaron por todo el país y la región.
"Asmaa fue sincera, le salió del corazón", escribió Reem Jalifa, columnista de Alwasat, periódico de Bahrein. "Sus palabras se convirtieron en un tsunami que arrasaba con el despotismo, la tiranía y la injusticia", añadió.
Asmaa Mahfouz es una de las millones de mujeres en el frente de lucha en Egipto y otros países árabes.
Mujeres con palos y barras de metal patrullaban las calles de El Cairo con sus compañeros en los días en que hubo actos vandálicos y saqueos tras el desplome de la policía.
Las madres de varias personas que murieron los primeros días de la movilización se negaron a recibir condolencias y a realizar ceremonias hasta que la revolución logre su principal objetivo de poner fin al régimen de Mubarak.
La madre de Jaled Said, un ciberactivista que murió el año pasado tras una golpiza propinada por oficiales de la policía en Alejandría, se unió a las protestas en la plaza Tahrir y urgió a los manifestantes a que no renunciaran hasta que Mubarak se fuera.
Las mujeres han estado al frente de la revuelta en la plaza Tahrir y otros lugares en una sociedad que las mantiene relegadas. Muchas de ellas se ofrecieron para cachear a otras activistas ante la posibilidad de que el régimen intentara ingresar armas para usarlas contra los manifestantes.
En Túnez, la defensora de derechos humanos y blogger Lina Ben Mehenni fue la primera en alentar a manifestarse a principios de diciembre a través de la red social Tweet y blogs, pese a las amenazas de la policía.
La madre de Mohammad Bouazizi, el joven vendedor ambulante que inmoló dando pie al inicio de la revuelta tunecia a mediados de diciembre, también hizo su parte reclamando un cambio.
Sus lágrimas sinceras y deseos de justicia impulsaron a cientos de miles de tunecinos impacientes que terminaron por expulsar al presidente Zine el Abidine Ben Ali.
En Yemen, otro país sacudido por grandes protestas contra el gobierno, la activista Tawakul Abdel-Salam Karman estuvo al frente de la movilización.
Fue la detención de Karman, de 30 años, por el régimen del presidente Ali Abdullah Saleh que comenzaron las protestas que pusieron en riesgo su estabilidad. Ahora en libertad, la joven sigue siendo una de las mayores críticas del gobierno.
"El mundo árabe se levanta contra las dictaduras", dijo a IPS Magda Adly, del Centro de Rehabilitación de Víctimas de Violencia El Nadim, en El Cairo. "Por eso vemos mujeres, islamistas o no, con velo o sin él, uniéndose y ubicándose en el frente de lo que pasa en la calle. Esa es la verdadera igualdad y nunca volveremos al punto de partida", añadió.