Cuba comienza a sentir el impacto de la sequía que se extiende por la región caribeña y, ante la posibilidad de que pueda prolongarse en el tiempo, sus autoridades aumentaron los llamados al ahorro de agua en el consumo doméstico y en el sector estatal.
"No sé de donde voy a ahorrar, porque a mi edificio está entrando bastante menos agua que antes, al punto que estamos poniendo el motor (que bombea el líquido hasta los apartamentos) una sola vez al día", comentó a IPS Ana Martínez, residente en un barrio habanero.
En la central ciudad de Santa Clara, Rubén Torres espera que las lluvias de mayo beneficien sus siembras. Por los predios de este agricultor pasa un pequeño arroyo que surte su embalse que usa para el riego y dar de beber a los animales. Pero el nivel de la corriente fluvial ha descendido mucho en los últimos tiempos, contó a IPS.
Un informe oficial reconoció a mediados de abril que amplias zonas del archipiélago cubano sufren el impacto de una sequía que comenzó en noviembre de 2008 y se intensificó a partir de 2009.
El déficit de lluvias "provocó una reducción considerable del volumen en los embalses y repercute de forma negativa en la disponibilidad de las aguas subterráneas, afectando el suministro a más de 500.000 personas", añadió un reporte del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, autoridad encargada de las medidas de prevención en estos casos.
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A su vez, el Centro del Clima del Instituto de Meteorología, especificó que el balance de los acumulados de lluvias en el período que va de abril de 2009 a marzo pasado "indica claramente la magnitud del evento de sequía señalado, el cual afecta en esta escala temporal a 68 por ciento del territorio nacional", con "déficit débiles a extremos" en las precipitaciones.
La entidad detalla que se registra en 23 por ciento de la isla un déficit de lluvias calificado de débil, en 33 por ciento de moderado a severo y en 12 por ciento de extremo. La situación afecta fundamentalmente a las provincias orientales de Las Tunas, Holguín, Granma y Santiago de Cuba.
Tras considerar que "los acumulados de las lluvias en los meses más recientes no fueron suficientes para dar fin a este nocivo proceso de sequía", el Centro del Clima recomendó mantener la mayor atención sobre el actual comportamiento de las lluvias.
La escasez de precipitaciones provocó que al finalizar abril muchos de los embalses se encontraban a la mitad o menos del nivel normal. Según especialistas, las lluvias registradas en las últimas semanas resultan insuficientes para llenar esos reservorios de agua construidos hace décadas para asegurar el abasto aún en épocas de seca.
El período lluvioso va de mayo a octubre, pero, dada las características geográficas de Cuba, lo que realmente completa ese almacenaje son los ciclones tropicales, que traen precipitaciones habitualmente intensas, aunque también llegan asociados a inundaciones y vientos que a su paso dejan una estela de destrucción.
Esta isla sufrió en 2004 y 2005 una sequía que perjudicó directamente a dos millones de personas y a más de 900 asentamientos poblacionales, en tanto 2009 quedó registrado como el cuarto año menos lluvioso en los últimos 109, según fuentes oficiales.
Si bien el actual período de sequía es de cuidado, no alcanza la gravedad del vivido en esos años, que según estimados oficiales dejó al país pérdidas por alrededor de 1.200 millones de dólares y obligó al abasto de agua en camiones cisternas a cerca de 2,6 millones de personas.
Las provincias mayormente impactadas con aquella situación fueron Camaguey, Las Tunas y Holguín.
Expertos del Centro del Clima han alertado que, si bien la sequía es un evento meteorológico que forma parte de la variabilidad natural del clima en Cuba, las investigaciones demuestran que en los últimos 40 años aumentó su frecuencia e intensidad.
El gobierno destina fuertes inversiones a la rehabilitación y modernización de redes de agua potable, cuyo deterioro suele impedir que este servicio llegue a los hogares, así como a un proyecto de gran envergadura en por lo menos nueve provincias para el trasvase del recurso, mediante presas, canales, conductoras y túneles.
Este programa, considerado estratégico, busca aprovechar las precipitaciones y los ríos de las zonas montañosas del oriente y centro del país, contrarrestar los efectos de la sequía y satisfacer necesidades de la población y los sistemas de riego que multiplicarían así la producción agropecuaria.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) alertan que, con el cambio climático, el acceso al agua puede convertirse en un desafío mayor que la tenencia de tierras para la agricultura, que responde por 70 por el ciento de las extracciones de agua dulce en el mundo.