La ONU acusa a Kazajstán de ocultar la verdadera situación de su sistema carcelario. Las prisiones han sido remodeladas, pero cientos de reclusos continúan automutilándose en protesta contra las torturas y los maltratos.
Los presos aseguran que las golpizas y las violaciones son comunes en las cárceles, y que la única forma de hacer que su reclamo sea oído en el mundo exterior es mutilándose.
"Las protestas continúan y parece que continuarán, lamentablemente, y más personas se mutilarán. Es la única forma que tienen de protestar contra la situación desesperada que viven", dijo a IPS Tanja Niemeier, asesora política que integró una delegación liderada por el europarlamentario Joe Higgnis que entrevistó el mes pasado a ex prisioneros kazajos.
"Funcionarios han dicho que la situación mejora, pero no es así. Las cosas están muy mal", añadió.
Kazajstán, una ex república soviética rica en recursos naturales, ubicada en Asia central y gobernada desde 1991 por el presidente Nursultan Nazarbayev, ha recibido críticas internacionales por su desempeño en materia de derechos humanos desde hace varios años. Las violaciones a las libertades fundamentales han sido documentadas en todos los niveles de la sociedad.
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Pero algunas de las más severas críticas han sido hechas contra el sistema penal.
Ex convictos han denunciado horrible brutalidad en las prisiones. Revelaron casos de reclusos colgados de los techos y golpeados, de guardias que orinaban en las celdas y arrastraban a prisioneros como trapos humanos, y de presidiarios obligados a tragarse los escupitajos de los vigilantes.
Las denuncias sólo hicieron que los reclusos fueran víctimas de represalias. A veces eran transferidos a prisiones aun más violentas.
Las condiciones de alojamiento en las cárceles, construidas el marco del Gulag soviético (sistema penal de campos de trabajos forzados), son también un grave problema.
Los convictos por lo general habitan en barracones remodelados con capacidad para hasta 100 personas, y las celdas previstas para 10 presos llegan a estar ocupadas por 20 a la vez. Los prisioneros afirman que se les permite usar la ducha solamente una vez cada dos semanas, y que son mal alimentados.
La desesperación ante esta situación motivó la actual ola de automutilaciones. Más de 100 convictos se inflingieron daño en los últimos dos meses. Fotos tomadas con sus propios teléfonos celulares mostraban a varios de ellos con sus vientres abiertos. Algunos lograron hablar con medios locales desde sus celdas.
El gobierno kazajo asegura que los prisioneros no están realizando protestas, sino que fueron obligados a herirse a sí mismos por bandas que operan dentro de las cárceles.
"Esta es la versión del gobierno. Nosotros contamos con información de los propios prisioneros y tenemos razones para ponerla en duda", dijo Niemeier.
Las autoridades kazajas también negaron que la tortura fuera generalizada, y aseguraron estar investigando casos particulares, aunque muchos ya habían resultado ser infundados.
Sin embargo, el relator especial de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) sobre la tortura, Manfred Nowak, llegó a otras conclusiones tras visitar este país el año pasado y reunirse con reclusos y ex convictos.
Nowak dijo en su informe que "el uso de la tortura y de los maltratos sin duda va más allá de casos aislados".
También señaló que las autoridades locales habían intentado ocultar la verdadera situación de las cárceles, comprando nuevas camas, limpiando las celdas y obligando a los reclusos a pintar las paredes de los establecimientos en los días previos a su visita.
Nowak hizo una serie de recomendaciones para mejorar las condiciones de las cárceles, como establecer un adecuado procedimiento de denuncias, garantizando que no deriven en represalias.
Al hablar con IPS esta semana, tras volver a visitar a Kazajstán a fines del mes pasado para supervisar la implementación de sus recomendaciones, Nowak dijo que las autoridades kazajas se habían dedicado a "decorar la vidriera" en lugar de resolver la situación.
"La tortura sigue siendo un gran problema. El gobierno hizo mucho para obstruir mis esfuerzos de averiguación en 2009. Fue difícil para mí hacer una buena evaluación de la situación", dijo.
Nowak expresó su inquietud por la última ola de automutilaciones. "Cada mutilación, herida o huelga de hambre es una seria fuente de preocupación. Las denuncias deben ser investigadas y se debe averiguar por qué están pasando esas cosas", afirmó.
Activistas kazajos opinaron que la ola de protestas de los reclusos demostraba que el problema en el sistema penitenciario había alcanzado un "punto crítico".
"El sistema necesita cambios radicales, pero nadie quiere hacer nada. La tortura se propagó. El mecanismo para hacer denuncias no funciona para nada, y sencillamente no hay ninguna respuesta a esas denuncias", dijo a periodistas el activista Vadim Kuramshin, quien estuvo e prisión acusado de difamación, y quien asegura haber sido torturado y violado.
Por su parte, Matthew Pringle, de la no gubernamental Asociación para la Prevención de la Tortura, dijo a IPS: "Es el viejo problema: la tortura. Hay mucho para trabajar, y debe hacerse cuanto antes para cambiar la situación".
Mientras, Niemeier informó que uno de los objetivos era presionar a los europarlamentarios para que cancelaran la cumbre en diciembre próximo de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, cuya presidencia rotativa es en estos momentos ejercida por Kazajstán.
"Estamos haciendo lo mejor de nosotros para presionar a los europarlamentarios con el fin de que se detenga esta cumbre. Los países occidentales están hacienda la vista gorda a la tortura en Kazajstán porque quieren los recursos de este país", sostuvo.