Quejas abren asamblea del Fondo para el Medio Ambiente Mundial

Más recursos y poder de decisión —y menos burocracia— reclamaron organizaciones de la sociedad civil en la apertura de la Cuarta Asamblea del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, en el centro turístico uruguayo de Punta del Este.

Yolanda Contreras, cultivadora de algodón tradicional de Perú Crédito: Ana Libisch/IPS
Yolanda Contreras, cultivadora de algodón tradicional de Perú Crédito: Ana Libisch/IPS
Aunque reconocieron la contribución ambiental del Fondo, conocido por sus siglas en inglés GEF, sobre todo a través de su Programa de Pequeñas Donaciones, representantes de la Red de Organizaciones de la Sociedad Civil criticaron este lunes la excesiva burocracia de la postulación de proyectos y la discriminación que se ejerce contra comunidades indígenas.

Delegados de más de 400 organizaciones también pidieron más recursos y espacio en el diseño de los programas nacionales financiados por este organismo, creado en 1991 por el Banco Mundial, del que se independizó en 1994.

De los 181 países miembros del GEF, más de 30 prometieron aportar 4.250 millones de dólares para financiarlo durante los próximos cuatro años, 52 por ciento más de lo conseguido en el cuarto proceso de reposición de fondos que tuvo lugar en 2006, confirmó la presidenta y directora ejecutiva del organismo, la francesa Monique Barbut.

Pero la sociedad civil pedía hasta 10.000 millones de dólares.
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"Siempre va a ser insuficiente" el monto entregado por los donantes, dijo a IPS María Leichner, directora ejecutiva de la no gubernamental Fundación Ecos de Uruguay, creada en 1994 y que es parte de la Red.

Los representantes de los países miembros del GEF definirán hasta el viernes 28 las prioridades de financiamiento ambiental para el cuatrienio 2010-2014, en el encuentro de Punta del Este, 140 kilómetros al este de la capital uruguaya, sobre el océano Atlántico.

Leichner explicó que la sociedad civil exige "formar parte desde la etapa de diseño de los proyectos y ser tenida en cuenta en la toma de decisiones. Esto no es una realidad hoy", indicó.

El GEF es el más importante instrumento financiero de protección ambiental y trabaja en asociación con 10 agencias internacionales, organizaciones no gubernamentales y el sector privado.

Entrega recursos a países en desarrollo y naciones con economías en transición para proyectos en materia de diversidad biológica, cambio climático, aguas internacionales, degradación de la tierra, agotamiento de la capa de ozono y contaminantes orgánicos persistentes.

"Otro de los grandes temas en debate es la comprensión cultural. El GEF ve a los indígenas como a un sector pequeño, los trata como a todos y no reconoce que tienen maneras diferentes de hacer las cosas. Se necesita educar al GEF en este sentido", dijo a IPS la filipina Minnie Degawan, de la no gubernamental Indigenous Peoples’ Network for Change.

Esa red nació de la necesidad de los indígenas de participar en procesos internacionales que afectan su vida diaria, con particular atención en el GEF y en la implementación del Convenio sobre la Diversidad Biológica, firmado en 1992. Los grupos afiliados se encuentran en Asia, África y América.

El GEF "trata los temas de biodiversidad y de cambio climático de manera separada, mientras que los indígenas siempre ven los temas interconectados", enfatizó Degawan.

La dirigente también se quejó de la gran cantidad de requisitos para gestionar los dineros. "Tengo tres años de trabajo en los proyectos financiados por el GEF, y piden tantas cosas, llenar formularios una y otra vez", dijo.

A su criterio, los recursos dirigidos a comunidades indígenas "son aún insuficientes".

"En el periodo pasado, el GEF puso de forma directa (para el Programa de Pequeñas Donaciones) 110 millones de dólares y esta vez serán 220 millones, es decir, aumentamos 100 por ciento el monto", sin contar el dinero que puede destinar cada país de su asignación nacional, dijo a IPS William Ehlers, director de relaciones externas del GEF.

Un cambio proyectado para el próximo cuatrienio es la liberación de recursos para los nuevos países que quieran integrarse a este programa mundial, explicó. Aquellos que han estado 15 años en este esquema y han recibido por lo menos seis millones de dólares pasarán a recibir dinero de las asignaciones nacionales, apuntó.

La indígena Yolanda Contreras, de la no gubernamental Asociación de Artesanas de Arbolsol y Huaca de Barro, del distrito de Mórrope, en el noroeste de Perú, dijo a IPS que todavía son insignificantes los recursos destinados a las comunidades nativas a través del Programa de Pequeñas Donaciones.

El financiamiento de este plan es menor al uno por ciento del total del presupuesto del GEF, que lleva repartidos más de 9.000 millones de dólares a más de 2.600 proyectos en unos 165 países desde su creación.

Contreras, cuyo proyecto recibe asistencia técnica del GEF para el cultivo y recolección de variedades nativas de algodón coloreado, reconoció la importancia de este apoyo, puesto que "la tradición de nuestros antepasados se estaba perdiendo. No teníamos la semilla" para sembrar algodón.

Delfin Ganapin, gerente del Programa de Pequeñas Donaciones, reconoció ante la sociedad civil los desafíos para facilitar el acceso a las poblaciones, aumentar su presupuesto, mejorar la capacitación y superar las barreras culturales y de lenguaje.

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