La profunda revisión impuesta por el papa Benedicto XVI a los Legionarios de Cristo y la exigida reparación a las víctimas de abusos sexuales por su fundador estremecen los cimientos de la poderosa y ultra conservadora orden católica fundada en México.
El Vaticano emitió el sábado 1 un comunicado de siete párrafos, que reescribe el epitafio del sacerdote mexicano Marcial Maciel (1920-2008), fundador de los Legionarios, al calificar su conducta de criminal, "grave y objetivamente inmoral" y acusarlo de haber vivido sin escrúpulos.
El Papa y la comisión especial que investigó a Maciel fuerzan a la congregación presente en 22 países a una refundación, que expulsará de la cúpula de los Legionarios a los mexicanos que la encabezan.
"La transparencia es fundamental y la definición del procedimiento será vital para reestructurar la muy dañada imagen de la institución", dijo a IPS José Suárez, portavoz del Observatorio Eclesial, una red dedicada a analizar temas religiosos en México.
El comunicado no hace referencia a la rendición de cuentas de la orden ni a la reparación de las víctimas de Maciel, superior general de los Legionarios hasta 2005 y quien además mantuvo relaciones de pareja con dos mujeres y tuvo al menos seis hijos, según denuncias y testimonios.
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Específicamente, abusó sexualmente de dos de sus hijos y de varios seminaristas de los Legionarios entre 1941 y 1970, y se garantizó la impunidad por la protección de la jerarquía católica dentro y fuera de México y de personalidades influyentes.
El viernes 30, el Papa se reunió con los cinco obispos que investigaron a Maciel y los Legionarios en varios países desde julio de 2009 hasta marzo, cuando le entregaron un informe.
La descarnada crítica vaticana a Maciel sería una recomendación de los investigadores, entre ellos el mexicano Ricardo Watty, obispo de la ciudad de Tepic, al noreste de la ciudad de México.
Otra sería la destitución de los mexicanos Álvaro Corcuera, sucesor de Maciel como superior general, y Luis Garza, vicario general, quienes se han mantenido en sus cargos durante toda la crisis.
La orden fundada en 1941 cuenta con 800 sacerdotes, 2.500 seminaristas, 125 casas religiosas, 150 colegios y nueve universidades en 22 países, con su centro en Roma. Su patrimonio superaría los 40.000 millones de dólares, según el diario español El País.
Cuenta además con el grupo laico Regnum Christi, con 70.000 miembros, y que preocupa especialmente al Vaticano.
Marciel construyó un cuidadoso entramado de vinculaciones con las elites políticas y económicas conservadoras de México, Estados Unidos y otros países, lo que impulsó el poder ultraconservador de los Legionarios.
El sacerdote usó parte de los millonarios fondos para garantizarse el apoyo dentro de la Santa Sede, aseguró el periodista estadounidense Jason Berry en una extensa investigación publicada en abril en la revista The National Catholic Reporter.
Maciel logró un escudo protector de cardenales, como el italiano Ángelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano entre 1991 y 2006; el español Eduardo Martínez, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, y el polaco Stanislaw Dziwisz, secretario particular de Juan Pablo II (1978-2005).
Para los católicos "hay algo seriamente incorrecto en el modo oficial de tratar con un escándalo demasiado profundo para las lágrimas derramadas por los inocentes", dijo en su blog este lunes 3 Eugene Cullen Kennedy, profesor emérito de Psicología en la estadounidense Universidad de Loyola, con sede en la ciudad de Chicago.
Kennedy dijo que los católicos no deberían aceptar la "hipocresía transparente" con que se pretende manejar la plaga de escandalosos abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia Católica.
La imagen de Maciel se agrietó a partir de 1997 cuando publicaciones de México y Estados Unidos recogieron denuncias de ocho ex legionarios sobre los abusos sexuales de que fueron víctimas por el sacerdote.
Ya en el periodo 1956-1959 el entonces Santo Oficio, después convertido en la Congregación para la Doctrina de la Fe, investigó a Maciel y determinó su cese como superior general de los Legionarios y el abandono de Roma, donde entonces residía. Pero no hubo más medidas en su contra.
Trece meses después de que el cardenal alemán Joseph Ratzinger comenzase en abril de 2005 su papado como Benedicto XVI, ordenó a Maciel que se dedicara al retiro y la penitencia. Una medida inusual para las órdenes religiosas y sus superiores, pero insuficiente para los delitos de los que se acusaba al religioso.
"No debe ser un borrón y cuenta nueva. Tiene que trabajar la reparación de las víctimas y asegurar un mecanismo para que esto no se repita", planteó Suárez.
Ocho ex legionarios entregaron al obispo Watty siete peticiones durante la investigación. Entre ellas, una disculpa pública, la definición de los daños ocasionados por la orden y la reparación de las víctimas.
El comisario interventor sería el cardenal Juan Sandoval, de la archidiócesis de Guadalajara, sugerido por la comisión investigadora, según aseguró este lunes 3 el periodista italiano Sandro Magister.
Los Legionarios acataron las medidas en apenas dos párrafos, en que manifestaron su alineación a las disposiciones de Benedicto XVI y su disposición a cumplir las futuras decisiones de la Santa Sede respecto a la orden.
Pero quedan muchas incógnitas, como las resoluciones que se espera que el Papa aplique contra cómplices de Maciel, como el cardenal Sodano.