España se apresta a conmemorar este miércoles 23 el trigésimo aniversario de un frustrado golpe de Estado, cuyo mayoritario rechazo sirvió para consolidar la entonces incipiente democracia en el país.
A media tarde del 23 de febrero de 1981 un destacamento de la Guardia Civil (policía militarizada), comandado por el teniente coronel Antonio Tejero, ocupó el Congreso de los Diputados, en el que estaban todos los legisladores y el gobierno en pleno. La única autoridad ausente era el rey Juan Carlos I, jefe del Estado.
La sesión estaba convocada para designar un nuevo jefe del Ejecutivo, por la renuncia del centrista Adolfo Suárez, quien gobernaba el país desde 1976 y fue la figura estelar de la transición a la democracia tras la muerte en 1975 del dictador Francisco Franco, en el poder desde 1939.
Tejero entró al hemiciclo del Congreso gritando una y otra vez: "¡Nadie se mueva, todos al suelo!", mientras hacía unos disparos al techo.
El acto era transmitido por radio, así que el rey se enteró de inmediato de la asonada y el secuestro de gobierno y diputados. Poco después el monarca pidió a la pública Televisión Española (TVE), la única que operaba entonces en el país, que enviara un equipo para grabar un mensaje suyo oponiéndose al golpe.
Jesús Picatoste, a quien se encomendó esa tarea, manifestó 30 años después a IPS que aquella asonada, que tardó 18 horas en ser conjurada en forma incruenta, fue decisiva para la firme consolidación desde entonces de la democracia española.
"Ya que no solo las Fuerzas Armadas y la policía respetan plenamente el Estado de Derecho, sino que también otra amenaza que teníamos, la del grupo terrorista ETA, está en su etapa final", en referencia al grupo armado vasco que pretende la independencia de España de Euskadi, en el norte del país. Picatoste y otros testigos presenciales de aquellas horas en el Palacio de la Zarzuela, sede de la Casa Real, contaron a IPS días después del retorno a la normalidad como ocurrieron allí los hechos de lo que la historia conoce como el 23-F, que desmienten dudas sobre la posición de Juan Carlos durante el frustrado golpe.
Entonces, en una versión que cada aniversario vuelve a reflotarse en sectores de la ultraderecha española, diversas fuentes aseguraron que el rey estaba de acuerdo con el golpe. Algunos llegaron a asegurar que lo había impulsado y que esperó a ver como se definía el ataque de Tejero antes de pronunciarse públicamente.
El coronel Amadeo Martínez sostiene en su libro"23-F. El golpe que nunca existió", que se trató de una operación político-militar-"borbónica" (por la dinastía Borbón de Juan Carlos), dirigida por el monarca.
Manuel Prado y Colón de Carvajal (1931-2009), intimo amigo del rey y el único civil ajeno a la Casa y a la familia presente aquel día en la Zarzuela, confió entonces a IPS una versión muy distinta de la actuación del rey desde que se produjo el asalto.
Juan Carlos, dijo, comenzó a llamar por teléfono, uno a uno, a los jefes de las guarniciones militares de todas las regiones de España, dialogando con cada jefe y transmitiéndoles una orden terminante:"Respetar la Constitución y no sacar las tropas a la calle".
También atestiguó Prado, un visitante habitual de la Zarzuela, una de las anécdotas particulares de aquellas horas. Hacía las 11:00 de la noche, el príncipe Felipe, el heredero de la Corona de entonces 13 años, casi se dormía en una butaca y Prado se ofreció para llevarle a la cama.
"La respuesta (de Juan Carlos) fue: déjalo aquí, que esté atento, porque mañana nadie le podrá contar lo que estamos haciendo. ¡Qué razón tenía! Con la cantidad de veces que hemos tenido que oír que el rey retrasó su mensaje a la Nación a la espera de que se definiera el golpe", concluyó.
Picatoste también afirmó entonces como ahora que salió de la sede de TVE hacia las 20:00 horas, logró llegar a La Zarzuela casi una hora después y grabó, en medio de dificultades técnicas, el mensaje en cuanto el rey pudo hacer un intervalo entre llamada y llamada a los cuarteles y al gobierno de emergencia instituido.
Ese gobierno, designado por Juan Carlos en cuanto se produjo la toma del Congreso, estaba constituido por los viceministros y se había instalado en el Hotel Palace, situado frente al Congreso ocupado por los golpistas.
Pasaban cinco minutos del día 24, "más o menos", cuando Picatoste pudo salir de La Zarzuela con el material y regresar a TVE, en lo que demoró otra hora cuatro veces más de lo habitual para el trayecto-, rememoró, porque para evitar una eventual detención por los golpistas optó por utilizar vías secundarias y no la ruta habitual.
El mensaje real pudo finalmente ser emitido poco después de la 1:00 de la madrugada, mientras los representantes legislativos y del gobierno permanecían secuestrados y participantes en la conspiración llegaron a sacar algunas tropas y equipos a las calles, como sucedió en la sudoriental ciudad de Valencia.
En su alocución, el rey comunicó que, "ante la situación creada por los sucesos desarrollados en el palacio del Congreso, y para evitar cualquier posible confusión, confirmo que he ordenado a las autoridades civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor (de las Fuerzas Armadas) que tomen todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente".
Y añadió:"la Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum".
Treinta años después, sí hay un tema aún por aclarar del 23-F: la implicación en el golpe de Estados Unidos, gobernado desde enero de aquel año por el republicano Ronald Reagan.
Santiago Carrillo, entonces diputado y secretario General del Partido Comunista, aseguró después del golpe que "es claro que la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos) y su embajador en España estaban al corriente de los preparativos del 23-F".
Más tarde se supo que el estatal Centro Español Superior de Información de la Defensa informó a la embajada estadounidense sobre los prolegómenos del golpe.
Carrillo, ahora con 96 años, también resaltó en su momento el hecho de que el entonces secretario de Estado (canciller) de Washington, Alexander Haig, en vez de condenar el golpe cuando estaba en desarrollo dijo a los periodistas que era "un asunto interno de España".
Tejero se mantuvo toda la noche del 23 dentro del Congreso, fue liberando a las mujeres y a los periodistas por grupos y se rindió poco antes del mediodía del 24, tras negociar las condiciones con las autoridades.