Brasil ascendió a potencia agrícola en las últimas décadas, fomentando la investigación cuyos resultados son actualmente un rubro importante en sus exportaciones y en la cooperación internacional. Pero la tecnología desarrollada no llega a la inmensa mayoría de los productores del propio país.
La pobreza, que incluye carencias de escolaridad, de información e integración a la sociedad moderna, hace que 3,3 millones de propiedades agrícolas brasileñas tengan trabajadores "sin condiciones de asimilar las tecnologías", lo cual ampliaría su productividad e ingresos, según Pedro Arraes, presidente de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa).
Limitados a la lucha por la supervivencia, lo que ellos necesitan son políticas sociales, incluso para "elevar su autoestima, hoy muy baja", opinó Arraes, quien puso como ejemplo la Beca-Familia, una ayuda gubernamental que varía de 22 a 200 reales (12,50 a 115 dólares) por mes y que reciben 11 millones de hogares pobres.
De los 5,2 millones de establecimientos agrícolas existentes en Brasil, una minoría de unos 480.000 acapara 75 por ciento del ingreso bruto del sector, comparó el experto. Es esa la parte que tiene acceso y aprovecha bien las tecnologías desarrolladas por Embrapa, un organismo estatal fundado en 1973.
Otras 900.000 propiedades constituyen una especie de capa media, que puede juntarse a la élite si absorbe las tecnologías disponibles, evaluó Arraes. Para los demás serán necesarias variadas políticas públicas que mejoren sus condiciones de vida y culturales, hasta que tengan capacidad de beneficiarse de los avances tecnológicos, acotó.
Pero difundir técnicas agrícolas a millones de agricultores no es tarea de una institución científica como Embrapa, que tiene necesariamente que concentrar recursos, precisó. Esa es una función de la extensión rural, que contó en el pasado con una organización nacional, desmantelada en 1990 y que ahora se está reconstituyendo.
Embrapa es la principal fuente de los conocimientos que permitieron a Brasil triplicar la producción de cereales, al igual que las de leguminosas y oleaginosas, en las tres últimas décadas, pese a que el área sembrada sólo aumentó ocho por ciento.
La tecnología fue uno de los factores decisivos de ese salto de productividad, aunque su pleno aprovechamiento se limitó a menos de 10 por ciento de los propietarios rurales.
Brasil es hoy reconocido como líder mundial en agricultura tropical. Hacia 2025 deberá ser "el mayor productor mundial de alimentos, con sustentabilidad y preservando la biodiversidad", sostuvo Arraes, un agrónomo especializado en mejoramiento genético, al hablar en rueda de prensa con corresponsales extranjeros.
Con cinco nuevas unidades a inaugurar este año y en 2011, Embrapa se compondrá entonces de 45 centros de investigación, cubriendo todos los ecosistemas y los distintos tipos de cultivo y ganadería, existentes o posibles en Brasil.
Uno de los centros en construcción es el de agro-energía, impulsado por la expansión mundial del etanol, biodiésel y otros biocombustibles. Otro es el de Estudios Estratégicos y Capacitación en Agricultura Tropical, que responde a la necesidad de orientar mejor las investigaciones y de atender las demandas domésticas y externas de transferencia de tecnologías.
El éxito, confirmado por el gran incremento de las exportaciones, despertó en el exterior mucho interés por la cooperación técnica de Embrapa, que "sobrepasa nuestra capacidad", reconoció Arraes. Por eso aumentan sus investigadores en el exterior, especialmente en África.
Además de participar en decenas de proyectos en cerca de una veintena de países africanos, Embrapa instaló en 2006 una oficina regional en Accra, la capital de Gana.
Brasil le debe a África una gran contribución étnica y cultural, pero también gran parte de los pastizales que alimentan su ganadería, destacó el presidente de la institución.
Ahora se trata de "retribuir" a ese continente sus aportes, en forma de técnicas agrícolas y productos cultivables. A muchos países africanos les interesó la "zanahoria tropical" adaptada al clima y suelo brasileños, que son similares a muchas áreas africanas.
Esta empresa estatal creó también los Laboratorios Virtuales en el Exterior (Labex) en países tan variados como Estados Unidos, Holanda y Corea del Sur, buscando adquirir e intercambiar tecnologías.
Estos proyectos son virtuales porque se trata sólo de mantener especialistas brasileños en institutos o universidades de excelencia en investigación y desarrollo agrícola.
Pero la opción por el desarrollo agrícola que representa Embrapa no produce el progreso social que sí ofrece la industrialización, en términos de empleo, educación, disciplina social y otras conquistas de países industrializados. En ese sector Brasil avanzó más que otros estados latinoamericanos, pero de forma limitada en algunas ramas y áreas.
Pero los avances en agricultura tropical pueden ganar una importancia vital en el futuro. Se trata de la seguridad alimentaria y de la supervivencia humana en medio del cambio climático.
Embrapa logró adaptar cultivos que no eran de clima tropical, observó Arraes, ejemplificando con manzanas y peras producidas en una parte irrigada del nordeste brasileño.
Ahora se trata de avanzar más, adaptando cultivos esenciales a temperaturas más elevadas y a sequías más prolongadas, concluyó Arraes.