El voto de un comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos para terminar las restricciones a los viajes y las importaciones agrícolas a Cuba es celebrado como una victoria por las fuerzas contrarias al bloqueo de medio siglo contra ese país caribeño.
De ser aprobado por las dos cámaras del Congreso legislativo, el proyecto de Ley de Impulso a las Exportaciones y Reforma a las Restricciones de Viajes también permitiría aflojar las limitaciones a la venta de productos agrícolas estadounidenses, impuestas por el ex presidente George W. Bush (2001-2009).
"Me enorgullece decir que el Comité de Agricultura votó este miércoles para poner fin a la miope y fracasada política que limita el acceso de la agricultura estadounidense al mercado cubano", dijo el representante Collin Peterson, del gobernante Partido Demócrata, firmante del proyecto junto a su par Jerry Moran, el opositor Partido Republicano.
"Una coalición de organizaciones agropecuarias, empresariales, religiosas y sociales han apoyado este proyecto, y la votación de hoy demuestra que el Congreso está listo para cambiar la postura nacional en este aspecto", agregó.
"Intentamos aislar a Cuba por más de 50 años, y no funcionó. Como pasa con otros países, quizás elevando el comercio, alentemos el avance democrático", dijo Peterson.
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El proyecto salió victorioso con 25 votos a favor y 20 en contra, y se elevará ahora a la directiva de la cámara, que debe decidir si lo presenta ante el pleno.
Fuentes del Congreso dijeron a IPS que la decisión sería afirmativa y que una sesión del pleno para votarlo podría celebrarse a fines de julio.
De ser aprobado, el proyecto pasará al Senado, donde las fuerzas a favor de mantener el bloqueo a Cuba (republicanas y de un puñado de demócratas anticastristas), son minoría, pero pueden apelar a maniobras obstruccionistas para demorar o incluso impedir la votación.
Con todo, había júbilo este miércoles en las filas de los defensores del fin del bloqueo, que Washington llama embargo.
"Un comité que tiene una perspectiva a favor del comercio y las empresas, políticamente centrado, llama al Congreso a levantar la prohibición a los viajes", describió el especialista en Cuba, Geoffrey Thale, de la no gubernamental Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés).
"Es un mensaje político importante inclusive al Senado, al presidente Barack Obama y al gobierno cubano, que el mes pasado abrió un prometedor diálogo con la Iglesia Católica de Cuba", indicó Thale.
Dos presos políticos fueron liberados desde entonces y a otros 12 se los trasladó a lugares más cercanos a sus hogares. "Esto debería alentar el diálogo", añadió.
"Felicitamos al comité por opinar a favor de la ley", dijo Jake Colvin, vicepresidente de asuntos comerciales globales del Consejo Nacional de Comercio Exterior, que representa a más de 300 grandes empresas exportadoras.
Colvin destacó que el Consejo, la Cámara de Comercio de Estados Unidos y la Unión Nacional de Agricultores han incluido este proyecto en sus tarjetas de puntuación sobre la conducta legislativa de los parlamentarios con miras a los comicios de noviembre, debido a la importancia que tiene, pues sería la única gran ley comercial que tratará este año la cámara baja.
Esto pone presión sobre los legisladores que buscan reelegirse y cuyos votos responden a sectores empresarios —sobre todo republicanos para que apoyen la ley si ésta llega al pleno.
Los agricultores desean aumentar sus ventas a Cuba desde que Bill Clinton (1993-2001) aflojó el embargo en 1999, y el Congreso lo siguió al año siguiente con su propia reforma.
Pese a las limitaciones de Bush, las exportaciones de alimentos siguieron aumentando durante su gobierno. Desde 2000, se vendieron más de 4.000 millones de dólares en productos agropecuarios a Cuba.
El proyecto de Peterson y Moran liquida casi por completo las restricciones de Bush. Los importadores cubanos, por ejemplo, ya no tendrán que pagar por adelantado. Y los bancos estadounidenses, hasta ahora impedidos de participar en esas transacciones, podrán financiarlas.
"Antes del embargo, Estados Unidos absorbía casi 70 por ciento del comercio internacional cubano. Cuba era su séptimo mayor mercado, sobre todo para los agricultores y ganadores", indicó Bruce Josten, vicepresidente ejecutivo de la Cámara de Comercio, en una carta dirigida a los legisladores antes de la votación de este miércoles.
La industria del turismo también lleva años intentando que se levanten las prohibiciones de viajes a la isla caribeña. Impuestas en 1961, las levantó el presidente Jimmy Carter (1977-1981), y las reinstauró su sucesor, Ronald Reagan (1981-1989).
Clinton, que intentó alentar el intercambio "pueblo a pueblo", alivió la prohibición, pero luego llegó Bush, que también restringió la frecuencia de visitas que los cubanos estadounidenses podían efectuar a sus familias en la isla y las remesas de dinero que podían enviarles.
En varias ocasiones, mayorías del Congreso introdujeron artículos en leyes mayores, que cortaban los fondos para que el Departamento del Tesoro (ministerio de finanzas) aplicara la prohibición de viajes. Pero el gobierno de Bush y los legisladores anticastristas consiguieron siempre eliminar esos artículos antes de la aprobación final de los proyectos.
En cambio, la iniciativa votada este miércoles es el primer proyecto de ley autónomo para poner fin a la prohibición. Y la mayoría de los analistas creen que reunirá los votos necesarios en las dos cámaras, si logra llegar a las sesiones plenarias.
En el Senado, sin embargo, figuras influyentes, como el líder de la mayoría, Harry Reid, y el demócrata Robert Menéndez se oponen y podrían apelar a cuestiones de procedimiento para impedir un tratamiento en el plenario.
Los sectores que impulsan el fin del embargo, decepcionados por la debilidad con que Obama ha actuado en este terreno, señalan que el paso del comité les da esperanzas de que Washington cambie definitivamente en sus relaciones con La Habana.
"Estados Unidos necesita una nueva política hacia Cuba, y el proyecto de Peterson y Moran es un avance en ese dirección", dijo la directora ejecutiva del Centro para la Democracia en las Américas, Sarah Stephens.