La incertidumbre reina en Tailandia tras la muerte de un teniente general que apoyaba a los insurgentes «camisetas rojas», mientras este lunes vencía el ultimátum que el gobierno dio a los más de 6.000 manifestantes atrincherados en la capital para que abandonen la zona.
El teniente general Khattiya Sawasdiphol murió este lunes tras recibir un disparo en la cabeza el jueves 13. Cientos de personas resultaron heridas desde entonces en la zona de Rajprasong, un área comercial de más de cuatro kilómetros cuadrados en el centro de esta capital de 15 millones de habitantes, donde los insurgentes están parapetados desde fines de abril.
Los rebeldes, enfundados en las características camisetas rojas del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura, reclaman elecciones generales y son partidarios del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, depuesto por un golpe de Estado en septiembre de 2006 y actualmente en el exilio en Gran Bretaña.
Desde entonces las Fuerzas Armadas institucionalizaron una tutela permanente. La asonada contra Shinawatra fue la número 18 desde que este país del sudeste asiático se convirtió en una monarquía constitucional en 1932.
Las muertes y los heridos, el humo de neumáticos quemados, los disparos de los francotiradores y los atentados con granadas son moneda corriente en Rajprasong desde la noche del 13 de mayo, cuando el gobierno tailandés acordonó la zona que los manifestantes antigubernamentales mantienen ocupada.
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Los enfrentamientos tienen lugar en torno al perímetro que los soldados acordonaron, luego de que el jueves cortaran el suministro de electricidad y agua y las redes de teléfonos celulares en la zona.
Aunque otras partes de Bangkok no están afectadas, el ejército declaró varias áreas de "combate activo" donde continúan los enfrentamientos. El domingo, el gobierno dio a los manifestantes un ultimátum para abandonar Rajprasong este lunes.
El gobierno prohibió el ingreso a Rajprasong, que está rodeado de barricadas con neumáticos y cañas de bambú afiladas, y donde, según las autoridades, se encuentran unos 6.000 manifestantes, la mayoría de las zonas más pobres del noreste del país. Los primeros días de las protestas se calculaba que había decenas de miles de personas participando.
Desde el jueves, 29 personas murieron y al menos 221 resultaron lesionadas, muchas de ellas civiles, declararon las autoridades el domingo.
"Quizás esto se veía venir, no lo sé", dijo Lek, un empleado. "¿Pero cómo permitimos que llegara a esto? ¿Y cómo es posible que continúe tanto tiempo?".
"Quienes más miedo me dan son los hombres armados sin identificar, entre ellos los francotiradores", agregó Pakorn Lertsatienchai, un investigador de la Universidad de Chulalongkorn. "Temo que la situación caiga en la anarquía".
El periodista Sujane Kanparit tiene miedo a que haya más víctimas, que los militares intervengan y que se produzca una guerra de guerrillas tras la represión. "Tailandia llegó a un punto sin retorno", sostuvo.
Un notable silencio reina sobre los distritos financieros y comerciales habitualmente ajetreados de esta ciudad.
En cadena de televisión, el primer ministro Abhisit Vejjajiva dijo el sábado que el asedio es la "única manera de reinstaurar la ley y el orden en este país. Ya utilizamos otros métodos, como las negociaciones", declaró.
"No podemos retroceder porque estamos actuando para el bien de todo el país", aseguró.
"En los próximos días esperamos volver a la normalidad", declaró el sábado el portavoz oficial Panithan Wattanayagorn. En una medida infrecuente, el funcionario habló en inglés con el fin de dirigirse a públicos extranjeros.
El gobierno espera que el asedio de Rajprasong obligue a cesar las protestas, que comenzaron el 12 de marzo en otro lugar de la antigua Bangkok.
Dirigentes del Frente Unido dijeron que se quedarán hasta el final, pero pidieron al gobierno que abandone el uso de la fuerza. "Esto es para impedir que camisetas rojas desarmados mueran o resulten heridos", dijo el líder rebelde Natthawut Saikua. El dirigente agregó que retomarán las negociaciones si se pone fin a la represión.
Las autoridades informaron que pidieron a mujeres, niños y ancianos que abandonen las protestas y se suban a los autobuses puestos a disposición para volver a sus hogares fuera de Bangkok.
Hubo informes de una división entre los líderes del Frente Unido, ya que un sector de moderados consideraría aceptable la propuesta de Abhisit de celebrar elecciones el 14 de noviembre, porque las protestas estaban alienando al movimiento de la opinión pública. Dirigentes de alto perfil, como Veera Musikapong, no han sido vistos en la zona desde la semana pasada, aunque algunos niegan las diferencias y alegaron que estaba resfriado.
Muchos pensaban que las protestas terminarían luego de la propuesta electoral de Abhisit a principios de mayo. Pero los dirigentes del Frente Unido continúan reclamando que el gobierno se responsabilice por las muertes del 10 de abril provocadas por la represión. La semana pasada, Abhisit retiró su propuesta electoral.
Las opiniones sobre el asedio parecen divididas. Una encuesta divulgada el sábado reveló que 51,35 por ciento de los tailandeses apoyan la medida de recuperar la zona de Rajprasong y que más de 40 por ciento discrepaban con ella porque había causado bajas.
En cierto momento, más de 100.000 manifestantes llegaron a movilizarse con los camisetas rojas, muchos de ellos del norte y el nordeste del país, que no se consideran representados por la elite de Bangkok.