Durante décadas, las cuentas bancarias y el mercado de bienes raíces en Europa han sido sitios seguros donde dictadores depositaron miles de millones de dólares que robaron en sus respectivos países.
Pero la presión ejercida sobre los bancos privados y los departamentos de justicia europeos por parte de grupos anticorrupción y asociaciones de abogados han por lo menos logrado cambios en uno de los más importantes de esos refugios.
En Suiza, el gobierno acaba de aprobar una ley que flexibiliza el histórico secretismo bancario. La norma permitiría que dinero depositado por ex dictadores sea reembolsado a los legítimos gobiernos que los sucedieron.
La ley, que entró en efecto el 1 de este mes y conocida como "Iex Duvalier" en referencia al ex dictador haitiano Jean Claude Duvalier (1971-1986), es aplicada ahora para revisar los fondos de ex gobernantes árabes como el presidente tunecino Zine el Abidine Ben Ali y el egipcio Hosni Mubarak.
"La nueva ley permite al gobierno suizo devolver el dinero a sus legítimos propietarios en caso de que se demuestre malversación", explicó a IPS el jefe del Departamento para Leyes Internacionales de Suiza, Valentin Zellweger.
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Según cifras oficiales, El Cairo mantiene cuentas y fondos en bancos suizos por unos 3,8 billones de dólares. Al menos un tercio de este monto se mantiene en las llamadas cuentas de custodia, típico instrumento bancario usado para ocultar dinero obtenido mediante malversación.
Zellweger se negó a hacer comentarios sobre las cuentas de Mubarak y a adelantar si el dinero sería devuelto a un gobierno egipcio democráticamente electo.
"Pero, si cualquier gobierno con cuentas bancarias en Suiza es derrocado y hay evidencia de corrupción, nosotros reaccionaremos rápidamente para ver si hay posibilidades de devolverlo a sus legítimos dueños", subrayó Zellweger.
Además, informó a IPS que fueron congeladas las cuentas a nombre del presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, así como de sus familiares y colaborares. Gbagbo perdió las elecciones presidenciales de diciembre pasado en su país, según coinciden los observadores internacionales, pero se resiste a abandonar el cargo.
Al mismo tiempo, al menos dos cuentas bancarias en Suiza a nombre de Ben Ali fueron congeladas, y se informó que el dictador nigeriano Sani Abacha, fallecido en 1998, tenía unos 700 millones de dólares en bancos suizos.
Mientras, dictadores también acumulan propiedades en el mercado de bienes raíces de Europa. En Francia, el grupo Sherpa, formado por abogados vinculados a la organización anticorrupción Transparencia Internacional, acaba de presentar una solicitud legal para la confiscación y restitución de propiedades inmuebles y vehículos de lujo registrados a nombre de varios dictadores africanos y sus familiares.
Ben Ali y sus parientes tenían registrados más de 5.000 millones de dólares en propiedades en Francia. "Es improbable que Ben Ali pudiera acumular tal fortuna con su salario de presidente en Túnez", dijo a IPS el director de Sherpa, William Bourdon.
La lista de inmuebles a nombre del ex gobernante tunecino o sus familiares incluye varios opulentos apartamentos y palacios en París, así como sitios para vacaciones en la costa del Mediterráneo y en los Alpes franceses.
La demanda presentada por Sherpa y Transparencia Internacional también abarca a propiedades registradas en Francia a nombre de Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial, Denis Sassou Nguesso, dictador de la República del Congo, y del fallecido Omar Bongo, quien gobernó Gabón por más de 40 años.
El hijo de Bongo, Ali, "heredó" la Presidencia tras la muerte de su padre en junio de 2009.
Se trata de la segunda iniciativa legal de los grupos anticorrupción luego de que la primera fuera oficialmente rechazada en 2007 "por falta de evidencia".
Sin embargo, esta vez la justicia francesa parece estar actuando con más diligencia. Incluso el presidente Nicolas Sarkozy anunció a fines de enero que "Francia se sentía naturalmente obligada a investigar la riqueza malversada (por dictadores en los países del Magreb) y restaurarla al pueblo".
Pasos similares han dado otras naciones europeas, que hasta hace poco consideraban aliados a Ben Ali, a Mubarak y a otros gobernantes autoritarios africanos.
Los elogios del ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Guido Westerwelle, a Mubarak en su última visita a El Cairo fueron un ejemplo de las cómodas relaciones que gozaba el mandatario egipcio con Occidente. Westerwelle dijo que Mubarak era "un hombre que gran sabiduría y experiencia, que siempre mantenía sus ojos firmemente en el futuro".
Pero la colaboración europea con regímenes autoritarios va más allá de elogios y tolerancia a la corrupción. Según cifras oficiales, solo en 2009, Alemania entregó unos 100 millones de dólares en armas a Egipto.
"Todos los gobiernos alemanes en los últimos 20 o 30 años son culpables de complicidad con la brutalidad del régimen de Mubarak", dijo a IPS el portavoz de la Campaña Alemana contra la Exportación de Armas, Paul Russmann.
"Mubarak ha recibido durante décadas armas y material militar de Alemania, a pesar de las bien conocidas violaciones a los derechos humanos cometidas por su régimen", añadió.
Lo mismo se aplica para Francia y otros importantes países europeos, que vendieron arsenales a regímenes autoritarios en Argelia, Marruecos, Túnez y otros países africanos.