ALIMENTACIÓN-KENIA: Veneno en los graneros

A pesar de la gran cosecha de maíz hace apenas unos meses, muchos habitantes del este de Kenia pasan hambre. Aunque los graneros están llenos, la producción no se puede vender, y mucho menos comer.

"Dicen que está contaminada. Expertos del gobierno nos alertaron que tiene aflatoxinas", dijo Judith Mwende, de la aldea Mutomo, en el oriental distrito keniano de Kitui.

Las aflatoxinas, sustancias tóxicas cancerígenas producidas por hongos y conocidas tradicionalmente en la región como "mbuka", han afectado a muchos residentes de la Provincia Oriental.

Con lágrimas en los ojos, Mwende recordó cómo perdió a su madre y a su hija hace seis años. Fueron dos de las 123 víctimas del maíz contaminado con aflatoxinas en 2004.

"Cuando la cosecharon, pensaron que era comida. Pocos sabíamos que era veneno. Y ahora está aquí de nuevo. Plantamos maíz para comer, y sin embargo tenemos ese veneno en nuestros graneros", dijo esta madre de tres hijos de mediana edad.
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Mwende sólo puede cultivar cuando llueve, y en esta área las precipitaciones han sido escasas. Luego de tres años de sequía sólo llovió en esta región en 2009.

Esta situación ha llevado a una mujer a intentar combatir la contaminación de las cosechas.

La científica keniana Sheila Okoth busca una solución sostenible a la contaminación con micotoxinas de los alimentos. Ella lidera el proyecto interdisciplinario de Conservación y Administración Sostenible de la Biodiversidad Bajo Tierra (CSM-BGBD).

"Estamos evaluando todas las vías para la aceptación local de un método efectivo para controlar la contaminación", dijo Okoth.

La experta decidió buscar una solución luego de que investigaciones revelaran que los países africanos no tenían tecnologías costo-efectivas para reducir el riesgo de la exposición humana y animal a las aflatoxinas.

El Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) también lanzó un proyecto propio de exploración de métodos para el manejo de las aflatoxinas.

Según Felicia Wu, profesora asistente de la Universidad de Pittsburgh y colaboradora del IFPRI, existe poca conciencia del problema en África. Y el conocimiento de tecnologías para enfrentarlo es muy limitado.

Actualmente no existe un procedimiento para combatir las aflatoxinas una vez que éstas se han producido. Sin embargo, la irrigación durante la polinización ha probado reducir los niveles de infección.

Cosechar granos en forma temprana y luego secarlos rápidamente ha demostrado ser una técnica efectiva para reducir el periodo de vida del hongo. Países industrializados como Estados Unidos han instalado sistemas de secado que son fácilmente controlados y monitoreados.

El proyecto CSM-BGBD por ahora ha propuesto métodos de control biológico, como el empleo de otros hongos que se alimentan de los que causan las enfermedades en las plantas.

"Tengo que desarrollar métodos de bio-control que sean más costo-efectivos y sostenibles, especialmente en Kenia", dijo Okoth, actualmente vinculada a la sudafricana Universidad de Stellenbosch y beneficiaria de una beca del programa Mujeres Africanas en Investigación Agrícola y Desarrollo.

En colaboración con el Departamento de Patología de Plantas de la universidad, Okoth estudia la posibilidad de desarrollar un maíz resistente a las aflatoxinas. "Estoy decidida a ser parte de la solución a un problema que hace que los granjeros pobres sean aun más pobres", afirmó.

La contaminación con aflatoxinas es un problema común en todo el mundo, pero el cambio climático ha hecho que se agravara especialmente en África. Las cosechas kenianas se infectaron este año tras las inundaciones del periodo 2009-2010, que afectaron severamente la región después de una sequía de tres años.

Junto a expertos sudafricanos, Okoth está en proceso de identificar los hongos que pueden alimentarse de aflatoxinas.

"Estamos haciendo buenos progresos. Y en cinco semanas esperamos comenzar las pruebas del método de bio-control en Kenia", anunció.

También espera diseñar técnicas de cosecha óptimas para los agricultores locales.

En la aldea keniana de Kwamonga, Eunice Mutinda todavía se aferra a sus cosechas. No está dispuesta a vendérselas a la Junta de Cereal y Producción a un precio reducido.

El gobierno ofreció comprar todo el maíz contaminado de la región a menos de la mitad del precio de mercado para destruirlo. Pero es algo que Mutinda no quiere hacer. En cambio, ha movilizado a otras 38 agricultoras para almacenar su producción en un banco de cereal común.

"Nos enteramos que se constató contaminación con aflatoxinas en los cereales de nuestra provincia. Pero no podemos arriesgarnos a perder nuestra producción antes de que sea adecuadamente analizada. No luego de haber pasado un periodo de larga hambruna", afirmó.

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