COLOMBIA-VENEZUELA: Ruptura presagia más problemas

El fin de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela, dispuesto este jueves por el presidente venezolano Hugo Chávez, presagia una escalada que, sin embargo, podría detenerse según las decisiones que tome el mandatario colombiano electo, Juan Manuel Santos.

"Este es un día aciago para los pueblos de ambos países, que pierden con la ruptura de relaciones, y el primer perdedor es Santos", dijo a IPS el profesor de posgrado en estudios internacionales de la Universidad Central de Venezuela, Carlos Romero.

En su opinión, "la relación bilateral estará marcada por una gran tensión, y Santos deberá esforzarse y quizá sacrificar más para buscar recomponerla, mientras sobre el vacío que se ha creado cabalgarán problemas de seguridad fronteriza, de comercio y de tránsito de personas entre uno y otro país".

En cambio, el también profesor de estudios internacionales Adolfo Salgueiro estimó que los movimientos que llevaron a la ruptura fueron concertados entre Santos y el presidente en ejercicio, Álvaro Uribe, para que el nuevo mandatario reelabore a partir del 7 de agosto los términos necesarios para recomponer la relación.

La ruptura fue anunciada por Chávez apenas concluyó en Washington una sesión del Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en la que Colombia denunció la presencia de campamentos de guerrillas izquierdistas de su país en el occidente venezolano.
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Según Bogotá, en Venezuela se refugian comandantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN), dos grupos alzados en armas en 1964.

El embajador colombiano en la OEA, Luis Hoyos, mostró fotografías de supuestos campamentos o refugios de hasta 1.500 combatientes de las FARC.

"No nos queda, por dignidad, sino romper totalmente las relaciones diplomáticas con la hermana Colombia y eso me produce una lágrima en el corazón", dijo Chávez.

El mandatario hizo el anuncio a las puertas del palacio de gobierno en Caracas, mientras atendía una visita del astro del fútbol argentino Diego Maradona.

Chávez ordenó a las fuerzas militares estar alerta porque "Uribe es un mafioso capaz de cualquier cosa", como, por ejemplo, "mandar a montar un campamento simulado, para atacarlo, bombardearlo y atacar a Venezuela".

Hoyos pidió cooperación de Venezuela para desmantelar los supuestos campamentos guerrilleros y que una comisión internacional verificase sus denuncias en 30 días.

Pero su informe fue descalificado como "un montaje" y un "ratón que parió la montaña" por su par venezolano Roy Chaderton, y en Caracas por el canciller Nicolás Maduro y la presidenta de la Asamblea Nacional legislativa, Cilia Flores.

"Uribe le tendió una trampa a Chávez al anunciar por todo lo alto que presentaría unas pruebas que no fueron tales. El mandatario venezolano podía replicar con frialdad a la espera de que se despejase la incógnita de Santos o con una ruptura para remarcar la firmeza de su posición, que fue lo que finalmente se produjo", dijo Romero.

El ex canciller Simón Alberto Consalvi consideró que la ruptura "fue una reacción indebida, porque cuando hay crisis es cuando son más necesarias las relaciones y el diálogo, que ahora necesitarán la intervención de terceros".

Los analistas coinciden en "negarse a considerar o imaginar siquiera" que el actual clima degenere en incidentes que lleven a una confrontación armada.

Estados Unidos deploró la ruptura, así como el presidente uruguayo José Mujica, quien ofreció sus buenos oficios como mediador, en tanto Chávez dijo haber recibido llamadas de su par brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y de Néstor Kirchner, secretario general de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).

Maduro pidió una reunión urgente del Consejo Político de la Unasur, conformado por los cancilleres de los 12 países miembros, "para denunciar esta agresión de Colombia contra Venezuela".

En el sudoccidental estado de Táchira, fronterizo con Colombia, el presidente de la federación patronal en la región, José Rozo, también lamentó "estas medidas de política que tensan la vida de la frontera".

Desde que un año atrás se desplomó la relación política y el comercio bilateral, cuando Chávez denunció como agresión la cesión de siete bases colombianas a fuerzas militares estadounidenses, en el Táchira se han perdido 25.000 empleos y otros 35.000 en el vecino departamento colombiano Norte de Santander.

El comercio bilateral, que llegó a superar los 7.000 millones de dólares anuales, se redujo el último año a unos 1.200 millones. "Los comerciantes y habitantes de la frontera son los más perjudicados por estas decisiones de los presidentes", deploró el ex mandatario liberal colombiano Ernesto Samper (1994-1998).

Los despachos de Uribe y Santos demoraron en reaccionar a la decisión venezolana. Sólo el vicepresidente electo, Angelino Garzón, dijo que "utilizaremos todos los mecanismos para mejorar las relaciones con toda la región, incluida Venezuela".

Con todo, Chávez dejó abierto un postigo que podría utilizar Santos: "Ojalá que el nuevo gobierno de Colombia se inunde de espíritu latinoamericano y entienda que aquí podemos convivir gobiernos de derecha y de izquierda. Ojalá que el 7 de agosto podamos reiniciar un proceso de reacercamiento".

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