Detrás de varios despidos y renuncias de conocidas personalidades de medios de prensa de Egipto, muchos analistas ven la «mano invisible» del partido gobernante con vistas a las elecciones del mes próximo.
"Amenazas indirectas y acuerdos secretos que no parecen vinculados al gobierno comenzaron a silenciar a algunas de las voces independientes más críticas", señaló Mohammad Abdel Dayem, coordinador de programa para Medio Oriente y África del norte del Comité para la Protección de los Periodistas.
A principios de este mes, los nuevos propietarios del periódico Al-Dostour despidieron al editor, Ibrahim Eissa. Crítico del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, el periodista gestionó la publicación independiente desde su creación en 1995 hasta su clausura, en 1998, y otra vez tras su lanzamiento hace cinco años.
El estilo de Eissa excedió los límites permitidos. El periodista de 46 años quedó en la mira del régimen. En los últimos 15 años tuvo que lidiar con campañas en su contra y afrontó al lo menos 65 juicios por violar la draconiana ley de prensa de este país.
El despido de Eissa se produjo menos de 24 horas después de finalizada la compra del medio. Uno de los nuevos propietarios, el presidente del opositor Partido Al-Wafd, Sayed El-Badawi, declaró que la medida fue por "razones administrativas" a raíz de un conflicto por salario y deducciones impositivas.
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Según Eissa, el verdadero motivo del despido es que él no quiso acatar la orden de no publicar un artículo sobre el ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica Mohammad el-Baradei, posible candidato en las elecciones presidenciales de 2011. Pero esto también es un pretexto, apuntó.
Líderes de Al-Wafd rechazaron hace poco el llamado de El-Baradei para boicotear las elecciones parlamentarias de noviembre. El hecho motivó rumores sobre un acuerdo secreto entre El-Badawi y el gobierno, mediante el cual él despedía a Eissa a cambio de más escaños en la próxima asamblea legislativa.
"Las elecciones en Egipto suelen estar definidas antes de la votación", señaló el activista Negad El-Borai. "El gobierno elige a sus partidarios en el parlamento y, a veces, también a sus opositores", añadió.
Los comicios legislativos de este año son importantes para las elecciones presidenciales de 2011. Mubarak no ha dicho si se presentará por sexta vez. El régimen está más vulnerable por el delicado estado de salud del líder de 82 años y por la controversia por su intención de ser sucedido por su hijo.
Según Abdel Dayem, el despido de Eissa debe entenderse en el marco de una campaña general para silenciar a los críticos y endurecer el control sobre el flujo de información.
Alaa el-Aswani y Hamdy Qandil dejaron de escribir sus columnas en el periódico independiente Al-Shorouk, al parecer porque la gerencia les advirtió de "presiones externas" para que bajaran el tono de sus artículos.
El programa de televisión en vivo Al-Qahira Al-Youm (El Cairo Hoy), conducido por el popular presentador Amr Adib, fue retirado del aire a fines de septiembre, al parecer por facturas impagas de la empresa matriz.
Eissa también fue removido de su propio programa político. Lo mismo ocurrió con Baladna Bel-Masry, una semana después, sin motivo alguno.
El analista político Salama A. Salama, quien escribe en el semanario Al-Ahram, considera que detrás de esas medidas está la mano invisible del régimen de Mubarak.
"La mano invisible usa a los propietarios de los medios y lo obliga a silenciar voces y romper la pluma de quienes fueron demasiado lejos. Todo está diseñado para que quienes concentran el poder parezcan inocentes de lo que consideran enfrentamientos mediáticos y disputas internas entre periódicos, patrones y periodistas", señaló Salama.
El gobierno fue más directo con las restricciones impuestas a los canales satelitales que operan en territorio egipcio. La semana pasadas cerró cuatro privados y envió advertencias a dos más por su contenido. A principios de este mes, las autoridades cerraron el canal saudí Orbit y el jordano Al-Badr por incitación al odio.
Lo más preocupante, según numerosos especialistas, es la decisión del gobierno de que las empresas privadas que emiten señales vía satélite tramiten nuevos permisos. Sin ellos tendrán que emitir desde instalaciones estatales, lo que demorará más la cobertura periodística y facilitará la censura.
Esas restricciones coinciden con los fuertes controles sobre los servicios brindados a los 60 millones de usuarios de telefonía móvil de Egipto.
La Autoridad Nacional de Regulación de las Telecomunicaciones anunció el 11 de este mes que las organizaciones necesitarán licencias para utilizar agregadores de SMS, que envían mensajes en grandes cantidades. El contenido deberá ser aprobado por varias agencias estatales antes de su emisión.
El ministro de Tecnologías de la Información y Comunicaciones, Tarek Kamel, negó toda motivación política detrás de las nuevas medidas.
Pero los críticos sostienen que las autoridades pretenden restringir la actividad de la oposición de movilizar votantes y organizar manifestaciones. Sólo las agrupaciones "favorables" obtendrán permisos y quedarán afuera la Asociación Nacional para el Cambio, de El Baradei, el movimiento Kefaya, y la Hermandad Musulmana.
Las medidas también perjudicarán la labor de organizaciones no gubernamentales de observar el desarrollo de las elecciones así como el funcionamiento de varios canales independientes de noticias.
Otras herramientas como blogs y redes sociales como Facebook y Twitter no se verán afectadas. Pero muchos suponen que pronto las autoridades tomarán medidas al respecto.