El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, logró una importante victoria en su política internacional y doméstica cuando el Senado ratificó el nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START por sus siglas en inglés), firmado con Rusia.
Los votos en el Senado superaron el miércoles los dos tercios requeridos e incluyeron a 13 legisladores del opositor Partido Republicano, que desafiaron así a la conducción de su propia fuerza política.
Este resultado "es una poderosa señal al mundo de que republicanos y demócratas están unidos cuando se trata de la seguridad", dijo Obama en una breve conferencia de prensa.
"Este es el acuerdo de control de armamento más relevante en casi dos décadas, nos hará más seguros y reducirá nuestro arsenal nuclear junto al de Rusia", agregó.
La ratificación no sólo mantiene viva la idea de Obama de fortalecer la no proliferación nuclear y de avanzar hacia un gradual abandono de este tipo de armamento. También reaviva el clima para restaurar las relaciones con Rusia.
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La cooperación de Moscú es considerada en Washington un elemento crucial para el éxito de las dos principales prioridades internacionales de Obama: frenar el programa nuclear de Irán y triunfar en la guerra en Afganistán.
Autoridades rusas expresaron el miércoles que el parlamento de ese país puede ratificar el START esta misma semana.
El hecho de que tantos republicanos votaran junto con el gobierno confirma la existencia de graves diferencias internas, por lo menos en materia de seguridad nacional, que pueden ser explotadas por Obama, inclusive cuando enfrente el mes próximo a un nuevo Congreso legislativo, más republicano que antes por la investidura de los elegidos en los comicios de noviembre.
Además, la votación del miércoles viene a sumarse a otras victorias legislativas del mandatario, conseguidas luego del desastroso resultado que tuvo su partido en las elecciones de noviembre.
Por ejemplo, la aprobación de un paquete de 850.000 millones de dólares en reducciones de impuestos y medidas de estímulo y el rechazo de la política que prohibía servir en las Fuerzas Armadas a lesbianas y homosexuales declarados, pese a la ferviente campaña del ala más derechista de los republicanos.
"El presidente está cerrando el año como una figura política mucho más notable que lo que era apenas unas semanas atrás", dijo un asistente de Capitol Hill.
La votación del miércoles concluyó tres semanas de intenso cabildeo conducido por la Casa Blanca, el Departamento de Defensa, los comandantes de las Fuerzas Armadas, los ex secretarios de Estado, Henry Kissinger, George Shultz, James Baker, Colin Powell y Condoleezza Rice y hasta el ex presidente George W. Bush (2001-2009).
El nuevo START, firmado en abril, es un acuerdo modesto. Exige a Washington y Moscú reducir la cantidad de cabezas nucleares de unas 2.200 a no más de 1.550 en siete años. También permitirá reanudar las inspecciones recíprocas, que se detuvieron el año pasado cuando expiró el anterior tratado, firmado en 1991.
Pese al limitado alcance del START, los sectores más derechistas del Partido Republicano se opusieron a ratificarlo alegando que algunas de sus provisiones podrían utilizarse para frenar el desarrollo de los sistemas de defensa antimisiles de Estados Unidos y que no abarca decenas de armas nucleares tácticas rusas.
Pero su objeción más firme era política: Obama no debió forzar la aprobación de un tratado de control de armas en las sesiones del Congreso previas a la investidura de los nuevos legisladores, sobre todo en una coyuntura en que la mayoría demócrata se verá sustancialmente disminuida.
"No entiendo por qué no podemos esperar cinco semanas más para ratificarlo", se quejó el senador Lindsey Graham cuando la cámara alta puso fin a cinco días de debates con 67 votos a favor de la ratificación y 28 en contra.
Los defensores sabían que, con seis republicanos más en el próximo Senado, el gobierno tendría muchos más problemas para lograr la ratificación.
En las filas de los contrarios al tratado se alinearon la derechista Heritage Foundation, el ex embajador ante las Naciones Unidas, John Bolton, miembro del American Enterprise Institute, una cantidad de prominentes neoconservadores, como William Kristol, y varios posibles aspirantes a la candidatura presidencial de 2012, como Sarah Palin y Mitt Romney.
Pese al abrumador apoyo al START expresado en encuestas, los republicanos más recalcitrantes se unieron a estos sectores en una jugada política fallida.
Sin embargo, la mayoría de los observadores creen que la ratificación del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares la máxima prioridad legislativa de Obama en materia de desarme después del STARTno será posible con el próximo Senado, en el que los republicanos más derechistas serán más poderosos que nunca.
En consecuencia, el Poder Ejecutivo estaría inclinado a perseguir medidas más modestas, como un acuerdo con Rusia para reducir armamento táctico, diseñado para persuadir a la comunidad internacional que Washington está comprometido en la desnuclearización a largo plazo.
"Tan importante como el impacto del START en los arsenales de los dos países es su contribución a la mejoría de las relaciones bilaterales", dijo Dylan Myles-Primakoff, un estudioso de Rusia en la Universidad de Georgetown.
"De no haberse aprobado, estarían en riesgo el uso estadounidense del espacio aéreo y del territorio rusos para transportar tropas y suministros a Afganistán y la disposición de Moscú de no vetar nuevas sanciones de las Naciones Unidas contra Irán", añadió.
* El blog de Jim Lobe sobre la política exterior estadounidense se puede leer en http://www.lobelog.com.