La capital de Cuba fue sede de nuevas conversaciones entre delegaciones de este país y Estados Unidos sobre asuntos migratorios, aunque no se vislumbran avances hacia un diálogo de mayor calado, como el que se esperó al comienzo del gobierno de Barack Obama.
"No hay señales. Cuba propuso hace tiempo una serie de temas para ampliar la agenda de conversaciones, pero Washington no se pronunció al respecto", dijo a IPS el investigador cubano Esteban Morales, quien consideró "necesario" que ambos países hablen de otros asuntos, no solo sobre las migraciones.
Desde Estados Unidos, el académico Arturo López-Levy advirtió que el hecho de que Ileana Ros-Lehtinen, de origen cubano, sea la presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes tendrá un impacto muy negativo sobre eventuales acciones en el Congreso legislativo para mejorar las relaciones con Cuba.
"Ros-Lehtinen (el opositor Partido Republicano) ha apoyado todas las iniciativas de reforzamiento del embargo, y ha participado en el bloqueo de cualquier ley para aliviarlo", recordó López-Levy, de la Universidad de Denver, en declaraciones vía correo electrónico a IPS.
Pero en su opinión, el mayor problema en la relaciones bilaterales es que Washington no ha reaccionado con inteligencia a las reformas económicas ni a las liberaciones de presos por motivos políticos en Cuba, pese a que Obama había pedido mayor "dinamismo" (a sense of movement) justo en esos temas específicos.
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Las relaciones diplomáticas entre ambos países están suspendidas desde 1962, pero en 1994 y 1995 firmaron acuerdos migratorios sujetos a revisión cada seis meses, en reuniones que realizan de manera alterna en uno u otro país. Estos encuentros fueron interrumpidos en 2003 y reanudados tras la llegada en 2009 al gobierno de Estados Unidos de Obama, del Partido Demócrata.
En declaraciones separadas, La Habana y Washington manifestaron su interés de mantener este tipo de intercambios luego de efectuar este miércoles la cuarta ronda de conversaciones migratorias, que según los anfitriones "se desarrolló en un clima respetuoso".
La delegación estadounidense, dirigida por Roberta Jacobson, subsecretaria Adjunta Principal del Departamento de Estado, aprovechó para solicitar nuevamente la "liberación inmediata" de su connnacional Alan Gross, detenido en Cuba desde diciembre de 2009 sin que hasta el momento se le hayan formulado cargos judiciales.
Las autoridades cubanas han acusado a Gross de espionaje y proporcionar "sofisticados" medios de comunicación a opositores. Pero Washington sólo admite que viajó a esta isla como subcontratista para entregar celulares, ordenadores y equipo de comunicación a grupos judíos.
En lo que analistas consideraron un gesto de buena voluntad, Jacobson se reunió este jueves con Gross, aunque la información al respecto fue dada a conocer en Washington por el portavoz del Departamento de Estado (cancillería), Philip Crowley, quien acotó que se ha visitado al subcontratista "regularmente".
Crowley dijo en conferencia de prensa que la funcionaria también conversó con representantes de la Iglesia Católica, grupos judíos y miembros de la sociedad civil.
Pero en una segunda declaración, la cancillería cubana calificó de provocación un encuentro sostenido por Jacobson y otros integrantes de su delegación, también este jueves, con miembros de la disidencia interna.
"Continuamos insistiendo en nuestras reuniones con las autoridades cubanas esta semana para que su caso (de Gross) sea resuelto y sea liberado lo antes posible", subrayó en sus declaraciones el portavoz estadounidense, quien que admitió, sin embargo, que esa no es la única preocupación de su gobierno acerca de Cuba.
Mientras en La Habana se desarrollaban las pláticas migratorias, el secretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, reiteró durante una visita a Santiago de Chile que para su país es muy "difícil" avanzar hacia temas de interés común con Cuba en tanto el gobierno de Raúl Castro no resuelva el caso de Gross.
Según un comunicado de La Habana, el encuentro de este jueves permitió reconocer "la disminución significativa de las salidas riesgosas entre Cuba y los Estados Unidos, como resultado de los esfuerzos emprendidos por los dos países para enfrentar el tráfico de personas y la emigración ilegal".
El texto citó además declaraciones del vicecanciller Dagoberto Rodríguez, jefe de la delegación cubana en la reunión, quien destacó que las autoridades de su país ofrecieron "información de valor, así como testimonios y evidencias para su uso en casos judiciales contra traficantes en tribunales norteamericanos".
También reiteró su alerta de que "el contrabando de emigrantes no podrá eliminarse ni se podrá alcanzar una emigración legal, segura y ordenada entre los dos países, mientras se mantengan la Ley de Ajuste Cubano y la política de pies secos-pies mojados, que estimulan las entradas ilegales de ciudadanos cubanos a los Estados Unidos".
Estudios académicos indican que el tráfico ilegal de personas se incorporó al problema migratorio en 1998 y entre ese año y 2008 arribaron a las costas del sudoriental estado de Florida alrededor de 8.000 emigrantes indocumentados. El gobierno de Raúl Castro asegura que ese negocio es organizado y financiado por grupos cubano-americanos del lugar.
Para Esteban Morales, un estudioso de asuntos estadounidenses, en la actualidad hay menos tensión entre los gobiernos de Cuba y de Estados Unidos, pero tampoco se puede decir que se avanza hacia el mejoramiento.
"Obama tiene problemas internos que resolver y el tema cubano no está entre las prioridades", consideró.
López- Levy cree que, si "Obama quisiera dejar un legado positivo y hacer lo que conviene a los intereses nacionales de Estados Unidos e incluso ganar crédito político concreto por lograr lo que la hostilidad de su antecesor George W. Bush (2001-2009) nunca pudo, tiene toda la autoridad para tomar acciones significativas de muy bajo costo" hacia Cuba.
Mencionó en ese sentido que medidas como facilitar más los viajes y las ventas agrícolas y sacar a esta isla caribeña de su listado de países terroristas "mejorarían mucho su relación con Cuba y la percepción sobre su administración en América Latina".