Los suizos deberán pronunciarse en noviembre sobre una iniciativa derechista que exige la deportación automática de los extranjeros que cometan delitos. Los esfuerzos del Partido Verde y de los Social Demócratas (SP) no lograron que el Consejo Federal (Poder Ejecutivo) y el parlamento la invalidaran.
Los extranjeros constituyen 20 por ciento de los 7,4 millones de habitantes de Suiza. Entre ellos hay otros europeos. Las campañas contra los inmigrantes se han vuelto comunes en el país.
En 2007, pocos meses antes de las elecciones nacionales, el derechista Partido Popular Suizo (SVP) presentó una iniciativa que reclamaba la expulsión automática de los delincuentes extranjeros.
La lista de delitos incluía violaciones, asesinatos, robos, venta de drogas e incumplimiento con el sistema de la seguridad social, entre otros.
La campaña del SVP se basó principalmente en un controvertido cartel que mostraba a una oveja negra expulsada del país, acompañada de una leyenda que instaba a crear una mayor "seguridad".
[related_articles]
Las organizaciones de migrantes, partidos de izquierda y la Comisión Federal contra el Racismo criticaron duramente esa campaña.
El Consejo Suizo de Refugiados dijo que la iniciativa era "extremadamente cuestionable" y señaló que su implementación violaría el derecho internacional.
La deportación automática de extranjeros condenados contradice el principio del derecho internacional que prohibe la expulsión a países donde una persona pueda ser juzgada.
La iniciativa también viola la Constitución suiza y el Convenio Europeo de Derechos Humanos.
A causa del acuerdo sobre la libre circulación de personas con la Unión Europea, casi dos tercios de la población extranjera de Suiza no puede ser expulsada.
Por lo tanto, la iniciativa crea una división discriminatoria dentro de los extranjeros, porque en los hechos sólo incumbe a las personas que no son de origen europeo.
Pese a los esfuerzos del Partido Verde y a los Social Demócratas (SP), el Consejo Federal y ambas cámaras parlamentarias no lograron invalidar la iniciativa. Por eso, el 28 de noviembre los ciudadanos suizos deberán volcarse a las urnas para votar al respecto.
En el Consejo Nacional, la cámara baja del parlamento, los debates aumentaron la temperatura. "En Suiza el pueblo es soberano, y el soberano no tiene que prestarle atención a un derecho internacional elástico e indefinible", dijo Walter Wobmann, del SVP.
"Suiza no puede convertirse en una tierra de leche y miel para los delincuentes extranjeros", agregó.
Andrea Geissbühler, también del SVP, sostuvo que es imposible reformar a "la mayoría de esos delincuentes extranjeros, que se burlan de nuestro sistema. Una vez que salen de la prisión, van directo a cometer el próximo delito".
Los extranjeros "no pagan multas, dado que, en cualquier caso, la mayoría de ellos vive a expensas del Estado", agregó.
Cada año son deportados entre 350 y 400 extranjeros, en aplicación de las leyes vigentes. Alard du Boys-Reymond, director de la Oficina Federal de Migraciones, prevé que, de aprobarse la iniciativa, esa cantidad se cuadruplicará.
Por temor al éxito de la iniciativa, el gobierno y la mayoría parlamentaria apoyan una contrapropuesta que será presentada a los votantes. Pero esto es ampliamente congruente con el proyecto de deportación.
Sin embargo, éste busca viabilidad y conformidad con el derecho internacional. En el marco de la contrapropuesta, lo que decidirá la expulsión automática será el grado de la sanción y no el cometer delitos específicos.
La contrapropuesta dividió a la izquierda, dado que algunos diputados eligieron apoyarla. "Intentamos evitar lo peor. Es como elegir entre la peste y el coléra", dijo Maria Roth-Bernasconi, del SP.
"La mayoría de los partidarios de la contrapropuesta básicamente concuerdan con la agenda establecida por el SVP, pero consideran que no está bien delineada", señaló Balthasar Glättli, secretario general de la organización Solidaridad Sin Fronteras.
Gianni D'Amato, director del Foro Suizo de Estudios sobre Migración y Población de la Universidad de Neuchâtel, enfatizó que "el discurso se mueve a favor del SVP, colocando a este partido de derecha en una posición hegemónica".
El éxito del SVP en las últimas cuatro elecciones atemorizó al resto del espectro político. El partido derechista pasó de tener el apoyo de 12 por ciento del electorado en 1991 a 29 por ciento en 2007. Actualmente ocupa 55 de los 200 escaños del Consejo Nacional.
Previo a las últimas cuatro elecciones, el SVP lanzó anunció iniciativas relativas a las migraciones o al asilo. "En la democracia directa de Suiza, las iniciativas no sólo fuerzan un voto nacional, sino que también presionan políticamente al órgano legislativo y determinan la agenda", dijo Gianni D'Amato.
Adrian Hauser, del Consejo Suizo de Refugiados, señaló que a menudo la derecha infla la delincuencia cometida por extranjeros a fin de crear temor.
D'Amato agregó que el discurso sugiere que el origen de una persona es la principal causa de su comportamiento desviado. "En contraste, los desvíos de los ciudadanos suizos habitualmente se explican por factores psicológicos", dijo.