Por tercera vez en los últimos 10 años, los pescadores artesanales salvadoreños intentan que el parlamento modifique la ley de pesca para crear una zona de cinco millas marítimas a la largo de la franja costera de uso exclusivo de este sector.
Esa demanda los mantiene enfrentados con las grandes compañías camaroneras nacionales, que extraen ese crustáceo justamente en la zona pretendida por los artesanales.
El método de arrastre empleado por los barcos camaroneros afecta la biodiversidad marina al llevarse consigo especies que no terminan su ciclo reproductivo, impactando negativamente los niveles de captura, aseguran los pequeños pescadores.
La petición la hicieron en noviembre los representantes de la Federación de Cooperativas de Producción y Servicios Pesqueros La Paz (Fecopaz) y la Federación de Asociaciones Cooperativas Pesqueras Artesanales de El Salvador (Facopades).
La propuesta de reforma a la ley General de Ordenación y Promoción de Pesca y Acuicultura, de 2001, presentada por diputados del gobernante e izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), pasó a la Comisión de Medio Ambiente y Cambio Climático para su discusión este mes.
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Alrededor de 30.000 pescadores artesanales faenan en la costa salvadoreña, según estimaciones del sector. Del otro lado, una veintena de empresarios poseen unos 35 barcos camaroneros, en una industria que en un tiempo vivió un auge, pero que ha venido decayendo paulatinamente desde 2003. Ese año las exportaciones alcanzaron 10,8 millones dólares, pero en 2004 cayeron a cinco millones y el desplome siguió hasta alcanzar en 2007 apenas 800.000 dólares, según cifras del Banco Central de Reserva. La Cámara Salvadoreña de Pesca y Acuicultura (Campac) indicó que 70 por ciento de la pesca total de camarones la realiza el sector artesanal y el resto las grandes empresas. Pero los artesanales dicen ser responsables solo de 20 por ciento.
Casi la totalidad de las capturas se destinan al mercado local por la caída de las compras internacionales.
"Queremos que los diputados legislen para una mayoría de pescadores artesanales, y no para una minoría de empresarios de la pesca industrial", dijo a IPS Norberto Moreno, presidente de la Asociación de Cooperativas de Producción Pesquera y Servicios Múltiples San Diego (Acoppsemdi).
La pesca industrial estuvo controlada, años atrás, por un puñado de poderosas familias, como los Baldocchi y los Wright, pero tras la caída de la demanda en Estados Unidos el boom se acabó y esas familias fueron saliendo del negocio.
El método de pesca de arrastre, empleado por los camaroneros, quedó prohibido en la normativa de 2001, pero solo en las zonas de reserva acuática, esto es, en las bocanas de Garita Palmera y Barra de Santiago, al occidente del país, así como en la desembocadura del Río Lempa, la Bahía de Jiquilisco y la bocana Cordoncillo, en el centro.
El principal argumento de los pequeños pescadores es que el método de arrastre utilizado por los barcos genera la llamada pesca incidental: captura de otras especies que cohabitan con el camarón, afectando con ello la biodiversidad marina y la faena de los artesanales.
El método de arrastre puede perjudicar al ecosistema, plantea el documento "Reducción del impacto ambiental por la pesca de arrastre de camarón tropical a través de la introducción de las tecnologías para la reducción de la pesca incidental y cambio de gestión", de agosto de 2009.
Principalmente, porque "captura junto a su pesca objetivo (camarones y chacalines) otros grupos de especies como peces, crustáceos, moluscos, anélidos, equinodermos, entre otros, en formas adultas, juveniles y larvarias", dice el estudio realizado en el marco de un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Al menos en dos períodos, agrega el documento, debido al arrastre, se ha presentado evidencia de la reducción de esa fauna acompañante del camarón: entre 1960 y 1984 y entre 1996 y 2007. En este último período se detectó una reducción de 10.000 toneladas.
Esa pesca incidental es desechada en un 90 por ciento por los barcos camaroneros, dijo Moreno, de Acoppsemdi.
Sin embargo, Baldemar Arnecke, presidente de la Campac, rechazó ese porcentaje y, por el contrario, dijo que 90 por ciento se aprovecha. El documento de la FAO habla de 70 por ciento.
Esas especies sin atractivo para los camaroneros, aseguró el ejecutivo, se entrega a los llamados "morrayeros", pescadores artesanales que llegan en sus lanchas a colaborar en las labores de los barcos, quienes reciben a cambio esas especies que luego comercializan en el puerto.
"Estamos hablando de 14.000 morrayeros que reciben esa pesca, y ese es el alimento que más tarde compra la población, a bajo precio", dijo Arnecke a IPS.
"Nosotros no somos los malos de la película, y somos ejemplo mundial del uso de los Dispositivos Excluidores de Tortugas", que permiten liberar a esos quelonios cuando caen en la red, señaló.
Arnecke agregó que si una ley los obliga a salir de esa zona de tres millas, donde habita el camarón, la industria quebraría, afectando no solo a los 4.000 empleos directos que genera el sector y a los 2.000 procesadores del producto, la mayoría madres solteras.
También perjudicaría a los 14.000 morrayeros y a los 25.000 pescadores artesanales que son provistos de carnada por los camaroneros, gratuitamente, aseguró.
Algunos países han logrado dividir sus zonas de pesca. Chile, por ejemplo, estableció una zona de reserva de cinco millas marinas para uso de los pescadores artesanales. Pero este país austral también presenta problemas de sobreexplotación en la mayoría de sus pesquerías.
"Claro que tiene sentido proteger esa zona donde habita el camarón y otras especies importantes, así estamos asegurando la sostenibilidad del recurso", afirmó a IPS Ricardo Navarro, director del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (Cesta).
El ejecutivo del gremio de los camaroneros rechazó el establecimiento de una zona exclusiva de cinco millas para los artesanales, pero cree viable una de una milla.