Nadie admite darles apoyo, pero centenares de «barrabravas» de Argentina viajaron a Sudáfrica en vísperas del comienzo este viernes de la Copa Mundial de la FIFA y amenazan con disturbios si los dirigentes del fútbol no les consiguen billetes para ingresar a los estadios.
Estos grupos de fanáticos son la expresión violenta de las hinchadas de fútbol argentino, con capacidad para presionar a dirigentes políticos, deportivos y a jugadores a cambio de dar aliento en los juegos o en actos político-partidarios.
Más de 300 de estos hinchas ya están en Sudáfrica. Doce fueron deportados por delitos perpetrados en Argentina, para lo cual las autoridades sudafricanas hicieron uso del derecho de admisión.
Uno de ellos, condenado por tentativa de homicidio, gozaba de libertad condicional y salió del país sin dificultad, al parecer porque las autoridades fronterizas no habían recibido la comunicación respectiva del juez, aunque otras versiones hablan de corrupción.
Muchos de los que se quedaron en Sudáfrica no tienen entradas y amenazan con desmanes si no las consiguen. Un dirigente deportivo admitió al diario argentino Clarín que para evitar "problemas serios" hay que darles boletos.
Sergio Danishewsky, sociólogo y periodista deportivo, dijo a IPS desde Sudáfrica que el fenómeno de estas hinchadas "es muy complejo" y "se fue afianzando" sin que nadie se anime a desarticularlo.
"Primero crecen como fuerza de choque, pactan con la dirigencia para respaldar o echar técnicos o jugadores y colaborar en procesos eleccionarios. A cambio, manejan espacios de poder económico como la venta de entradas, el estacionamiento cerca de los estadios o pasajes en los aviones", aseguró.
"Después se agregan los vínculos políticos, crece el poder, la influencia, ganan protagonismo como factor de presión y es cada vez más difícil desarticularlos", aseguró. Los cabecillas ostentan hoy una buena posición económica y tienen abogados caros.
El gobierno niega que se les dé apoyo. La dirigencia deportiva y el cuerpo técnico de la selección, comandado por el ex astro del fútbol internacional Diego Armando Maradona, también rechazaron de plano cualquier vínculo.
Para el sociólogo Diego Murzi, de la estatal Universidad de Buenos Aires, los hinchas organizados actúan desde los años 60, pero entonces la violencia se ejercía en defensa "del equipo frente a los rivales, mientras que ahora se transformaron en clanes que buscan posiciones de poder y se mueven por fines económicos".
A medida que el fútbol creció como negocio, "las barras reclamaron una mayor porción de esa torta", añadió. "El barra brava es un actor del universo del fútbol que tiene un enorme poder no institucional, al margen del sistema", precisó.
Lo que sorprende hoy, dijo, es que creció el número de ellos con capacidad para viajar a la Copa del Mundo, que se inaugurará este viernes en Sudáfrica. También, como en el pasado, se los vinculan a funcionarios gubernamentales y a dirigentes partidarios, especialmente del gobernante Partido Justicialista.
"Siempre hubo un puñado de barrabravas que fueron a campeonatos mundiales de fútbol apelando a sus contactos en los clubes, pero esta vez viajó un contingente", dijo. Además, calificó como "un hito" que haya una relación "evidente" con el Estado.
Murzi se refirió así a una "organización no gubernamental" creada en noviembre, llamada Hinchadas Unidas Argentinas, que prometió llevar 500 simpatizantes al torneo para convertirlos en "líderes sociales" que trabajen para la comunidad.
El grupo, liderado por Marcelo Mallo, hizo publicidad en los estadios a favor del ex presidente Néstor Kirchner (2003-3007), esposo y predecesor de la actual mandataria, Cristina Fernández, y posible candidato a sucederla en 2011.
Pero el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, rechazó esta vinculación y, además, consideró "una catástrofe" la creación de Hinchadas Unidas Argentinas, a la que denominó "un engendro". Reiteró que el gobierno "no financió" a ningún fanático para ir a Sudáfrica.
Mallo, dirigente de la agrupación Compromiso K y quien admite conocer a Fernández desde su militancia política y como allegado al Club Quilmes, llevó a más de 240 hinchas a Sudáfrica, quienes se alojan en una escuela.
Desde allí volvió a negar que tenga apoyo gubernamental o que haya recibido fondos públicos a cambio de publicidad política en estadios, pero no explica cómo se financia la agrupación.
Organizaciones no gubernamentales que trabajan para erradicar la violencia en el fútbol argentino contabilizan 249 muertes desde 1924 y acusan a la dirigencia política, deportiva y a la policía de amparar a los hinchas violentos.
Las asociaciones pidieron a la justicia investigar cómo fanáticos con causas judiciales viajaron a Sudáfrica, así como sus eventuales vínculos con el oficialismo y la fuente de financiamiento del periplo que estimaron en 2,7 millones de dólares.
La organización no gubernamental Salvemos al Fútbol cree que Julio Grondona, titular de la Asociación del Fútbol Argentino y primer vicepresidente de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), es uno de los que ampara a estos grupos desde hace décadas.
Pero Grondona niega la acusación. "La relación de los barras con Maradona y (el coordinador de la selección nacional Carlos) Bilardo nace en 1986", dijo Grondona este mes.
Aludió así a las gestiones de ambos para que 60 hinchas viajaran a México cuando Argentina se alzó con la Copa del Mundo en ese país. Desde entonces, las barras viajan a los mundiales, pero este año fueron tantos que restaron protagonismo a los jugadores.
Maradona negó de plano tal relación, mientras que Bilardo admitió vínculos con algunos, pero advirtió que no podrá conseguirles entradas. Lo hizo después de que el dirigente del club Boca Juniors y encargado de la delegación argentina en Sudáfrica, Juan Crespi, lo involucrara.
"Ellos (los barras) vienen todos los días, preguntan por Bilardo y dicen que les prometió entradas, y Bilardo nos dice que hay que conseguirlas, pero no sé cómo", declaró Crespi al diario Clarín de Argentina. El psicólogo Marcelo Roffé y el periodista José Jozami compilaron un libro titulado "Fútbol y Violencia: Miradas y propuestas", presentado este mes en Buenos Aires, que revela la complejidad de las relaciones sociales en ese deporte.
"El libro surgió para bajar el número de muertes dentro y fuera de los estadios", dijo a IPS Roffé.
Para el psicólogo, la violencia "no va a menguar mientras se mantenga la connivencia entre 'barrabravas', policías y dirigentes", y señaló que estos hinchas son "apenas un emergente de una matriz social mucho más compleja" teñida de corrupción.