Exportadores de flores de Kenia guardan un prudente optimismo que este año será mejor que 2010, pese a que los precios más bajos por la crisis económica que sigue afectando a su principal mercado, la Unión Europea.
El sector tuvo que hacer frente a varias dificultades el año pasado. En abril hubo mucha ceniza volcánica y en diciembre, el frío hizo que disminuyera la venta de flores en 15 por ciento, respecto de 2009.
Kenia es el principal exportador de flores al mercado europeo y el tercero en el mundo detrás de Holanda y Colombia.
Sesenta y cinco por ciento de la exportación de flores se comercializan a través de subastas holandesas, aunque crecen las ventas directas, según el Consejo de Flores de Kenia.
La institución subrayó que la industria registra un fuerte crecimiento anual en volumen y en valor de las exportaciones, 10.946 toneladas en 1988, comparado con 86.480 en 2006 y 117.713 en 2009. El sector emplea entre 50.000 y 60.000 personas y más de 500.000 de forma indirecta.
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El sector perdió entre 1,5 y dos millones de dólares al día cuando entre 400 y 500 toneladas de flores no pudieron llegar a destino en 2010. Quinientos trabajadores perdieron su empleo, indican estadísticas del Consejo.
"Cuando la capacidad de compra de los consumidores se reduce, ciertamente afecta a la industria", indicó la directora ejecutiva del Consejo, Jane Ngige.
"Los menores ingresos se traducen en una pérdida de ganancia y, por ende, de empleos. Esperemos que no suceda eso", añadió.
La demanda de bienes de lujo, como las flores, disminuyó en Europa con la crisis económica y financiero que comenzó a principios de 2008, lo que de inmediato afectó el precio, que cayó entre 15 y 30 por ciento.
Julius Riungu, de la compañía Timaflor, dijo a IPS que estima que la situación empeorará. La empresa aumentó la superficie cultivada para contrarrestar la posible caída de precios.
En la granja trabajan 1.060 personas, de las cuales 60 por ciento son hombres y 40 por ciento mujeres.
"Si tengo que mandar a los empleados a su casa por la recesión, las flores pueden convertirse en maleza, lo que empeorará la situación", dijo a IPS.
Timaflor capacita a sus trabajadores para que economicen y organicen cooperativas de ahorro.
"Dejé la industria hotelera por las flores", relató Susan Makena, quien comenzó a trabajar en Timaflor en octubre de 2010 en la poda.
"Utilizo el dinero para ayudar a mis familiares que son pobres. También me sirve para pagar la escuela de mis hijos", apuntó, y añadió que el despido sería la "muerte" para ella.
Las calamidades del año anterior en la zona euro fueron una bendición desde el punto de vista de la competitividad, señaló Martin Dyer, gerente de la granja Kisima.
"Tuvimos suerte de poder llevar nuestras flores a Europa a tiempo, pues usamos otras rutas. Los precios aumentaron desde entonces, por los problemas de suministro", explicó.
Con sus rosas de "cabeza grande", Dyer espera capear el temporal de la recesión.
Pero no todos los trabajadores están contentos.
Cecilia Wanjiku, quien tiene cuatro hijos, se queja de que no gana suficiente en Kisima para cubrir todas sus necesidades, pero no tiene más opción porque no hay mucho trabajo.
"Antes que no hacer nada, opté un trabajo zafral en las granjas. El desempleo hace que uno caiga en vicios como robar para vivir", dijo a IPS, durante la hora del almuerzo.
Los empleados trabajan entre cinco y ocho horas al día. Muchas de las mujeres entrevistadas dijeron destinar sus ingresos para la escuela y comprar comida.
Dyer confía en que no será necesario recortar la planilla de trabajadores en Kisima.