Ruanda logró disminuir la mortalidad materna gracias a un programa de capacitación de parteras tradicionales, informó el Ministerio de Salud.
En este país, casi la mitad de las mujeres paren en su casa. La mayoría con ayuda de comadronas sin formación profesional, que recurren a conocimientos aprendidos de las ancianas de la comunidad. Muchas de ellas usan equipos sin esterilizar, lo que puede hacer más mal que bien.
Las mujeres pobres suelen recurrir a las comadronas pues no pueden llegar hasta los servicios de salud pública porque no tienen dinero para trasladarse hasta la clínica o el hospital más cercano.
Laetitia Mureshyankwano, del meridional distrito montañoso de Gisagara, tiene dos hijos. La madre de 42 años tuvo cinco partos con ayuda de comadronas y sólo sobrevivieron dos bebés.
Como ella, numerosas mujeres de zonas rurales sufren mucho cuando tienen embarazos y/o partos complicados. También temen infectarse con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), por la falta de higiene.
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"Usan guantes y túnica, pero no nos sentimos seguras porque no sabemos cuán limpios están sus instrumentos", explicó Mureshyankwano. El programa de capacitación es una buena iniciativa para mejorar la salud materna en zonas alejadas, según ella.
En 2008, la mortalidad materna fue de 750 muertes cada 100.000 nacidos vivos, según Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia). El Ministerio de Salud confía en que el próximo informe, previsto para 2011, muestre una mejora de la situación.
Ruanda fue aplaudida en la Cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, realizada en septiembre en Nueva York, por el "significativo avance" logrado con vistas a alcanzar la meta número cinco, la materna en tres cuartos, entre 1990 y 2015
Los otros objetivos apuntan a reducir la mortalidad infantil en dos tercios y a la mitad la proporción de personas que viven en la indigencia y padecen hambre, lograr la educación primaria universal y promover la igualdad de género en el mismo periodo.
También luchar contra la expansión del VIH, el paludismo y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y generar una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur.
"El gobierno aspira que no muera ninguna mujer porque no hay razones para ello", señaló Agnes Binagwaho, secretaria permanente del Ministerio de Salud.
El programa de formación de comadronas, lanzado en agosto de 2008, brinda información sobre atención básica y conocimientos de partería. La iniciativa también permite paliar la escasez de personal, en especial en zonas rurales.
Ruanda tiene menos de una partera cada 10.000 personas, según fuentes oficiales.
Las comadronas que no hicieron el curso de formación tienen prohibido atender partos, pero ayudan a controlar embarazos, alientan las mujeres a realizarse chequeos periódicos y les brindan información.
El Ministerio también entregó teléfonos móviles a 432 trabajadores comunitarios, también responsables de la salud materna en los distritos. A través de ellos, las comadronas pueden denunciar casos difíciles, complicaciones y situaciones de emergencia a la clínica u hospital más cercano.
La secretaría también compró 67 ambulancias, una por cada hospital de distrito, para poder trasladar a las mujeres de localidades alejadas hasta el hospital en casos de emergencia.
Para que el programa de formación se sostenga a largo plazo es importante que las parteras reciban una remuneración que las motive a trabajar en zonas rurales, en vez de buscar trabajo en clínicas y hospitales, como ya ocurrió.
Marie Rose Mujawamariya, del distrito de Kamonyi, al sur de Kigali, participó en uno de los programas de formación de parteras. Todavía no recibe ninguna remuneración, pero espera mejorar sus ingresos gracias al curso.
Mujawamariya, quien antes negociaba el pago de su trabajo, ahora tiene previsto cobrar 10 dólares por parto debido a los conocimientos adquiridos.
Antes basaba su trabajo en los conocimientos heredados de su abuela, pero ahora habla con orgullo de sus nuevas habilidades de partería como controlar la posición del feto, asegurarse de que el parto pueda ser natural y evaluar la necesidad de recurrir a un médico.