Estados Unidos acometerá un renovado esfuerzo por desbaratar el ingreso de narcóticos y armas a su territorio, así como el dinero generado por ambos tráficos, según la Estrategia Nacional de Control de Drogas. Pero hay críticas sobre aspectos que el texto excluye.
El documento, dado a conocer el martes por la Casa Blanca, "exige un enfoque equilibrado para confrontar el complejo desafío del uso de las drogas y sus consecuencias", dijo el presidente Barack Obama.
"Al alentar la prevención basada en la comunidad, una expansión del tratamiento, un fortalecimiento de la aplicación de la ley y un trabajo en colaboración con nuestros socios mundiales, reduciremos el uso de drogas y el gran daño que causan en nuestras comunidades", agregó.
La Estrategia es la culminación de una serie de esfuerzos asumidos por el gobierno de Obama en cuanto a repensar las medidas ampliamente inefectivas o incluso contraproducentes que los gobiernos anteriores implementaron contra las drogas. Pero algunos sostienen que todavía hay un largo trecho por recorrer.
"El tiempo dirá si la promisoria nueva retórica del gobierno de Obama, centrada en las drogas como desafío de salud pública, se ajustará a cambios perdurables en materia de políticas", dijo John Walsh, de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos. "Pero la decisión deliberada de cancelar la propaganda de la guerra contra las drogas es importante en sí misma", agregó.
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Funcionarios del gobierno renunciaron al término "guerra contra las drogas" en mayo del año pasado.
"Llamarle guerra realmente limita los recursos", dijo el martes a los periodistas el director de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas, Gil Kerlikowske.
"Ver esto como un problema tanto de seguridad pública como de salud pública parece tener mucho sentido", añadió.
Kerlikowske dijo que la política debería "reducir nuestro uso de drogas en el hogar y las consecuencias del tráfico ilícito y del abuso de las mismas".
"El gobierno de Obama está fuertemente comprometido a lograr una estrategia equilibrada", sostuvo.
Las primeras señales de que las nuevas medidas pueden apartarse de las de gobiernos anteriores llegaron hace un año, cuando la secretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham Clinton reconoció públicamente que Estados Unidos alimentaba la violencia del narcotráfico en México y otros lugares.
"Sabemos muy bien que los narcotraficantes son motivados por la demanda de drogas ilegales en Estados Unidos, y que se arman gracias al transporte de armas desde Estados Unidos", dijo en su visita de marzo de 2009 a México.
La Estrategia presentada el martes continúa reconociendo este rol de Estados Unidos en el narcotráfico internacional, y también aspira a profundizar las asociaciones con los países afectados por ese contrabando.
"Estados Unidos es uno de los mercados mundiales más lucrativos para las drogas ilegales. Es de nuestro interés trabajar en colaboración con socios internacionales para reducir el comercio mundial de drogas", señala.
Esas colaboraciones incluirán operaciones conjuntas de aplicación de la ley para desbaratar el flujo de drogas y dinero, ayudar a crear instituciones más fuertes en los países socios, y promover medios de sustento alternativos para los cultivadores de coca y adormidera (opio). La nueva política también aspira a expandir el apoyo a las iniciativas de tratamiento y prevención internacional.
En cuanto a disminuir la demanda dentro de Estados Unidos, entre otras iniciativas, en los próximos cinco años la Estrategia reducirá 15 por ciento la proporción del uso de drogas entre los jóvenes, la cantidad de usuarios crónicos de estupefacientes y la incidencia de muertes inducidas por narcóticos.
Kerlikowske dijo que su oficina intentó contar con la mayor participación posible, incluyendo a varios países. Este insumo "se refleja en la estrategia final", señaló.
"Todas las naciones enfrentan un aumento de la población que usa drogas ilícitas", planteó, observando que el presidente colombiano Álvaro Uribe le dijo que Colombia no sólo es productora sino también consumidora de estupefacientes.
Kerlikowske espera que la nueva Estrategia pueda ayudar a los socios internacionales en su respuesta "al problema de las drogas".
Citó la apertura, el año pasado, del primer tribunal de México dedicado a las drogas, en la ciudad de Monterrey, como ejemplo de una "relación productiva", así como el vasto conjunto de investigaciones realizadas en Estados Unidos sobre temas vinculados a las drogas. "Tenemos esas clases de herramientas para dar a otros países", dijo.
Pero los críticos señalaron lo que el anuncio de la estrategia no mencionó: que la propuesta de presupuesto para el control de las drogas sigue incluyendo mucho más dinero para la aplicación nacional e internacional que para reducir la demanda de narcóticos.
Citando su análisis en cuanto a que los porcentajes de dinero asignado a cada objetivo son prácticamente los mismos que durante la gestión de George W. Bush (2001-2009), Ethan Nadelmann, director ejecutivo de la Drug Policy Alliance Network, dijo que "hay pocas dudas de que este gobierno quiere distanciarse seriamente de la retórica de la guerra antidrogas, pero su nuevo plan deja en claro que todavía es adicto a la realidad de esa guerra".
Según Walsh, "pocos estadounidenses —y aún menos latinoamericanos— considerarían que la guerra antidrogas, que duró décadas, ha sido un éxito. Y en todas las Américas la gente ansía enfoques más efectivos y humanos".