Organizaciones no gubernamentales de Birmania se introducen en el campo minado de las actividades preelectorales de este país gobernado por una junta militar, dando pie a posibles cambios en el paisaje político.
Las entidades de la sociedad civil han estado ocupadas capacitando a potenciales candidatos para los comicios generales que los jerarcas militares han prometido realizar este año, actuando en áreas como Rangún, la ex capital, y el centro del país, así como en las zonas fronterizas, donde residen muchas minorías étnicas disconformes.
Este trabajo preelectoral es liderado por organizaciones más grandes que cuentan con el reconocimiento oficial, y por otras más pequeñas que actúan en silencio para evitar ser detectadas por las autoridades.
Myanmar Egress, creada en 2006 por el editor de revistas Nay Win Maung, es una de las más grandes que lideran programas de educación política dirigidos a los 44 partidos políticos que se han registrado para postularse a los comicios, cuya fecha aún no se anunció. Myanmar es el nombre con que los militares llaman a Birmania.
De estos partidos, 20 tienen una base étnica, hecho significativo dado que existen tenues acuerdos de cese del fuego entre muchas comunidades rebeldes y la junta.
[related_articles]
"Está claro que Myanmar Egress ha asumido el liderazgo en materia de educación política para los potenciales candidatos, así como miembros de los partidos" en general, dijo un analista occidental radicado en Rangún que pidió no ser identificado.
"Se reúnen con los partidos recién formados, debaten sobre la Constitución, leyes electorales, regulaciones partidarias, funcionamiento democrático y relaciones entre los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil o los medios de comunicación", agregó.
Las organizaciones no gubernamentales dedicadas a temas de educación, agricultura, salud, ambiente y género también transmiten un mensaje democrático en un entorno opresivo donde unos 2.200 disidentes políticos han sido encarcelados.
"Si su objetivo es educar a la población sobre vías democráticas y mostrarle que la sociedad civil puede y debe ser socia del gobierno en la toma de decisiones, entonces este objetivo claramente se está cumpliendo con mucha eficiencia", dijo el analista en una entrevista desde Rangún.
"La cantidad de personas que participan en este movimiento no confrontativo, ya sea uniéndose a partidos políticos o trabajando para organizaciones de la sociedad civil, crece cada día", añadió.
Birmania tiene 64 organizaciones no gubernamentales y 455 asociaciones comunitarias oficialmente reconocidas. Pero "hay muchas más entidades no gubernamentales en el país que no están registradas y trabajan para ayudar al pueblo. Reciben pequeñas sumas de gobiernos extranjeros", dijo a IPS un activista radicado en Rangún, a condición de preservar su anonimato.
Organizaciones como Egress cuentan con la bendición de la junta. Sucesivos gobiernos militares han controlado Birmania desde el golpe de Estado en 1962.
Una disposición incluida en la Constitución de 2008 reconoce el rol de las organizaciones de la sociedad civil en el paisaje político.
La incursión de las entidades no gubernamentales en la política birmana sobreviene a raíz del rol crucial que jugaron luego de la destrucción que sembró en mayo de 2008 el ciclón Nargis.
Esta vez, la capacitación que brindan a los partidos políticos es un alivio, dado las serias dificultades que enfrentan algunos de ellos, que pueden "ser descritos como una posible oposición al régimen", dijo un diplomático europeo que maneja asuntos birmanos.
"La lista de candidatos a postularse en todo el país es muy pequeña, a causa del riesgo político y a que quienes califican como candidatos son muy limitados", agregó.
En este contexto, la asistencia en cuestiones de liderazgo, las habilidades para el activismo, la capacidad de oratoria y la visión política ayudarán a los candidatos en un país donde las últimas elecciones se realizaron hace dos décadas, dijo el diplomático a IPS.
La opositora Liga Nacional por la Democracia triunfó en los comicios de 1990, pero sus resultados fueron anulados por los militares.
"Por lo menos cinco de los partidos representan a la oposición, ubicándose" en el centro del espectro político, sostuvo el diplomático.
"Dicen no estar cerca de la Liga, lo que vuelve estas elecciones más complejas", añadió.
Entre esos partidos está la Fuerza Nacional Democrática, encabezada por el ex prisionero político Than Nyein, quien junto con otros se escindió de la Liga, liderada por la premio Nobel de la Paz 1991 Aung San Suu Kyi.
La división tuvo lugar luego de que Suu Kyi pidió a su partido que boicoteara los comicios de este año debido a las represivas condiciones electorales impuestas por la junta.
Otros partidos "no están respaldados por exiliados políticos birmanos ni son apoyados por Aung San Suu Kyi y la Liga dentro del país", señaló el diplomático.
Además de la falta de apoyo del más reconocido electorado pro-democrático y del desafío que enfrenta al haber un régimen determinado a permanecer en el poder, los candidatos de la Fuerza Nacional Democrática, el Partido de la Unión Democrática y el Partido Democrático de Myanmar también tienen que superar la carga financiera.
Cada candidato tiene que pagarle a la Comisión Electoral unos 500 dólares, suma que supone alrededor de al mitad del salario anual de un empleado público de mediano rango.
En este contexto, los activistas birmanos exiliados, hasta ahora considerados adalides del movimiento democrático, observan con desdén la capacitación de candidatos que llevan a cabo las organizaciones no gubernamentales.
Ese entrenamiento "no ayudará a cambiar la situación en el país", opinó Soe Aung, subdirector de asuntos exteriores en el Foro para la Democracia en Birmania, la mayor red de exiliados políticos del país.
"Está muy claro que la junta militar no está dispuesta a tener elecciones libres y limpias. Así que ¿por qué molestarse en formar a los candidatos?", planteó a IPS.