Asistencia a Pakistán expone desconfianza en el gobierno

Los pedidos de asistencia a los damnificados por las peores inundaciones sufridas por Pakistán en décadas se suceden por todas las formas y medios de comunicación. Pero es difícil saber con cuál colaborar por la falta de confianza en las instituciones y las organizaciones del país.

Damnificados por las indundaciones en Pakistán. Crédito: M Fahim Siddiqi/IPS.
Damnificados por las indundaciones en Pakistán. Crédito: M Fahim Siddiqi/IPS.
"No sé cómo empezar a ayudar a esta gente que perdió casi todo, su hogar, su tierra, sus animales, y algunos, hasta su familia", señaló Ambreen Siddiqui, de 35 años y con dos hijos.

Las solicitudes de ayuda indican cómo y a quién entregar las donaciones, pero Siddiqui no sabe en quién confiar. Pero sí está segura que no contribuirá con el fondo creado por el primer ministro Yusuf Raza Gilani.

Mucha gente en Pakistán piensa lo mismo, lo que refleja la profunda desconfianza y enfado con el gobierno. El sentimiento se vio exacerbado por la visita del presidente Asif Ali Zardari a Francia y Gran Bretaña a principios de este mes, cuando las inundaciones causaron el grueso de la destrucción.

"No escuché ni una vez que la radio detallara el aporte de los ricos. ¿Cómo espera el gobierno que yo colabore así?", preguntó con enfado Salma Ahmad, de 75 años.
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"El gobierno no es honesto, eso es lo que escuchamos todo el tiempo en los medios", señaló Azra Ahsan, un obstetra de Karachi. "Ellos no responden, así que debe ser cierto. El mensaje que nos llega es que no les importa", añadió.

"Incluso escuché al canciller decir a los pakistaníes de Estados Unidos que colaboren generosamente", añadió. "Dijo que si no confían en el gobierno que donen a las organizaciones en las que sí creen. Es risible que las autoridades reconozcan eso", comentó.

"La respuesta del gobierno en la primera semana del desastre fue lenta. Le llevó tiempo organizarse", indicó Hassan Askari Rizvi, analista de la septentrional ciudad de Lahore.

En cambio, el ejército fue elogiado por sus operaciones.

"Tiene capacidad organizativa y está entrenado para lidiar con situaciones difíciles como rescatar personas, conducir operaciones humanitarias, construir puentes y restaurar las comunicaciones", explicó.

Las inundaciones mataron a 1.600 personas y afectaron a casi 20 millones más. Un quinto del territorio del país quedó bajo agua.

Además, muchas personas organizaron sus propias donaciones.

Salim Tabani, de 49 años y propietario de una fábrica en Karachi, llevó cuatro camiones con alimentos, reunidos con sus amigos, a los distritos de Khaipur y Kashmore, en la provincia de Sindh.

"Ahora ya sé lo que se necesita y volveré la semana que viene con más donaciones", indicó.

Un grupo de mujeres jóvenes también juntaron ropa en esta ciudad.

Estudiantes de diseño textil juntan camisetas viejas y desteñidas y confeccionan sábanas, colchones y hamacas.

Una galería de arte organizó una "subasta silenciosa" de cuadros de 88 artistas y juntó 140.000 dólares.

Otro grupo de mujeres juntó botellas de plástico para rellenarlas con agua potables.

En Peshawar, en la noroccidental Provincia de Khyber Pakhtunkhwa, Najiullah Kattak, de 32 años, ya juntó 250.000 dólares mediante un grupo que creó el 2 de este mes en la red social Facebook.

"Con unos amigos decidimos juntar fondos y dárselos a una organización", dijo Khattak a IPS por teléfono desde Peshawar.

En el ámbito internacional, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) registró un marcado aumento de las donaciones. El foro mundial pidió 460 millones de dólares y ya recibió 227,8 millones.

El desastre es tan grande que ningún gobierno, corrupto o no, puede lidiar solo con él, indicó Khattak. Las organizaciones humanitarias vinculadas con grupos extremistas también están atareadas entregando alimentos calientes y recibiendo contribuciones.

Preocupado por los posibles avances que puedan hacer esas organizaciones, el ministro del Interior, Rehman Malik, declaró que las que estén "proscritas" no pueden visitar las zonas inundadas.

"Las fuerzas negativas pueden querer explotar la situación", declaró esta semana Zardari en conferencia de prensa con el senador estadounidense John Kerry, de visita en el país.

Una de esas organizaciones es la Fundación Falah-e-Insaniyat, vinculada con Jammat-du-Dawa, acusada de perpetrar los atentados de 2008 en la ciudad india de Mumbai.

En los 43 campamentos que tienen en Khyber Pakhtunkhwa, Sindh y Punjab, "sirven dos comidas calientes al día para 45.000 personas", dijo a IPS su presidente, Hafiz Abdul Rauf.

No debería haber problema "mientras la asistencia sea neutral, imparcial e independiente, pues se ajusta con los principios humanitarios", señaló Maurizio Giuliano, de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios.

Pero muchas de las iniciativas no están bien organizadas.

"Cada una hace lo suyo. Nadie confía en nadie. Me preocupa que se apague la pasión de las personas por ayuda", señaló Siddiqui.

"Es Ramadán y la gente está más generosa, pero tenemos que pensar en una estrategia a largo plazo", añadió.

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