Los vehículos blindados y los soldados que se ven desde julio en la Cachemira india no hacen más que agravar la situación de violencia, que este lunes se cobró más víctimas.
Es un mal presagio para la atribulada provincia de mayoría musulmana de Jammu y Cahemira, luego de un periodo de relativa calma tras las elecciones de diciembre de 2008. India y el vecino Pakistán se enfrentaron tres veces por la provincia fronteriza.
La situación que se vive en Cachemira, en especial en su capital, Srinagar, es una vuelta a la violencia de fines de los años 80 y principios de los 90, que dejó más de 50.000 personas muertas, la mayoría civiles.
El 7 de julio, el ejército indio no luchó contra los rebeldes de antaño, sino con jóvenes enfadados y con piedras, quienes crecieron en los difíciles años de la insurgencia que comenzó en 1989.
Los separatistas de Cachemira quieren escindirse de India, de mayoría hindú, y formar un estado independiente. Los insurgentes respaldados por Pakistán pretenden unirse a ese país musulmán.
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Por lo menos 27 personas murieron en las últimas siete semanas, la cifra más alta desde las protestas de 2008, cuando jóvenes enfadados lanzaron piedras contra las fuerzas de seguridad.
Varios factores relacionados a décadas de violencia en Cachemira llevaron al actual estallido, coinciden numerosos analistas, como la mala gobernanza en materia de derechos humanos, la política de seguridad de Nueva Delhi, el descontento de los jóvenes y las dificultades económicas, además de la existencia de grupos armados.
"El ejército estuvo aquí en los años 90, cuando la gente portaba armas. Veinte años después, lo mandan otra vez para reprimir personas con piedras", señaló Mehbooba Mufti, presidenta del opositor Partido Popular Democrático, de Jammu y Cachemira.
"Tienen que reconocer que hay un error de gobernanza y que la gente tiene derecho a estar enfadada", sostuvo. "Se demoniza todo al recurrir al ejército, se distancian de los ciudadanos. No ayuda a nadie", remarcó.
"En el marco de una mala gestión de la situación política, se decreta un toque de queda", arguyó Sajjad Lone, presidente de la Conferencia del Pueblo, quien pasó de estar a favor de la escisión a participar en el proceso electoral.
Según el ministro jefe de Cachemira, Omar Abdullah, era necesaria la presencia del ejército. "Se pensó mucho", declaró en televisión. "Los ánimos estaban caldeados. No funcionó ninguna negociación política", apuntó.
El gobierno provincial se perdió la oportunidad contener las protestas sin agravar las tensiones, señaló el periodistas Ahmed Ali Fayyaz. Después de todo, "la situación de los derechos humanos, a la que se adjudica la violencia se diluyó", añadió.
La propagación del descontento obedece a la inestabilidad que genera inseguridad en muchos jóvenes respecto del futuro, señaló Amitabh Mattoo, especialista en Cachemira y profesor de política internacional de la Universidad Jawaharlal Nehru, de Nueva Delhi.
Ochenta por ciento de la población de Jammu y Cachemira se preocupa mucho por el desempleo, concluyó una encuesta divulgada en mayo por Robert Bradnock, del grupo de estudio Chatham House, con sede en Londres.
El gobierno indio sospecha que Pakistán, que controla la otra parte de la antigua Cachemira, alienta los disturbios en la provincia india tras su incorporación a este país en 1947.
Islamabad, por su parte, sostiene que sólo brinda apoyo moral a quienes aspiran a independizarse de India.
"Nueva Delhi puede llegarle a la población de Cachemira", sostuvo Mattoo en un debate televisado. "Pero debe tener imaginación y creatividad para comenzar un nuevo capítulo", añadió.
La última expresión de malestar estuvo avivada por sentimientos contenidos respecto de violaciones de derechos humanos no procesadas, señaló B. Raman, director del Instituto de Estudios Tropicales y ex responsable de la agencia de inteligencia de India.
"Pakistán sólo aprovecha para fomentar el malestar" en la Cachemira india, añadió.
Otra encuesta realizada por Chatham House concluyó que 44 por ciento de los consultados en la Cachemira pakistaní están a favor de la independencia, comparados con 43 por ciento entrevistados en la parte india.