RELIGIÓN-AMÉRICA LATINA: Marcas indelebles

Mientras autoridades de la Iglesia Católica latinoamericana se cuadran ante el Vaticano, afectado en su credibilidad por repetidos delitos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes, otras voces reclaman reformas profundas en la estructura de esa institución religiosa.

Joseph Ratzinger, el papa Benedicto XVI Crédito: Kremlin
Joseph Ratzinger, el papa Benedicto XVI Crédito: Kremlin
"La respuesta (de la Iglesia) ha sido muy lenta, evasiva, y ha antepuesto los intereses institucionales a la defensa de las víctimas", señaló a IPS el teólogo chileno Álvaro Ramis, del no gubernamental Centro Ecuménico Diego de Medellín.

A su juicio, "se ha tratado de negar cualquier relación entre la norma canónica del celibato y el abuso de menores, lo que no tiene credibilidad ante la opinión pública".

"Durante décadas estos abusos, y los debates generales sobre la moral sexual católica, se han convertido en un tabú. Por esa razón los casos de abuso se han encubierto con silencio absoluto y traslados de los acusados", sostuvo.

El 20 de marzo, el papa Benedicto XVI pidió perdón en una carta pastoral a los católicos irlandeses por miles de delitos sexuales contra niños cometidos por curas de ese país entre 1930 y 1990, y anunció una investigación en diócesis y seminarios.
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Pero en su misiva, que se hizo extensiva a todo el mundo por la amplitud del problema, el máximo líder de la Iglesia Católica no planteó castigos específicos para los obispos acusados de encubrir esos delitos ni admitió responsabilidad histórica del Vaticano.

Más aún, el papa fue acusado por medios de comunicación de Alemania y Estados Unidos de no sancionar a curas pedófilos cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo cual podría llevarlo inclusive a ser procesado en un juicio en un tribunal estadounidense.

En forma paralela, el Vaticano sigue una investigación contra la poderosa Orden de los Legionarios de Cristo, fundada en 1941 por el fallecido sacerdote mexicano Marcial Maciel (1920-2008), acusado de abusar de seminaristas y de dos de sus hijos, además de procrear en secreto al menos seis vástagos y de mantener relaciones maritales con dos mujeres.

Hasta ahora autoridades eclesiásticas de Brasil, Chile y Paraguay han defendido la actuación del papa. América Latina es la región de mayor población católica.

El miércoles, a través de una carta, los obispos paraguayos le manifestaron su "apoyo, comunión y solidaridad por los ataques que aparecen en la prensa".

Ese mismo día, en cadena nacional transmitida por canales católicos, el presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, arzobispo Geraldo Lyrio Rocha, expresó su apoyo a Benedicto XVI y lamentó que la "divulgación de noticias relativas a esos crímenes, injustificables, se transformen en una campaña de difamación contra la Iglesia y el papa".

Según Rocha, "el papa, al reconocer públicamente los errores de miembros de la Iglesia Católica y al pedir perdón por esta práctica, no merecía este tratamiento que hiere también a gran parte del pueblo" de ese país "que sufre esos momentos difíciles".

Antes, el arzobispo de São Paulo, Odilio Pedro Scherer, llamó en una entrevista a "separar la paja del trigo", ya que los delitos fueron cometidos "por algunos y no por todos". Atribuir los crímenes a toda la Iglesia "no es justo", dijo.

En Argentina, donde cinco sacerdotes y un arzobispo fueron condenados por delitos sexuales desde 2003, y en Venezuela, ha reinado el silencio ante la crisis.

"En lugar de buscar causas externas de los abusos sexuales, la Iglesia debe revisar urgentemente sus propias estructuras", recomendó el 24 de marzo en un comunicado el movimiento internacional reformista católico Somos Iglesia. Ese mensaje es compartido por los miembros latinoamericanos de esa red, dijo a IPS Enrique Orellana, de También Somos Iglesia-Chile.

"Es necesario un claro pronunciamiento respecto a las responsabilidades de la jerarquía y la oportunidad de un nuevo comienzo", planteó Ramis.

En el caso de México, Benedicto XVI debe destituir al arzobispo Norberto Rivera, y la Iglesia de ese país debe pedir perdón y crear un mecanismo de reparación a las víctimas, planteó a IPS el periodista estadounidense Jason Berry, quien ha investigado esos hechos.

"La solución ideal sería que la Iglesia dijera 'está esta suma (de dinero) y crearemos un mecanismo para la reparación de todas las víctimas de abuso'", propuso Berry, quien publicó en 2004 el libro "Votos de silencio" junto a su colega y compatriota Gerald Renner (1932-2007), donde expuso a presbíteros pederastas.

Hasta ahora la jerarquía eclesiástica mexicana se limitó a pedir oraciones por el perdón de los acusados y a argumentar que la pedofilia es mayor fuera que dentro del clero. "La Iglesia latinoamericana no puede sentirse ajena a este debate y al cuestionamiento mundial a las prácticas instaladas por la jerarquía", enfatizó Ramis.

En su opinión, "es importante que los laicos y laicas exijamos que la Iglesia sea un espacio donde se reconozcan los derechos que toda institución debería reconocer a sus miembros".

Por ejemplo, el derecho a la información sobre sus decisiones, a la libertad de expresión, a ser consultados, a exigir responsabilidades de quienes ostentan la autoridad, a no sufrir discriminación y a la apelación de resoluciones administrativas.

La socióloga brasileña Luzia Ribeiro, consultora del Instituto de Estudios de la Religión, dijo a IPS que es importante una autocrítica para reconocer los crímenes, pedir perdón y castigar los casos de pedofilia con sanciones también eclesiásticas.

Como en toda crisis, hay oportunidad de cambio, de asumir una "actitud de transparencia y honestidad, de no omitir, de no encubrir", dijo la experta en religión. "Creo que el primer paso ya fue dado", concluyó.

Según el Anuario Pontificio 2010, publicado en febrero, la grey católica ascendía a 1.166 millones de personas bautizadas en 2008. El Vaticano reconoce que el catolicismo ya no es la religión más numerosa y ha cedido ese lugar al Islam.

*Con aportes de Marcela Valente (Argentina), Humberto Márquez (Venezuela), Emilio Godoy (México) y Fabiana Frayssinet (Brasil).

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