Gulsher Masih, de 46 años, vive en constante temor desde que huyó hace un año de su aldea natal de Chuk Jhumra, cerca de la oriental ciudad pakistaní de Faisalabad.
Él y su hija soltera de 22 años, Saandal Bibi, acaban de ser liberados de prisión, donde estuvieron 13 meses por "profanar" el Corán, libro sagrado musulmán. Debieron abandonar sus lugares habituales y aún se esconden en la provincia de Punjab. "Dentro o fuera de prisión, una vez acusados, la sombra de la muerte te sigue a todos lados", señaló Masih, un experimentado albañil que está sin trabajo y es apoyado por la iglesia local. Como cristiano, es parte de la minoría religiosa en esta nación predominantemente islámica.
Masih y su hija tienen suerte de haber podido escapar vivos. Una acusación así habría sido motivo suficiente para un castigo más duro en cualquier otra parte de este país donde, dicen los cristianos, la intolerancia se convierte lentamente en la norma.
Por ejemplo, los habitantes de Itanwali, otra aldea de Punjab, claman por la sangre de Asia Bibi, cristiana también acusada de blasfemia.
De las 1.060 personas acusadas por leyes de blasfemia desde 1986, 46 han sido asesinadas por muchedumbres o por individuos. La comunidad cristiana ha sido víctima de feroces extremistas, que han atacado sus iglesias y sus hogares.
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Algunos cristianos consideran que estos ataques son represalias por la invasión de Estados Unidos a Afganistán luego de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. En octubre de ese año, combatientes islámicos mataron a 15 cristianos en una iglesia.
En 2005, 3.000 combatientes islámicos perpetraron un ataque similar, destruyendo iglesias en Sangla Hill como represalia por la blasfemia supuestamente cometida por un cristiano pakistaní. El año siguiente, fueron atacadas más iglesias y colegios cristianos en protestas por la publicación de una caricatura del profeta Mahoma.
Similares incidentes continuaron hasta 2009. En Gojra, también en la provincia de Punjab, ocho cristianos fueron quemados vivos cuando una turba enfurecida prendió fuego a 40 casas y una iglesia ante la mirada de la policía.
Luego de este incidente, el primer ministro Yousuf Raza Gilani anunció que su gobierno revisaría las leyes de blasfemia.
En Faisalabad, el activista cristiano Atif Paggan señaló que la comunidad a la que pertenece ha disminuido en los últimos 15 años. "Hay una creciente inquietud entre los cristianos y muchos han dejado el país porque se sienten discriminados", señaló.
Según Peter Jacob, jefe de la Comisión Nacional por la Paz y la Justicia, formada por la Conferencia de Obispos Católicos de Pakistán, un tercio de la población de este país de Asia meridional estaba compuesta por minorías religiosas en tiempos de su independencia, en 1947.
Jacob señaló que el blanco en la bandera nacional representaba ese 30 por ciento, incluyendo a los hindúes, los sijs, los parsis y los cristianos.
Pero esa minoría se ha achicado, y ahora constituye solamente 3,5 por ciento de los 175 millones de pakistaníes. Los cristianos representan alrededor de 1,6 por ciento, y están concentrados mayoritariamente en la provincia de Punjab.
"El país perdió su diversidad religiosa", dijo Jacob.
A comienzos de los años 70, el primer gobierno del Partido Popular de Pakistán, encabezado por Zulfikar Ali Bhutto, nacionalizó escuelas y colegios e impuso las creencias y prácticas musulmanas.
"Fue en esa época que el viernes pasó a ser día sagrado semanal, se introdujeron los estudios islámicos en las escuelas y se prohibió el alcohol. Las leyes y las políticas estimularon la discriminación", recordó Jacob.
Pero lo que disparó la violencia fueron las secciones 295 B y C que el ex presidente Ziaul Haq (1978-1988) añadió a las leyes de blasfemia en 1986.
Activistas por los derechos humanos sostienen que la ley ahora protege a ninguna otra religión más que al Islam, y que ha sido habitualmente usada como arma contra adversarios políticos o para expulsar a familias de sus tierras.
Jacob señaló que la vibrante clase media pakistaní comenzó a menguar en los años 70. "Empezaron a encontrar cada vez menos oportunidades de trabajo", indicó.
En determinado momento, cristianos con alto nivel educativo comenzaron a ocupar puestos en el sistema judicial o en la administración pública, recibiéndose de abogados o profesores, mientras que la mayoría de los pakistaníes, con menos educación, ocupaban puestos inferiores. Pero la realidad ha cambiado.
"En casi todos los empleos disponibles se les da prioridad a los musulmanes, y esto se hace en forma encubierta", dijo Farook Tariq, portavoz del Partido Laborista de Pakistán.
En Punjab, un gran número de cristianos son empleados en la industria de ladrillos. "Este año, la mayoría de esos trabajadores no recibieron sus salarios antes de Navidad y no pudieron celebrar" esa festividad cristiana, explicó Tariq.
En Punjab, con su gran número de cristianos, es donde se percibe una mayor discriminación a las minorías.
El analista político Hasan Askari Rizvi atribuyó esto al fortalecimiento de la ortodoxia islámica en las últimas tres décadas.
"Punjab se volcó a la extrema derecha política y al conservadurismo islámico durante el régimen el general Zia", explicó Rizvi.
Añadió que los partidos políticos religiosos y grupos sectarios tienen también su base en Punjab, donde los además también ejercen una fuerte influencia.
Sin embargo, no todos los cristianos se sienten amenazados o sufren discriminación. Hay muchos como Angie Marshal, quien trabaja en el mundo de la moda y administra un salón de belleza.
"Nunca me sentí menos pakistaní por ser cristiana, y nunca fui discriminada, ni de niña ni desde que comencé esta profesión. Mi esposo es trabaja en una aerolínea extranjera", señaló.