Cada vez más familias pobres de Bangladesh presionan para que sus hijos accedan a la educación gratuita, una novedad que ven como única vía para un futuro sin miseria.
Desde que en enero de 2009 la admitieron en la escuela primaria pública de Kurmitol, en la capital bangladesí, Anju Aktar, de 10 años, no ha perdido un día de clases y sus calificaciones muestran que es una de las mejores estudiantes.
Pero si no fuera por la educación gratuita que brinda Bangladesh, esta niña, que vive en un tugurio cercano con su madre costurera y su padre discapacitado mental, no habría podido estudiar, y mucho menos perseguir su sueño de convertirse en médica.
Como Aktar, Mohammad Pappu dice que quiere completar sus estudios para escapar de una vida de pobreza. Su madre trabaja 15 horas diarias como empleada doméstica para poder mantener a sus tres hijos.
"Tenemos una enorme presión de los estudiantes que buscan ser admitidos en nuestra escuela", dijo la maestra adjunta Firoza Khanam, una de las 15 personas que integran el plantel docente.
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"Alrededor de 90 por ciento de nuestros estudiantes proceden de familias pobres que ahora se dan cuenta de que la educación gratuita para sus hijos puede acarrear beneficios a largo plazo", agregó.
Los pobres, que constituyen alrededor de 45 por ciento de los 164 millones de habitantes del país, son los principales beneficiarios de los esfuerzos educativos.
Además, las niñas han superado a los varones en materia de inscripciones, asistencia y finalización de la educación primaria.
Con alrededor de 94 por ciento de inscripciones netas, Bangladesh es uno de los pocos países menos adelantados que están cerca de cumplir el Objetivo de Desarrollo de la ONU para el Milenio que se propone lograr que 100 por ciento de sus niños cursen la educación primaria para 2015.
"Lograr algunos otros objetivos, como llevar a cero la cantidad de deserciones en todas las escuelas para 2011, eliminar el analfabetismo para 2021, educación informática gratuita y obligatoria en todas las escuelas primarias, ayudan a lograr una alta retención de estudiantes", dijo Abdul Awal Mazumder, secretario del Ministerio de Educación Primaria y Masiva.
Esta cartera se creó en 1992 como parte de los esfuerzos del país por lograr los objetivos de desarrollo.
Actualmente el gobierno gasta entre 60 y 70 dólares al año para educar a cada uno de los 18 millones de estudiantes de entre seis y 10 años.
Desde mayo de 2004, el gobierno ha gastado unos 1.800 millones de dólares para reformar 82.868 escuelas primarias, recapacitando al personal docente y centrándose en mejorar la calidad educativa.
Según la última evaluación anual de desempeño, difundida en 2009, las inscripciones netas aumentaron a 93 por ciento en 2008, más estudiantes (97 por ciento) pasaron al sexto grado, y el ausentismo bajó a 19 por ciento.
La proporción promedial maestros-alumnos también mejoró: hay 46 estudiantes por profesor.
Además, ahora los estudiantes pasan cerca de 750 horas anuales con sus maestros. A fines de los años 80 ese tiempo era inferior a 400 horas.
Los expertos atribuyen el éxito al Programa de Desarrollo de la Educación Primaria, iniciado en 2000.
Bangladesh está en el camino correcto para mantener el crecimiento anual, implementando beneficios como estipendios para las niñas, el ahora extinto programa Alimentos por Educación, recompensas por buenos resultados y distribución gratuita de libros de texto revisados para aumentar las inscripciones.
Pero varios expertos sostienen que todavía falta abordar algunos inconvenientes.
Mientras 42,7 millones de dólares del presupuesto anual del Estado se destina a la educación primaria, el presupuesto total de la educación es de apenas dos por ciento del producto interno bruto, el menor guarismo asignado en Asia austral.
"La realidad en el terreno es que los niños pobres son quienes buscan educarse en las escuelas públicas, no los ricos", dijo Bimol Saha, maestra de primaria en el distrito de Manikganj, unos 60 kilómetros al sur de Dhaka.
"Para reducir la proporción de deserciones tenemos que volver las clases más atractivas y amigables. Por ejemplo, los estudiantes generalmente prefieren maestras mujeres, que son más amigables y tolerantes", explicó.
Según Tapon Kumar Das, director de programa de la Campaña para la Educación Popular, una coalición de unas 1.000 organizaciones no gubernamentales, "pese a logros destacables en la admisión de estudiantes y a ostentar los mejores registros de igualdad de género en el subcontinente, las deserciones e inscripciones de niños pobres todavía plantean problemas".
La proporción de las "deserciones escolares en muchas áreas es de incluso 40 por ciento", mientras que el gobierno declara 11 por ciento, y "los niños de familias indígenas también presentan una baja proporción de inscripciones", agregó.
Las organizaciones no gubernamentales juegan un rol importante en el abordaje de estos asuntos, complementando los programas públicos de educación primaria. La cantidad de escuelas que administran las entidades de la sociedad civil se cuadruplicó desde comienzos de los años 90, y ahora constituye 8,5 por ciento de todo el sistema educativo en Bangladesh.
Muchos consideran que estas escuelas son más efectivas que las públicas, dado que ofrecen horarios flexibles, mejor infraestructura y libros de texto, así como controles y evaluaciones de cada uno de los estudiantes.
Por ejemplo, las escuelas del Comité para el Progreso Rural de Bangladesh tienen la particularidad de que los miembros de la comunidad local deciden e implementan todos los programas académicos en consulta con padres y demás actores.
Esas escuelas tienen 1,2 millones de alumnos, que representan 76 por ciento de todos los estudiantes de centros de educación primaria operados por organizaciones no gubernamentales.
"No nos centramos únicamente en la educación primaria", dijo a IPS el director del programa educativo del Comité, Safiqul Islam.
Esa organización opera centros pre-escolares cuyos alumnos luego pasen a las escuelas primarias públicas y, más tarde, a las secundarias, "a fin de mejorar la calidad de la educación", explicó.