SRI LANKA: Budismo no es inmune a la intolerancia

El arresto en Sri Lanka de una mujer budista que se convirtió al Islam y relató su experiencia en un libro, abona dudas sobre la tolerancia religiosa y la libertad de expresión de este país donde el budismo es mayoritario.

Sarah Malathi Perera, una trabajadora emigrante de 38 años que vivió 20 en Bahrein, fue detenida por la policía de Sri Lanka el 20 de marzo por un libro que publicó sobre su conversión al Islam y por presuntos vínculos con combatientes tamiles y organizaciones armadas musulmanas.

Perera explicó que tras analizar la esencia espiritual del Islam, el budismo, el judaísmo, el hinduismo y el cristianismo, publicó el libro "De la oscuridad a la luz: preguntas y respuestas".

Cuando fue detenida, hacía tres meses que Perera había llegado a Sri Lanka para resolver una disputa por unos terrenos en relación con su anciana madre, quien reside en Colombo.

La policía dio diferentes versiones de las razones de su detención, desde que el libro ofendía al budismo hasta que tenía vínculos con combatientes tamiles y organizaciones musulmanas extremistas.
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"Fue detenida en el marco del estado de emergencia, pero no tengo detalles. Voy a verificar y le informo", dijo a IPS el 6 de este mes el portavoz de la policía, Prishantha Jayakody, el mismo funcionario que antes había dado otros motivos.

El gobierno declaró el estado de emergencia hace un año, cuando derrotó a los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil, lo que preocupa a muchos ciudadanos.

Lo ocurrido a Perera refleja la intolerancia cultural y social del pueblo srilankés nunca antes visto, señaló Dayan Jayatillaka, ex vicepresidente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y ex presidente del equipo intergubernamental que trabaja en la implementación de la declaración de Durban.

El documento fue la resultante de una conferencia mundial de las Naciones Unidas contra el racismo, la discriminación, la xenofobia y la intolerancia realizada en 2001 en esa ciudad sudafricana.

"¿De qué otra manera tenemos que empezar a definir un país en que una joven desarmada y que nunca lastimó a nadie es detenida por la policía en el marco de un estado de emergencia o aduciendo leyes antiterroristas por escribir un libro que no insita a la violencia contra nadie?", preguntó Jayatillaka.

El presidente del capítulo srilankés de la Asociación de Medios de Comunicación Libres de Asia sudoriental, Lakshman Gunasekera, señaló que a la organización le preocupa, en tanto que está integrada por periodistas, que Perera haya sido detenida en el marco de un estado de emergencia.

"No leí su libro, pero es un asunto que tiene que ver con la libertad de expresión", señaló.

Situaciones como la de Perera son más comunes en países donde hay un importante fundamentalismo religioso o una fuerte presencia de organizaciones extremistas. En Afganistán, Irán y Pakistán, los escritores o periodistas son acusados de blasfemia y sometidos a agresiones físicas y verbales, añadió.

"Éste es un país donde se respetan y se toleran todas las religiones", señaló una activista que no quiso dar su nombre. "¿Por qué toda esta intolerancia?", se preguntó.

Sri Lanka, con 20 millones de habitantes, tiene 73,7 por ciento de budistas, 10,9 por ciento de hindúes, 7,6 por ciento de musulmanes, 6,2 por ciento de cristianos y el resto pertenecen a distintos grupos étnicos.

En los últimos años, se sospecha que la agrupación racista Jathika Hela Urumaya (JHU, Partido de la Herencia Nacional), que tiene pocos seguidores, pero mucha influencia sobre el presidente Mahinda Rajapaksa, está detrás de varios ataques contra sitios de culto cristianos, junto con organizaciones aliadas o afines.

Perera, quien usa el atuendo islámico que le cubre el cuerpo de los pies a la cabeza, señaló que fue detenida después de que la empresa de correo, que ella pensaba usar para enviar sus libros a Bahrein, informó a JHU y éste a su vez la denunció a la policía.

Dirigentes de JHU no estaban disponibles para responder a las consultas de IPS.

El abogado de Perera, Lakshan Dias, señaló que a su clienta le informaron que estaba detenida por ofender al Budismo y por sus posibles vínculos con combatientes tamiles y organizaciones armadas musulmanas.

"Le dijeron que debía permanecer detenida 30 días por el estado de emergencia. Pero no le dijeron cuándo comparecería ante un juez", añadió.

Algunos analistas sostienen que el caso de Perera apunta más al deterioro del Estado de derecho que a un problema de intolerancia religiosa.

"Detienen personas por cuestiones de idiosincrasia, y una vez que el sistema las atrapa ya no pueden salir", escribió Jehan Perera, columnista del periódico Daily Mirror.

Según el Código Penal de Sri Lanka, los delitos contra las religiones contemplan daños o profanación de sitios de culto, proferir palabras o sonidos o hacer gestos insultantes con la deliberada intención de agredir sentimientos religiosos o ingresar a lugares sagrados.

Jayatillaka, el ex vicepresidente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, señaló que la respuesta al libro de Perera pudo ser una crítica negativa, no la privación de libertad.

"¿Acaso no viola el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos sobre libertad de expresión, así como los derechos reconocidos por la Constitución del país?", preguntó. "¿Quién decide el tipo de detención y qué ley fue violada?", añadió.

"El estado de emergencia implica que las personas sólo gozan de sus derechos según la conveniencia del Poder Ejecutivo", señaló un activista que no quiso revelar su identidad. "Por ello, Perera permanece detenida sin derecho a juicio ni fianza y tiene restringidas las visitas de su abogado y de su familia", añadió.

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