Sudáfrica, próxima a inaugurar la Copa Mundial de la FIFA, apostó por un transporte más limpio, mientras Brasil propone estadios ecológicos para el torneo que organizará en 2014. Pero éstas y otras iniciativas chocan muchas veces con los desempeños ambientales de los países.
La primera Copa Mundial de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) que se realizará en África dejará una huella de carbono más de ocho veces superior a la de la anterior edición, en 2006 en Alemania, según un estudio realizado en febrero de 2009 a pedido del gobierno de Sudáfrica y de la embajada de Noruega en ese país.
El transporte local, la construcción de estadios y el uso de energía en esos recintos y en los servicios de alojamiento emitirán en conjunto 896.661 toneladas de dióxido de carbono. Otras 1.856.589 toneladas de este gas invernadero, principal causante del recalentamiento planetario, responderán a viajes internacionales.
Para disminuir estas emisiones y concientizar a los sudafricanos y a los visitantes sobre asuntos como la eficiencia energética, Pretoria implementa dos proyectos con apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, conocido como GEF por sus siglas en inglés.
En 2008 comenzó el mejoramiento del transporte público de pasajeros de siete de las nueve ciudades que serán sedes de la copa mundial de fútbol a inaugurarse el 11 de junio, como forma de aliviar el elevado uso de automóviles particulares entre la población de ingresos medios y altos.
[related_articles]
El aporte monetario del GEF para esta iniciativa, que es implementada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), bordea los 11 millones de dólares, mientras que la inversión nacional es superior a los 328 millones de dólares.
Entre los principales cambios se cuentan la creación de un sistema de tránsito rápido de autobuses en algunas ciudades y el mejoramiento de la infraestructura de paseos peatonales y la circulación de bicicletas. Pero éstos últimos son muy limitados, y no está claro en qué grado los conductores de automóviles aceptarán el cambio cultural que implica compartir autobuses, asientos y rutas con pasajeros pobres.
Aprovechando esta coyuntura deportiva que moviliza grandes inversiones internacionales, "la idea es dejar un legado para una mejora definitiva del sistema de transporte público de las ciudades" sudafricanas, dijo a Tierramérica Marcel Alers, asesor técnico principal para la Mitigación del Cambio Climático del PNUD.
Alers participó entre el 24 y 28 de este mes en la Cuarta Asamblea Mundial del GEF en la sudoriental ciudad turística uruguaya de Punta del Este, donde la experiencia sudafricana fue bienvenida.
El otro proyecto ambiental relacionado con la Copa de FIFA 2010, de casi 10 millones de dólares, busca reducir el consumo de energía en seis sedes gracias a la instalación de paneles solares y luces eficientes en calles, semáforos y avisos publicitarios, además de acciones de sensibilización pública.
Pero la vocación ambiental de Sudáfrica y de los organismos internacionales quedó en entredicho con la aprobación en abril de un crédito del Banco Mundial por algo más de 3.000 millones de dólares para construir en ese país una central eléctrica alimentada a carbón, que estará entre las más grandes del mundo.
La decisión del Banco Mundial de apoyar el proyecto Medupi, de la firma estatal sudafricana Eskom, generó reparos del gobierno de Estados Unidos y de algunos países europeos —que se abstuvieron en la votación del organismo— por su potencial para agravar el cambio climático. Activistas denunciaron que emitirá 25 millones de toneladas de dióxido de carbono por año.
El director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Achim Steiner, trató de matizar las críticas. No se puede enjuiciar a un país por una decisión tomada pensando en las urgentes necesidades energéticas de la población sudafricana, dijo.
Sin embargo, Sudáfrica no es el único caso.
Brasil, sede de la Copa de la FIFA en 2014, pretende organizar el torneo "más ecológico" de la historia, según sus autoridades, que exigirán certificación ambiental para conceder financiamiento a los proyectos de reforma y construcción de estadios.
También se avanzará en planes de transporte más limpios y promoción de productos orgánicos, afirman las autoridades. Pero el guardameta retirado de la selección uruguaya Fernando Alvez, invitado a la Asamblea del GEF, comentó a Tierramérica que Brasil debería frenar la tala de la Amazonia como verdadera señal ambiental antes de celebrar el campeonato.
El ex diplomático Raúl Estrada Oyuela, presidente de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente, opinó para Tierramérica que "una infraestructura para emitir menor cantidad de gases y educar a la población durante el Mundial de Sudáfrica son dos cosas buenas".
Pero "de ahí a que esto contribuya realmente a solucionar el problema (ambiental) hay un gran trecho", acotó el argentino, quien dijo haber desechado en 2007 una propuesta para asesorar en la reforma del sistema de transporte de Sudáfrica ante la falta de datos básicos.
"Sudáfrica, Brasil, China e India (que se unieron para enfrentar las negociaciones internacionales sobre cambio climático) tienen una actitud declamatoria que hasta ahora no muestran en los datos de gestión ambiental", acotó Estrada Oyuela, quien presidió el comité que elaboró el Protocolo de Kyoto y es miembro del organismo que controla su cumplimiento.
Mientras, las iniciativas "verdes" asociadas al fútbol no cesan. La compañía transnacional de indumentaria Nike anunció que las nueve selecciones que viste, entre ellas Brasil, Portugal y Holanda, usarán camisetas confeccionadas a partir de material reciclado, a razón de unas ocho botellas plásticas por casaca.
A fin de año, se realizará un análisis crítico de los proyectos ecológicos llevados a cabo en Sudáfrica a propósito de la Copa de la FIFA para identificar lo que funcionó y lo que no, prometió el GEF.
* Este artículo fue publicado originalmente el 29 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.