HAITÍ: Diáspora reclama participar en reconstrucción

La comunidad haitiana en el exterior fue por años el salvavidas de su atribulado país, enviando millonarias remesas de dinero a sus familiares. Ahora su estatus quedará definido por el parlamento, cuando esta semana se reúna para ratificar la Comisión Interina para la Recuperación de Haití.

Así lo expresó Jocelyn McCalla, asesora de la oficina del enviado especial de ese país en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Muchos haitianos se sienten fuera del proceso de toma de decisiones mientras la comunidad internacional compromete asistencia para reconstruir el país, luego del terremoto de siete grados en la escala de Richter que el 12 de enero mató a más de 200.000 personas en Puerto Príncipe.

Esto quedó en evidencia el 31 de marzo, cuando 59 estados de la ONU, instituciones financieras multilaterales y organizaciones no gubernamentales se reunieron en Nueva York con el fin de recaudar fondos para la ayuda.

Allí se prometieron donaciones por 9.900 millones de dólares para la próxima década. De esa suma, 5.260 millones serán aportados en los primeros 18 meses, según funcionarios del foro mundial.
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De todos modos persiste el escepticismo en cuanto a si el dinero se utilizará —y cómo—para reparar realmente los edificios y carreteras del país caribeño.

En esos debates, la diáspora haitiana jugó un rol menor. A menos que los miembros de la comunidad se organicen, quedarán al margen, aunque continúen enviando remesas a su país de origen.

Los esfuerzos de los haitianos en el exterior han sido inconexos. Por ejemplo, la profesora de la Universidad de Nueva York Fabienne Doucet pertenece a un pequeño grupo que reclama que la diáspora tenga poder de voto en la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití.

Sin embargo, el tiempo parece haberse agotado para que Doucet y otros haitianos radicados fuera de su país ejerzan presión en el exterior para lograr un escaño en la propuesta Comisión.

Esta entidad tendrá a su cargo las tareas de vigilar la reconstrucción y de designar los puestos relativos al alivio y el desarrollo.

Actualmente, a la diáspora haitiana le corresponde uno de tres escaños, sin derecho al voto. La mayoría de los 18 escaños restantes, que sí pueden votar, pertenecen a donantes internacionales que han comprometido 100 millones de dólares o más a los esfuerzos de reconstrucción.

Hasta que IPS le informó, Doucet ni siquiera sabía que el parlamento tenía previsto reunirse, y mucho menos debatir sobre la propuesta Comisión.

Desde el martes 6, cuando la organización de Doucet publicó por primera vez su reclamo en thepetitionsite.com, 80 personas ya firmaron a favor de la causa. Y aunque el sitio recomienda llegar a las 1.000 firmas, Doucet no sabe cuántas se necesitarán realmente para cumplir su objetivo.

"Hay una sensación abrumadora de que no nos están incluyendo, y no sabemos cómo ser incluidos", dijo Doucet, experta en educación inicial.

Muchos otros haitianos en el exterior no saben a dónde acudir. Quieren ayudar y no saben cómo.

Algunos, como Fritz Fils-Aime, presidente de una asociación nacional de veteranos haitiano-estadounidenses, que asistió a la conferencia de donantes de la ONU, quieren contar con detalles específicos sobre cómo planean reconstruir este país caribeño el gobierno y los donantes.

"Todo lo que oímos fue pura retórica", dijo Fils-Aime en esa ocasión, aludiendo a los discursos del presidente haitiano René Preval, el primer ministro Jean-Max Bellerive —quien presentó un Plan de Acción para Haití— y la principal portavoz de la diáspora en la conferencia, Marie St. Fleur, primera haitiana-estadounidense electa para integrar el órgano legislativo del nororiental estado de Massachusetts.

McCalla coincidió en que los discursos fueron demasiado generales, debido al tiempo asignado a cada orador y, en algunos casos, a la falta de preparación. Sin embargo, es la Comisión y no la ONU la entidad a la que la diáspora debería cortejar para "asegurarse de tener una voz fuerte en la toma de decisiones", dijo.

Aparte, como señaló en su discurso el ex presidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001), enviado especial de la ONU para Haití, en el año transcurrido desde la última conferencia de donantes sobre ese país se materializó menos de un tercio de los fondos prometidos entonces.

Sin embargo, si los haitianos de la diáspora no pueden acceder o depender de un punto centralizado de información, es posible que los esfuerzos nacionales por organizarse nunca se concreten en todo su potencial.

Doucet cree que el Ministerio de Haitianos Viviendo en el Exterior, liderado por Edwin Paraison, podría funcionar como base de la diáspora.

"Paraison está en la posición más lógica para promovernos realmente", dijo Doucet, señalando que en los últimos dos meses el ministro realizó una gira para incluir a los haitianos radicados en Canadá y Estados Unidos.

"Espero que él pueda ser la voz de la diáspora en la reunión del parlamento", agregó.

* Especial para IPS de The Haitian Times.

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