La recesión europea aliada de los ecologistas

La depresión económica que afecta a la Unión Europea (UE) bajó el consumo de energía y, por lo tanto, el costo que implicaría elevar la meta de reducción de las emisiones de gases invernadero, según nuevos análisis.

La UE se comprometió oficialmente en 2007 a reducir en 20 por ciento para 2020, tomando los indicadores de 1990, la cantidad de dióxido de carbono y otros elementos contaminantes liberados a la atmósfera, que provocan el recalentamiento planetario con la consecuencia del cambio climático.

Pero un documento publicado el miércoles 26 por su órgano ejecutivo, la Comisión Europea, señala que elevar esa meta al 30 por ciento en el mismo lapso no implicaría una carga excesiva para las economías europeas.

El descenso en el consumo de energía provocado por la recesión y la subida de los precios de los combustibles modificó el costo previsto de cumplir con la meta de 20 por ciento de 70.000 millones de euros (85.500 millones de dólares) a 48.000 millones de euros por año hasta 2020.

Si la meta se eleva a una reducción de emisiones de 30 por ciento, el costo sería de 81.000 millones de euros por año, 11.000 millones de euros más que los previstos originalmente para la reducción de 20 por ciento.
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Aunque los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) pronostican que la meta de 20 por ciento no alcanzará para impedir un incremento catastrófico de la temperatura terrestre, la UE se niega a aceptar una meta más elevada de recortes de las emisiones.

Uno de los principales motivos de esa negativa ha sido que los representantes de industrias que hacen un uso intensivo de la energía – cemento, aluminio, acero y productos químicos – advierten que abandonarían la UE y se instalarían en otros países con normas ambientales más flexibles.

Pero las advertencias no se corresponden con los hechos. En 2008, el instituto de investigación climática con sede en Gran Bretaña, Climate Strategies, señaló que es más probable que factores como el tipo de cambio, el acceso a las materias primas, la educación de la mano de obra y la infraestructura del transporte determinen la ubicación de una empresa en un país que su política climática.

IPS preguntó a Connie Hedegaard, la comisaria europea de acción por el clima, si opina que las empresas exageran. "Entiendo que el presidente de una industria tiene una cosa en mente en este instante: ¿de dónde viene el dinero? Creo que Europa también debe considerar el riesgo de la pérdida de empleos si somos demasiado ambiciosos. Pero también se paga un precio si nos quedamos quietos", respondió.

Hedegaard, una política danesa que presidió varias negociaciones internacionales sobre cambio climático en Copenhague el año pasado, se lamentó de que Europa esté rezagada en el fomento de tecnologías diseñadas para reducir la dependencia del carbón, el petróleo y el gas.

Aunque más de 60 por ciento de la nueva capacidad generadora de electricidad en la UE el año pasado provenía de fuentes renovables, Hedegaard afirma que "el liderazgo europeo está en duda", sobre todo frente a Asia.

Empresas de China e India se encuentran entre las 10 principales productoras de turbinas eólicas. Y la mayoría de los paneles fotovoltaicos utilizados para aprovechar la energía solar son fabricados en China y Taiwán.

Christian Kjaer, de la Asociación Europea de Energía Eólica, dijo que las fuentes de energía renovables presentan enormes posibilidades laborales.

Más de 190.000 personas ya trabajan en la generación de energía eólica en Europa, informó. La falta de voluntad que demostraron los gobernantes del mundo el año pasado en Copenhague para negociar un acuerdo sólido sobre el cambio climático no debe impedir que la UE redoble sus esfuerzos para reducir las emisiones, sostuvo Kjaer.

"Europa es líder mundial en energía eólica, pero enfrenta una competencia seria de China, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur e India", dijo. La organización ecologista Amigos de la Tierra exhortó a la UE que fije una meta de reducción de 40 por ciento de sus emisiones contaminantes para 2020, con el fin de impedir que la temperatura terrestre se eleve dos grados por encima de los niveles preindustriales.

El grupo reclama que esa meta sea legalmente vinculante y que se sancionen a los países que no cumplan sus obligaciones.

"La meta de reducción de 40 por ciento no sólo es posible, sino asequible y necesaria", sostuvo David Heller, el especialista climático de Amigos de la Tierra. "Los gobiernos de la UE deben hacerle frente a los intereses creados y llamar inequívocamente a incrementar las metas".

La suba de dos grados en la temperatura terrestre dejaría en la calle a 250 millones de personas del Sur en desarrollo, llevaría a 30 millones más a la indigencia y privaría a un máximo de 3.000 millones de personas del acceso adecuado al agua, aseguran expertos.

"Por cada año que sigamos dependiendo de los combustibles fósiles, reducimos la capacidad de desarrollo de los países pobres", dijo Rob van Drimmelen, de Aprodev, una organización con sede en Bruselas vinculada a las iglesias protestantes.

"La adopción de medidas tempranas para desvincular a la economía europea del consumo de carbono no sólo es algo inteligente, sino que es una obligación moral", opinó.

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