El Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos convocó a siete estados africanos a asistir a su inminente cumbre en Muskoka, Canadá, suscitando dudas entre observadores sobre si esto refleja una genuina preocupación por las promesas incumplidas o si es meramente una apariencia.
El primer ministro de Canadá, Stephen Harper, fue quien extendió la invitación a Sudáfrica, Malawi, Etiopía, Senegal, Nigeria, Argelia y Egipto a participar en el cónclave del G-8 (integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) del que su país será anfitrión los días 25 y 26 de este mes.
Francis Ikome, director del programa africano del Institute for Global Dialogue (Instituto para el Diálogo Mundial, IGD por sus siglas en inglés), se mostró escéptico en cuanto a la representación africana.
El IGD es una organización internacional dedicada a la investigación, y tiene su sede en Johannesburgo.
"Desde el lanzamiento de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (Nepad), se ha vuelto tendencia entre los países industrializados invitar a estados africanos a cumbres como las del G-8", dijo Ikome.
[related_articles]
"Habitualmente se hacen muchas promesas" que nunca se cumplen del todo, agregó.
"Aquí lo importante es si estos países serán capaces de hacer concesiones. Ésta es una reunión de países occidentales industrializados. Creo que los países africanos fueron invitados con fines de mantener las apariencias", dijo.
La reunión incluirá una sesión en la que los siete estados africanos participarán junto con Jamaica, Haití y Colombia, tres países invitados en base a los objetivos canadienses de política exterior centrados en el resto de América.
"Los dirigentes africanos se convierten a sí mismos en objetos de ridiculización si simplemente participan en conversaciones al margen de estas clases de reuniones. Un líder no debería volar hasta Canadá solamente para hablar en los corredores", opinó Ikome.
Pero Trudi Hartzenberg, directora ejecutiva del no gubernamental Trade Law Centre (Centro de Derecho Comercial, cuyo acrónimo inglés es Tralac) para África austral, piensa que las reuniones paralelas pueden resultar benéficas para los países africanos.
"No deberíamos olvidar que las discusiones bilaterales importantes a menudo tienen lugar fuera de las reuniones formales", destacó Hartzenberg, cuya entidad tiene su sede en Ciudad del Cabo.
Mzukisi Qobo, del South African Institute for International Affairs (Instituto Sudafricano para los Asuntos Internacionales), con sede en Johannesburgo, también adoptó una posición más suave.
"A Canadá le preocupa que esté menguando el impulso que cobraron los temas africanos en la cumbre de (2005 en) Gleneagles", dijo.
En la cumbre realizada en 2005 en esa localidad escocesa se prometió donar 25.000 millones de dólares a África, "de los cuales solamente se materializaron 13.000 millones", agregó.
Otras promesas surgidas en Gleneagles, donde participaron líderes de Argelia, Etiopía, Ghana, Nigeria, Senegal, Sudáfrica y Tanzania, incluyeron más apoyo a las fuerzas de paz en África y una mayor inversión en educación y combate a enfermedades como el VIH/sida (síndrome de inmunodeficiencia humana), la malaria y la tuberculosis.
También se sugirió vagamente poner fin "algún día" al proteccionismo comercial del mundo occidental, además de prometerse cancelar 40.000 millones de dólares de la deuda de los países más pobres, entre ellos los africanos.
Los miembros europeos del G-8 también se comprometieron a cumplir con un objetivo de asistencia al exterior de 0,56 por ciento del producto interno bruto (PIB) para 2010 y de 0,7 por ciento para 2015.
"Los siete invitados africanos fueron elegidos con mucho cuidado porque todos ellos juegan roles importantes en África", explicó Qobo.
Durante algún tiempo, el primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi, fue el niño mimado del mundo occidental, más allá de la situación de los derechos humanos en su país, según Qobo.
Se considera que Etiopía es uno de los principales aliados de Estados Unidos en África, relación a la que se apuesta particularmente debido a su proximidad geográfica con Medio Oriente.
Argelia y Senegal son influyentes países francófonos, mientras que Nigeria y Egipto son importantes potencias regionales.
Sudáfrica es vista como la potencia económica y política de África y la guía de la Nepad. Junto a ella, Nigeria, Argelia, Egipto y Senegal fueron los iniciadores de esa alianza.
Malawi, el más pequeño y más pobre de los siete países, actualmente preside la Unión Africana. África ha consolidado importantes relaciones con los países del bloque BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y ese vínculo es visto como una amenaza para Occidente, señaló Qobo.
"Canadá quiere entender cómo pude comprometerse de modo significativo con África con respecto a los temas que giran en torno a la seguridad, la asistencia, el comercio y las inversiones", agregó.
Hartzenberg sostuvo que los países occidentales usan la recesión mundial como una excusa fácil para no cumplir sus promesas.
Ikome criticó que el G-8 esté perdiendo su relevancia en el escenario mundial. "Lo está reemplazando el Grupo de los 20 (G-20). Sería mucho mejor que los países africanos estuvieran representados en las cumbres del G-20", planteó.