Inundaciones y sequías acaparan los títulos de los medios de comunicación a la hora de explicar la devastación de la producción arrocera mundial. Sin embargo, otras culpables menos conocidas han logrado escabullirse inadvertidamente: las ratas.
Los roedores devoran "millones de toneladas de arroz cada año" en las pérdidas previas a la cosecha en toda Asia.
"Las ratas son la peste arrocera número uno (en la época) previa a la cosecha en Indonesia, y la tercera más importante en Vietnam", dijo a IPS el experto en roedores Grant Singleton, del Instituto Internacional de Investigaciones sobre el Arroz (conocido por sus siglas en inglés IRRI), con sede en Manila.
Con la mira puesta en salvar más arroz para los hambrientos de la región, los investigadores internacionales capacitan a agricultores en Indonesia, Filipinas y Vietnam, a fin de combatir a este habitual destructor del grano.
Expertos agrícolas consideran que el mensaje que apela a hacer un manejo ecológico de estos animales es una alternativa eficiente y segura al uso que anteriormente se hacía de los venenos. La idea se arraiga en los pequeños predios dedicados al cultivo de arroz.
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"Ésta es la primera vez que se promueve un manejo ecológico de los roedores desde la introducción de productos químicos para matarlos en los años 50", dijo Singleton.
"Ahora entendemos bien cuándo, dónde y cómo llevar a cabo el control de las principales especies de roedores en dos de los mayores productores arroceros de la región", agregó.
Cerca de 200.000 productores de arroz de Indonesia y Vietnam participan en una campaña para armar a los agricultores con métodos amigables con el ambiente que les permitan proteger a sus cultivos de las ratas.
Según el IRRI, las pérdidas de cultivos de este alimento básico en Asia han oscilado entre cinco por ciento en Malasia y 17 por ciento en Indonesia. Una pérdida de seis por ciento en Asia "equivale a suficiente arroz para alimentar a 225 millones de personas —aproximadamente la población de Indonesia— por 12 meses", agrega.
La campaña para combatir a los roedores tiene lugar a raíz del desafío que enfrentan los centros de investigación agrícola de la región: producir suficiente arroz para alimentar a los casi 570 millones de desnutridos de la región Asia-Pacífico.
Asia produce 90 por ciento del arroz del mundo, que alcanzó 679,9 millones de toneladas anuales en grano sin procesar, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Los principales productores arroceros de la región —donde hay 250 establecimientos dedicados a este cultivo— son China, India, Indonesia, Pakistán, Bangladesh, Vietnam, Tailandia, Filipinas y Birmania.
El nuevo esfuerzo liderado por el IRRI hace más énfasis en la cooperación y el manejo comunitario, lo que incluye el simple mensaje de que los productores planten sus cultivos con diferencia de dos semanas. Ya está recibiendo elogios de agricultores que han abrazado esta solución verde.
"Ahora sé cómo manejar mejor a las ratas, trabajando con mi comunidad para que haya menos en nuestros cultivos y para que sea menor el daño que causen", dijo el agricultor filipino Esmeraldo Joson Jr., tras apartarse de los venenos para roedores, en un comunicado de prensa del IRRI.
Éste no es el único intento en la región de impedir que las ratas priven a la población de este componente básico de su dieta.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) viene ayudando a las comunidades agrícolas de Timor Oriental y Camboya a salvar sus cosechas de arroz almacenándolo en pequeños silos de metal, que se consideran más confiables y a prueba de ratas que los tradicionales canastos y recipientes de barro que los agricultores usaron desde tiempos ancestrales.
"Éstas son pequeñas armas contra las pérdidas posteriores a las cosechas", dijo Rosa Rolle, de la oficina de la FAO para la región Asia-Pacífico.
"Ofrecen soluciones a largo plazo y barata para proteger al arroz contra ratas y ratones", agregó.
Los esfuerzos por combatir las pérdidas de granos a causa de los roedores cobraron impulso tras la crisis mundial de alimentos en 2008, cuando los precios del arroz se dispararon a niveles alarmantes y crearon preocupación ante los millones de afectados por las pérdidas de este alimento básico.
Otro intento se originó en los temores ante la hambruna, que se propagó por parte de India nororiental, Bangladesh, Birmania y Laos desde fines de 2006, cuando una plaga de ratas devastó los arrozales y los granos que estaban en depósito.
"Las ratas fueron terribles. No hubo nada que los agricultores pudieran hacer", dijo Cheery Zahau, activista por los derechos humanos perteneciente a la minoría birmana chin, que entre fines de 2006 y 2008 soportó las peores consecuencias de esa devastación.
Las familias chin normalmente comen dos comidas diarias, pero durante la explosión de la población de roedores pasaron a una sola, dijo a IPS.
"Las consecuencias de esa crisis alimentaria fueron muy serias", agregó.
Sin embargo, se había pronosticado que ese aumento de la población de ratas se produciría cada casi 50 años, cuando una especie local de bambú empezara a florecer.
Sus frutos ricos en proteínas atraen a las ratas, que luego se multiplican rápidamente debido a los cambios hormonales que les produce su ingestión.
Las ratas arrasaron con todo el grano que se cruzó en su camino, lo que llevó a algunos agricultores del montañoso estado de Chin, cerca de India y Bangladesh, a dejar de cultivar arroz en 2008.
"Sintieron que era inútil. Las ratas los vencieron", dijo Cheery.