Los daños a la salud, la economía, la infraestructura y la vivienda del provisional saldo de 150 días de lluvia, desnudan la magnitud de la vulnerabilidad de Nicaragua ante los fenómenos de la naturaleza, en una situación extensible al resto de América Central.
El Comité de Defensa Civil del Ejército de Nicaragua reveló que las lluvias registradas desde el inicio del invierno, en mayo, han superado marcas históricas en los niveles de crecimiento de las fuentes de agua, con un saldo provisional de 55 muertos de los 400 registrados en el istmo centroamericano.
De acuerdo al reporte, el aumento del nivel de los dos grandes lagos del país, el Cocibolca y el Xolotlán, ubicados entre la franja del Pacífico y la región central del país, han superado los récords históricos, para situarse incluso por encima de los registrados en 1998, cuando el país sufrió los estragos del huracán Mitch.
Aquel huracán es el fenómeno más destructivo padecido por el área centroamericana del que se tenga registro y dejo tras de sí más de 11.000 muertos y pérdidas económicas superiores a los 50.000 millones de dólares.
El agua de ambos cuerpos acuáticos se ha extendido sobre sus costas normales, hasta alcanzar en algunos casos hasta cinco kilómetros tierra adentro, inundando y arrasando poblaciones costeras.
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Igual situación ha ocurrido con ríos, lagunas, cauces y quebradas de provincias no costeras, donde se han inundado comunidades enteras en todos los puntos cardinales del país.
El reporte oficial de daños, suministrado por la Secretaria de Comunicación y Ciudadanía de la Presidencia, estimó que 80 de los 153 municipios nicaragüenses fueron afectados severamente y 255 comunidades quedaron inundadas.
El saldo hasta ahora es de 55 personas fallecidas, 71.000 damnificadas, 800 kilómetros de carreteras destruidas y cientos de calles arruinadas por las corrientes de agua desbordada.
También se contabilizaron más de 8.000 viviendas dañadas, 12.114 personas refugiadas en más de 80 albergues de emergencia, y al menos 300.000 habitantes en estado de alerta ante el peligro de nuevos deslaves, inundaciones y corrientes creadas por las lluvias, que se prolongarán hasta mediados de noviembre según las previsiones.
El Ministerio de Salud informó que la humedad y las condiciones de hacinamiento en los refugios provisionales comenzaron ya a generar epidemias de enfermedades respiratorias e infecciones intestinales por la contaminación de las fuentes de agua potable de todo el país.
Ante la emergencia, el presidente Daniel Ortega estableció un estado de alerta nacional, ordenó una reforma presupuestaria para disponer de cerca de 60 millones de dólares para enfrentar la crisis y decretó un estado de emergencia sanitaria para enfrentar las epidemias.
Las medidas frente al desastre fueron recibidas con alivio por los afectados y por diferentes organizaciones, aunque la oposición política también manifestó desconfianza por la implementación de algunas de ellas.
Para Marlene Mendieta, dirigente comunal del sector de Los Pescadores, una extensa barriada ubicada a orillas del Lago de Managua, gracias a la actuación del gobierno se evitaron daños aún más graves.
"Si el ejército no nos hubiese ayudado, hasta nos hubiéramos ahogado, ahora la comida y la medicina no falla en el refugio", aseguró a IPS esta damnificada.
Para el ex candidato presidencial del disidente Movimiento Renovador Sandinista, Edmundo Jarquín, las medidas adoptadas ante la emergencia eran necesarias, "pero no son suficientes".
"Hay que organizar un plan nacional para superar la vulnerabilidad de las familias en situaciones de riesgo, y evitar todos los años hacer lo mismo, que es rescatarlas de los desastres", dijo a IPS.
El jefe de la Defensa Civil, el general Mario Perezcassar, planteó que el tejido social de la población está severamente afectado por la intensidad de las lluvias "que han venido a agravar las condiciones de vulnerabilidad y pobreza en que vivía esta población".
Detalló a IPS que su institución contaba con un Plan de Invierno 2010 para enfrentar emergencias por desastres naturales, pero la intensidad de las lluvias superó todas las expectativas.
Miles de hectáreas de cultivos de granos se han perdido, lo que ya provocó escasez en la oferta y encareció el precio de alimentos esenciales en la dieta nicaragüense, lo que amenaza con agravar las condiciones alimentarias de miles de familias que se quedaron sin vivienda, trabajo y parcelas sembradas.
El Programa Mundial de Alimentos anunció el envío de asistencia humanitaria a los damnificados de comunidades indígenas del Caribe nicaragüense, donde la tormenta Matthew pasó en esta última semana de septiembre, dejando un rastro de perdidas.
Rafael Ramírez, presidente ejecutivo del Sistema Nacional de Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (Sinapred), dijo a IPS que aún faltaban 45 días de lluvias más y recordó que octubre es el mes donde históricamente se registran más precipitaciones.
Nicaragua es un ejemplo de lo que acontece en toda la zona. Esta misma semana las lluvias se ensañaron con todos los países que van del norte de Sudamérica hasta México, el país donde al igual que Colombia se produjeron catastróficos deslizamientos, mientras en otros puntos se multiplicaron las inundaciones y las víctimas mortales.
Las desusadas precipitaciones por el paso de varias tormentas y ciclones están vinculadas al fenómeno de La Niña.
Tanto La Niña como El Niño son las fases extremas de un fenómeno oceánico-atmosférico conocido como "El Niño Oscilación del Sur" (ENOS), que ocurre en la zona ecuatorial del océano Pacífico con una frecuencia de entre dos y siete años, impactando en muchas regiones del sur y el centro de América.
En el caso de La Niña, el fenómeno provoca el enfriamiento atípico de las aguas superficiales del mar y el incremento de los vientos alisios, que viajan de oriente a occidente sobre la franja ecuatorial y genera variadas alteraciones climáticas.
La consecuencia más dramática ocurrida hasta ahora fue la reportada el martes 28 en México, cuando un deslave sepultó cientos de viviendas en el poblado indígena de Santa María en el sureño estado de Oaxaca, fronterizo con Guatemala.
En América Central el peligro potencial de las lluvias aumenta porque el suelo de todo el istmo está saturado de agua, sin que la tierra tenga capacidad de mayor absorción, cuando el saldo provisional es ya de 400 muertos, miles de damnificados y pérdidas no cuantificadas pero estimadas en miles de millones de dólares.
La Niña ha causado en la región lluvias 40 por ciento más copiosas que las habituales y los reportes provisionales son de más de 250 muertos en Guatemala, inundaciones y propagación de enfermedades en Honduras, desbordes de ríos y fuentes de agua en Panamá y Costa Rica y serios daños a la infraestructura de El Salvador.