Lucha contra minas antipersonal en dificultades en Camboya

La disminución de la asistencia internacional otorgada a Camboya para erradicar las minas antipersonal atenta contra el objetivo nacional de no tener más víctimas por esa causa en 2012.

El último mortal recordatorio del atribulado pasado de Camboya ocurrió el 1 de mayo, cuando agricultores desprevenidos hicieron estallar una mina antitanque, que llevaba años enterrada, en Pailin. La provincia fue bastión del Jemer Rojo, que en los años 70 gobernó con mano dura este país.

"Un grupo de campesinos regresaba de su jornada laboral", señaló Cameron Imber, responsable de programa de la organización británica The Halo Trust, leyendo la noticia. "El vehículo iba por un sendero en medio del campo. Cinco murieron y nueve quedaron heridos."

Fue el peor accidente de ese tipo en la provincia en, al menos, los últimos dos años.

El hecho muestra el trabajo que resta por hacer en esta nación de Asia sudoriental, de 14,8 millones de habitantes y con la mayor cantidad de minas antipersonal, para disminuir accidentes con restos de armas enterradas desde hace tiempo.
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Es muy difícil erradicar las minas antipersonal en uno de los países más pobres de la región. Camboya necesita asistencia financiera de la comunidad internacional, según funcionarios. La ayuda menguó el año pasado.

"Tuvimos problemas con las finanzas este año", confirmó Leng Sochea, subsecretario general de la Autoridad de Asistencia a Víctimas y Acción contra las Minas.

Los donantes entregaron 30 millones de dólares al año en los últimos tres para erradicar las minas. "Por ahora, seguro, sólo tenemos 23 millones de dólares", añadió.

La falta de fondos puede afectar la capacidad de Camboya de cumplir sus obligaciones internacionales en materia de erradicación de minas.

"Si nuestros socios mantienen su promesa y nos dan fondos, quizá podamos cumplir con nuestras obligaciones", señaló Leng. "Necesitamos que asuman su responsabilidad", añadió.

Hubo 4.000 víctimas en 1996, n la etapa de reconstrucción del país. La cifra disminuye desde entonces. En 2008, 244 murieron o sufrieron heridas tras el estallido de submuniciones enterradas, tras tres décadas de conflicto.

El recorte de fondos también perjudicó a la organización, señaló Imber. De los siete millones de dólares que recibía hace dos años, pasó a cuatro en 2010, lo que obligó a The Halo Trust a disminuir sus operaciones.

La situación se debe al "cansancio de los donantes" porque Camboya sale de su objetivo.

Casi la mitad de las aldeas del país tenía minas antipersonal, según una encuesta realizada en 2002. El miedo hace que los campesinos no aprovechen tierras cultivables, fundamentales para su subsistencia.

Erradicar las minas antipersonal es un asunto tan importante para Camboya que es uno de sus Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio.

Las metas apuntan a reducir a la mitad la proporción de personas que viven en la indigencia y padecen hambre, lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la materna en tres cuartos, entre 1990 y 2015.

También luchar contra la expansión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), el paludismo y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y generar una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur.

Las autoridades camboyanas reconocen que será imposible alcanzar la meta de no más víctimas por minas antipersonal en 2012. "Era un objetivo demasiado ambicioso", señaló Leng.

El gobierno también revisó su compromiso en el marco del Tratado de Ottawa, de 1997, que prohíbe el uso de minas antipersonal y obliga los estados signatarios a limpiar las zonas afectas. La fecha límite de Camboya venció en 2009, pero consiguió una prórroga de 10 años.

"Nuestra experiencia de los últimos dos años indica que es un plazo más factible", señaló Leng.

El trabajo también hizo que Camboya se abstuviera de firmar la Convención sobre Bombas de Racimo, que entró en vigor el 1 de agosto.

Hay entre 1,3 millones y 7,8 millones de submuniciones sin explotar en Camboya, según distintas estimaciones, que datan del bombardeo de Estados Unidos de 1969 a 1973, en el marco de la guerra de Vietnam.

Camboya fue criticada por no firmar la Convención, pese a ser uno de sus defensores.

Pero las autoridades arguyen que, primero, deben investigar cómo afectará al ejército, qué superficie se puede limpiar realmente y cuánto tiempo y dinero insumirá la labor.

"Si firmamos, quedamos con las manos atadas", indicó Leng.

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