Mujeres asumen la economía en la India rural

La familia de la india Jahanara Laskar atravesó una crisis económica cuando su esposo Anarahim, hasta entonces único sostén del hogar, sufrió un accidente y no pudo volver a trabajar, pero pudo salir a flote gracias a una iniciativa gubernamental de fomento al desarrollo rural.

Anarahim Laskar trabajaba en la estación de trenes de Sealdah, en Kolkata, pero en 2007 tropezó y cayó mientras llevaba una pesada carga sobre su cabeza. Entonces pudo haberse quebrado más que la cadera.

Pero el proyecto gubernamental Strengthening Rural Development (SRD, fortaleciendo el desarrollo rural) le brindó a su familia una rueda de bicicleta con un pedal manual, conocida como "charkha", para convertir la fibra de yute en soga. Costó apenas 13 dólares.

Luego de finalizar las tareas domésticas, Jahanara y dos de sus vecinos pasan más de ocho horas diarias fabricando sogas, lo que les permite ganar por lo menos 35 dólares por mes. Trabajan frente a su casa de la aldea de Sahajadapur, en un distrito carenciado del estado de Bengala Occidental.

Anarahim también ayuda a su esposa, mientras dos de sus nueve hijos ya son suficientemente adultos para trabajar en un establecimiento agrícola, lo que sirve para complementar los ingresos de la familia.
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En vigor desde 2006, la iniciativa SRD, del gobierno de Bengala Occidental, busca llegar a los más pobres, y aspira a fortalecer la economía rural mediante la descentralización fiscal, cubriendo a los gobiernos de 30 grupos de aldeas, conocidos como "gram panchayats". En total son 989 aldeas en los 12 distritos más pobres de los 19 que tiene el estado.

"Este desafío sólo puede asumirse fortaleciendo la gobernanza de los ciudadanos comunes, permitiendo que los pobres tengan voz y participen", dijo Trilochan Singh, secretario jefe del panchayat y del Departamento de Desarrollo Rural del estado.

El intento por promover la autodependencia está mostrando resultados en Bengala Occidental, al aumentar el mandato de los gobiernos de las aldeas, fomentar su sostenibilidad financiera y crear la capacidad de tomar decisiones independientes y colectivas, mantener registros y llevar las cuentas con total transparencia.

El Departamento de Desarrollo Internacional, del gobierno británico, también aporta 1.300 dólares anuales a cada aldea, mediante el United Poverty Fund, que administra el SRD.

El Comité de Desarrollo de Aldeas, un grupo comunitario especial cuyos miembros son de distintos géneros y castas, decide luego cómo gastar esos fondos, principalmente para mejorar los medios de sustento de la población más necesitada.

Asida Gazi, de 42 años, es una de las cinco mujeres que integran el Comité, de 12 miembros, y representa al 40 por ciento de musulmanes de Sahajadapur. Según ella, se ha dado "charkas" a 95 mujeres pobres, 25 de las cuales ni siquiera habían sido identificadas por el gobierno entre quienes viven bajo la línea de pobreza.

"Sin embargo, nuestro comité sabe que son pobres porque vivimos en la misma aldea", explicó.

Además de las "charkas", las mujeres también han recibido telares para realizar guardas doradas en vestimentas, y máquinas para cortar en franjas las hojas de palmera a fin de fabricar alfombras.

Las materias primas, como las fibras de yute, son provistas por el comprador. Este ingreso permite a las mujeres evitar a los "tiburones" de los préstamos privados, así como a los intermediarios, que se han combinado para conspirar contra el crecimiento de los pobres.

Otras mujeres también han formado grupos de autoayuda para escapar de la pobreza.

Tal es el caso del bloque Chhatna, en el distrito de Bankura, donde 19 mujeres indígenas pertenecientes a las familias más pobres fundaron el Grupo Uttarpara Namopara de Desarrollo de las Mujeres, que lleva el nombre de su aldea.

Su ambicioso objetivo fue crear una granja integrada.

Sin previa experiencia ni capacitación, confiaron en su único recurso: el trabajo duro. Y también en la ayuda de su "gram panchayat" para que el United Poverty Fund les diera tierras y dinero para semillas.

Mientras el Programa Nacional de Generación de Empleo Rural les pagaba un jornal por cavar un estanque en su predio de 0,67 hectáreas, las mujeres empezaron a criar carpas y peces más pequeños.

El estanque también brinda irrigación complementaria para cultivos de verduras y frutas que ocupan el resto del terreno, y que proporcionan a las mujeres un buen ingreso.

"El avance de nuestra granja no es simplemente un éxito empresarial; simboliza nuestro avance en la vida, no sólo para nosotras, sino también para otras en nuestra pobre aldea", dijo Sharmila Kisku, quien lidera el grupo.

Ahora, estas mujeres también crían unas 40 cabras, aportan abono ecológico y planean agregar una unidad de producción avícola. Algunas de ellas incluso han aprendido a llevar las cuentas de su establecimiento mediante registros sistemáticos.

Este impactante crecimiento es posible gracias a la asistencia del proyecto SRD y de la capacitación técnica que brindan varios departamentos del gobierno. Y ha hecho que incluso esposos e hijos ayuden regularmente.

Los propietarios de tierras que antes despreciaron la iniciativa de estas mujeres ahora buscan replicar su modelo de granja integrada, que requiere un capital inicial de apenas 4.300 dólares.

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