Mientras el sur de Sudán decide en un referendo si quiere independizarse o no, políticas y líderes sociales aspiran a que una eventual independencia del norte les permita dejar de ser ciudadanas de segunda clase.
John Garang, el difunto líder del Movimiento Popular de Liberación de Sudán, dijo una vez que las mujeres son "las más pobres entre los pobres, y las marginalizadas de los marginalizados".
Margaret Michael Modi, directora de asuntos femeninos en el estado de Ecuatoria Central, votó el domingo, primer día del referendo de una semana en el que el sur de Sudán decide si quiere separarse o no del norte.
Ese día "no dormimos. Fui al centro de votación y las mujeres lloraban al colocar su voto en las urnas", dijo a IPS por teléfono desde Juba, la capital del sur.
"Para nosotras, la separación será una liberación. Durante mucho tiempo estuvimos sometidas a las leyes islámicas, que limitaban nuestras libertades de muchas maneras", sostuvo.
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Eso, aparejado con los valores tradicionales del sur, hizo que las mujeres quedaran en el último escalón de la sociedad, agregó.
Como muchas otras, Modi espera que en un Sudán del Sur independiente las mujeres estén en mejor posición para desafiar los límites a sus derechos.
Mary Nawai Martin, integrante de la Asamblea Legislativa de Sudán del Sur por el condado de Ibba, en el estado de Ecuatoria Occidental, es optimista en cuanto a que la separación generará una nueva era de respeto a los derechos femeninos.
VIOLENCIA DE GÉNERO
"Las mujeres están ansiosas por lograr la separación. No he conocido a una sola mujer que no diga que votó a favor de la separación. Durante el régimen del norte, las mujeres tenían derechos ínfimos. Ellas fueron las peores víctimas de la guerra", dijo Nawai Martin.
No hay estadísticas exhaustivas sobre las violaciones que tuvieron lugar en el sur durante el conflicto, pero los investigadores coinciden en que ese tipo de violencia fue generalizada.
Un estudio de más de 250 mujeres en el condado de Juba, realizado por ISIS-Women's International Cross Cultural Exchange, concluyó que 36 por ciento habían sido violadas por pandillas y 28 por ciento durante secuestros, mientras que otras habían sido obligadas a mantener relaciones sexuales a cambio de alimentos.
"Hubo violencia sexual y las mujeres todavía viven con el trauma. Así que vemos esta separación como nuestro primer paso hacia la libertad y hacia traer dignidad y respeto a las mujeres de Sudán del Sur", señaló Nawai Martin.
La violencia con base en el género ha continuado desde el Completo Acuerdo de Paz de 2005. Las mujeres de Ecuatoria Occidental también son vulnerables a una nueva amenaza del ugandés Ejército de Resistencia del Señor.
Y más cerca, las mujeres del sur de Sudán también enfrentan una gran violencia doméstica, además de matrimonios precoces y forzados. Las mujeres están en desventaja por normas culturales como el pago de la dote y la práctica de entregar una niña a una familia como compensación por el asesinato de uno de sus miembros.
HACER CUMPLIR LOS DERECHOS
Un análisis del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) subrayan el hecho de que las mujeres del sur de Sudán carecen de acceso a la justicia en los casos de violaciones sexuales y derechos reproductivos, divorcio y custodia de los hijos.
"Alrededor de 90 por ciento de los casos penales y civiles diarios se ejecutan bajo el derecho consuetudinario, que además de ser ampliamente inconsistente con las leyes internacionales sobre derechos humanos también favorecen a los hombres", según el informe.
Estas clases de desigualdades tendrán que estar entre las prioridades urgentes de un nuevo estado.
Sudán del Sur ya ha elaborado una nueva Constitución interina que prevé un proyecto de Ley de Derechos y reconoce el derecho a un trato igual para hombres y mujeres. Sin embargo, resulta un enorme desafío poner en práctica esas leyes en un país cuyo sistema judicial es casi inexistente.
"Los derechos femeninos —especialmente la protección de las mujeres de la violencia sexual y la rehabilitación de aquellas que sufrieron durante la guerra— requerirá mucha atención", dijo Nawai Martin.
"Con la guerra no tuvimos mucho tiempo para presionar por otros derechos. Lo que importaba era estar vivas. No esperamos que el gobierno que el gobierno haga todo esto de inmediato, pero esperamos mejores esfuerzos", agregó.