Iglesia Católica de Cuba pide rapidez en los cambios

Un destacado miembro de la jerarquía católica de Cuba, el cardenal Jaime Ortega, se pronunció esta semana por la pronta aplicación de transformaciones y alertó que su postergación genera «impaciencia y malestar en el pueblo».

El llamado de Ortega, arzobispo de La Habana, apareció dos semanas después de que el presidente cubano Raúl Castro defendiera nuevamente la gradualidad de los cambios, pues, según dijo, se trata de "asuntos de envergadura para toda la nación" en los cuales no hay que dejarse llevar por "emociones" ni apresuramientos.

Ortega se refirió a ese y otros asuntos sociales y políticos en una entrevista concedida a Palabra Nueva, revista del arzobispado habanero que con frecuencia incluye artículos sobre asuntos polémicos de la realidad cubana. El mensuario, cuya edición impresa de abril aún no está en circulación, adelantó la entrevista en Internet.

"Nuestro país se encuentra en una situación muy difícil, seguramente la más difícil que hemos vivido en este siglo XXI", consideró el arzobispo, quien añadió que entre las distintas opiniones que se barajan, el "denominador común" apunta a que "se hagan en Cuba los cambios necesarios con prontitud para remediar esta situación".

"Yo creo que esta opinión alcanza una especie de consenso nacional y su aplazamiento produce impaciencia y malestar en el pueblo", añadió Ortega. El 3 de abril, Castro admitió en un discurso que "algunos compañeros a veces se desesperan, deseando cambios inmediatos en múltiples esferas".
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Tras aclarar que se refería a quienes opinan "sin la intención de prestarse al juego del enemigo", en alusión a Estados Unidos, el gobernante aseguró que está en marcha la actualización del modelo económico, pero pidió tener en cuenta el "rosario de asuntos" en estudio y la profundidad y complejidad de la tarea emprendida.

El cardenal Ortega recordó que "las dificultades de la crisis económico-financiera internacional hicieron su aparición justo en el momento en que tres huracanes afectaban a Cuba dejando numerosas pérdidas". El desastre causado por los tres ciclones de 2008 dejó al país pérdidas estimadas en más de 10.000 millones de dólares.

"Tanto estas realidades nuevas, como el ya semicentenario bloqueo por parte de Estados Unidos, se suman a las perennes dificultades económicas de Cuba provenientes de las limitaciones del tipo de socialismo practicado aquí y configuran un panorama a veces sombrío", alertó Ortega.

Al abundar en el viejo conflicto cubano-estadounidense, Ortega dijo estar convencido de que "lo primero debe ser encontrarse, hablar, y en el avance del diálogo se darían pasos que puedan mejorar las situaciones difíciles o superar los puntos más críticos. Este es el modo civilizado de enfrentar cualquier conflicto", indicó.

En el contexto internacional, el cardenal comentó que la muerte por huelga de hambre del preso Orlando Zapata el 23 de febrero, dio lugar "a una guerra verbal de los medios de comunicación de Estados Unidos, de España y otros", que contribuye a exacerbar aun más la crisis.

"Se trata de una forma de violencia mediática, a la cual el gobierno cubano responde según su modo propio", señaló, y advirtió que por su "misión" la Iglesia está impedida de "sumarse simplemente a una de las dos partes enfrentadas, con propósitos políticos de desestabilización de un lado, y con el consecuente atrincheramiento defensivo de otro".

"Lo que nos corresponde como Iglesia es invitar a todos a la cordura y a la sensatez para que se pacifiquen los ánimos", dijo Ortega y reiteró el llamado a dialogar hecho por los obispos católicos cubanos tras el deceso de Zapata, ahora en relación con el opositor Guillermo Fariñas, que cumple ayuno desde el 23 de febrero.

"Esta disposición conciliadora, aunque parezca mostrarse infructuosa, es la misma que repetimos en el caso de Guillermo Fariñas, el otro ciudadano cubano que se ha sumado a este modo de protestar: pedirle que abandone la huelga de hambre", subrayó.

Fariñas, que se niega a deponer su huelga de hambre en demanda de la excarcelación de un grupo de presos en malas condiciones de salud, está hospitalizado en la central ciudad de Santa Clara desde el 11 de marzo.

El gobierno cubano insiste en que no acepta chantajes y acusa a los opositores de mercenarios al servicio de Estados Unidos.

Ortega recordó al menos dos casos en los que gestiones de la Iglesia permitieron liberar a un gran número de reclusos por causas políticas. Uno en la década de 1980, por mediación de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, y otro por petición del fallecido papa Juan Pablo II en su visita a Cuba en 1998.

Según aseguró el arzobispo, la Iglesia también ha hecho gestiones, hasta ahora infructuosas, a favor de las esposas de dos de los cinco cubanos que cumplen severas condenas en Estados Unidos, bajo cargos de espionaje, a quienes Washington les niega el visado para visitar a sus maridos.

Las relaciones de la Iglesia y el gobierno cubano pasaron por momentos difíciles en las primeras décadas del proceso revolucionario iniciado en 1959. Pero las tensiones comenzaron a ceder hacia los años 80 y hoy se encuentran en un momento de mejoramiento general.

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