La educación puede cambiar Palestina

Las dificultades del sistema educativo palestino no llaman la atención de la prensa internacional como ocurre con las continuas movilizaciones no violentas en Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental.

Las protestas pacíficas realizadas durante años contra el muro construido por Israel para separar a su territorio de Cisjordania terminaron por atraer a las cámaras de los medios internacionales, pero la crisis que atraviesa la enseñanza en Palestina permanece en el olvido.

Unos 39.000 niños y niñas de Gaza ase quedaron sin clases por la destrucción y serios daños causados a unos 280 centros educativos en la ofensiva israelí de tres semanas contra este territorio palestino, entre fines de 2008 e inicios 2009, informó en julio de este año IRIN, la agencia de noticias de la Organización de las Naciones Unidas.

Por otra parte, en 88 por ciento de las escuelas de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Medio Oriente (Unrwa) y en 82 por ciento de las estatales las clases están superpobladas.

Entre el 28 y el 31 de octubre se realizó en Palestina el Foro Mundial de la Educación (FME), como parte del programa del Foro Social Mundial, con actividades en distinas ciudades y zonas, desde Jaffa a Nazaret, pasando por Jerusalén oriental, Belén y hasta la franja de Gaza.
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Bajo el lema "Educación para el cambio", los participantes analizaron el analfabetismo en adultos y las desigualdades de género en la enseñanza temprana.

Pero también se abordaron cuestiones específicas como la ocupación y la independencia, las necesidades psicológicas de los estudiantes traumatizados por la guerra, la importancia de mantener la historia y la cultura local en los programas, los obstáculos burocráticos y físicos para estudiar dentro y fuera de Palestina y las estrategias innovadoras en materia enseñanza que emplea la población local tras seis décadas de ocupación.

"La educación es un derecho humano básico que no puede posponerse ni descuidarse en un conflicto ni en caso de emergencia, pero también es clave para proteger y sostener la vida de niños, niñas y jóvenes", señaló Mazen Hamada, de la Universidad de Al-Azhar en Gaza, y uno de los organizadores del Foro.

"Las consecuencias del sitio contra Gaza exceden la cuestión económica, agrícola, sanitaria y ambiental y perjudica a la educación. Los logros académicos bajaron en todos los niveles tras el último ataque y cada vez hay menos estudiantes", apuntó.

La prohibición de importar papel y otros materiales atenta contra la educación. "A causa del sitio, muchos padres están desempleados y no pueden pagar los estudios de sus hijos. Los universitarios no pueden continuar sus clases en el extranjero y los profesores no pueden participar en conferencias internacionales ni capacitarse", añadió Hamada.

"Estudié historia y geografía de Egipto. Nunca vimos ni siquiera un mapa de Palestina en la escuela", recordó Abu Arab, de 30 años, quien estudió en Gaza cuando el territorio era controlado por El Cairo.

"La cultura palestina no formaba parte del programa de enseñanza, en especial porque los israelíes censuraban toda la información que querían que no aprendiéramos", apuntó.

"Es irónico, pero aprendí más sobre Palestina estando en prisión", relató Abu Basel. "Los israelíes me detuvieron a los 16 años y todavía no había terminado la secundaria. Terminé mis estudios en la cárcel porque estuve nueve años preso", apuntó.

Muchas personas como él aprovecharon la cárcel para aprender de otros. "Algunos presos tenían un título universitario, otros una maestría o habían estudiado en el extranjero. Organizábamos grupos para estudiar la historia de Palestina y sobre sionismo", añadió.

Uno de los problemas específicos que debió afrontar el FME en Palestina fue el estricto control fronterizo que ejercen Egipto e Israel.

Al encuentro pudieron llegar grupos de África, América Latina, Canadá, Europa y Japón, pero además se implementaron videoconferencias, transmisiones a través de Internet y talleres interactivos con visitas a importantes zonas y talleres sobre cultura.

Los participantes del FME asistieron también a una manifestación en la nororiental ciudad gazatí de Beit Hanoun, se reunieron con pescadores, arruinados por el sitio y los ataques infligidos por los israelíes en aguas jurisdiccionales de Palestina.

Para los agricultores de la zona de contención no se trata sólo de mejorar la educación y de sensibilizar a la comunidad internacional sobre el futuro de sus hijos sino de su trabajo y su sustento, destruidos sistemáticamente por invasiones israelíes.

El centro preescolar de Garrara, en el sudeste de Gaza, es uno de los tantos ejemplos de las dificultades que padecen los centros de enseñanza.

"Estamos a un kilómetro de la frontera y los soldados israelíes suelen disparar a los estudiantes", señaló la maestra Umm Mohammad.

"Muchos niños tienen compañeros asesinados o heridos por disparos de efectivos israelíes. Eso los afecta psicológicamente e incide en su capacidad para estudiar", añadió.

La escuela sigue dañada y los menores tuvieron clase en tiendas de campaña.

El FME se concentró en asuntos que afectan especialmente a los territorios palestinos, pero también aprovechó el conocimiento de activistas, organizaciones y educadores para remarcar la importancia de la enseñanza como forma de resistencia, de paz y de equidad.

"El Foro es una gran oportunidad para intercambiar información y experiencias entre organizaciones palestinas e internacionales y mejorar el sistema educativo y la metodología en Palestina", señaló Hamada, de la Universidad de Al Azhar.

"Transformar al mundo y liberar a la humanidad del colonialismo, el racismo y la explotación requiere de una población educada y luchadora. La educación es una herramienta importante para la libertad", reza una declaración del Foro.

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