BIRMANIA: Etnias rebeldes desafían orden de junta militar

Cinco grupos armados de etnias minoritarias se niegan a acatar al régimen militar de Birmania, que les ordena unirse al ejército nacional como parte de la guardia fronteriza, con el 28 de este mes como plazo.

Las fronteras en cuestión son la norteña y la oriental del país. Y la más poderosa de las organizaciones insurgentes es el Ejército Unido del Estado de Wa (UWSA), que cuenta con unos 20.000 combatientes.

La medida pone a prueba hasta dónde el régimen opresor puede mostrar su poder político con vistas a las elecciones generales prometidas para este año.

Por lo menos por ahora, la rebeldía de estos grupos ante la orden gubernamental confirma los límites de la junta, según varios analistas. Ésta es la quinta vez que fija un plazo de este tipo desde abril del año pasado.

Las fuerzas armadas "no son tan capaces como muchos creen. Eso revela debilidad política", dijo Win Min, experto birmano en seguridad nacional de la Universidad Payap, en la norteña ciudad tailandesa de Chiang Mai.
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De ignorarse el plazo impuesto, aumentará la presión sobre el gobierno birmano, sostuvo Win Min en una entrevista.

"La nueva Constitución establece que el país tendrá un (solo) ejército bajo un comando, así que la presencia de grupos étnicos armados debilita esta disposición", señaló.

Está previsto que la carta magna que los militares respaldan entre en vigor cuando se instaure el nuevo parlamento, luego de los comicios generales prometidos para este año.

Aprobada en un referendo fraudulento en 2008, la Constitución dispone lo que ahora reclama la junta: la absorción de los grupos étnicos armados como fuerzas fronterizas, bajo la órbita de las poderosas fuerzas armadas birmanas.

El ejército nacional está integrado por 400.000 efectivos. Se estima que el total de combatientes de las organizaciones rebeldes es de unos 45.000.

Además del UWSA, los otros cuatro grupos son la Organización por la Independencia Kachin (KIO), el Ejército de la Alianza Nacional Democrática de Myanmar (nombre con el que los militares designan a Birmania), el Ejército de la Alianza Nacional Democrática y el Ejército del Estado de Shan-Norte.

Esta semana, una reunión de las cinco organizaciones envió a la junta un mensaje claro: sus combatientes no están listos para el cambio.

El UWSA mantuvo ese encuentro con sus aliados étnicos "para discutir las potenciales amenazas que enfrenta en el futuro cercano", informó el sitio web The Irrawaddy, que publican periodistas birmanos exiliados en Tailandia.

Las organizaciones rebeldes "están preparando un frente unido contra cualquier amenaza al desarrollo y la estabilidad de sus territorios", señaló ese medio en su edición del 22 de este mes, citando a una fuente.

Algunas de esas minorías incluso se preparan para una potencial confrontación militar con las fuerzas birmanas en torno al controvertido programa de custodia de fronteras.

"La situación se está volviendo crítica. La KIO está lista para luchar, pero no será la primera en disparar", dijo Naw Din Lahpai, editor de Kachin News, que publican periodistas de la etnia kachin en el exilio.

"Ellos resistirán este plan de desarme del régimen birmano que aspira a eliminar a todos los grupos étnicos armados", agregó.

La resistencia a la campaña del régimen para que los insurgentes cedan el control de la tierra que mantienen en regiones cercanas a la frontera con China, India y Tailandia se origina en que la Constitución no garantiza derechos étnicos, explicó Naw Din a IPS.

La alianza étnica que ahora se planta firme ante el régimen es parte de 17 comunidades que comenzaron a firmar acuerdos de cese del fuego con el gobierno militar en 1989. Esos pactos no exigieron transformar a los combatientes en guardias fronterizos ni en ofrecer una forma de autonomía política a las minorías étnicas.

Birmania tiene unas 130 comunidades étnicas que constituyen alrededor de 40 por ciento de los 56 millones de habitantes del país.

Durante sus campañas contra los rebeldes, los militares, que gobiernan desde el golpe de Estado de 1962, han estado vinculados a una serie de violaciones a los derechos humanos, entre ellas el uso de la violación como arma de guerra.

Los combatientes de la etnia minoritaria karen, que viven cerca de la frontera con Tailandia, han resistido esas matanzas y rechazado acuerdos de paz con el régimen.

La Unión Nacional Karen (KNU) también se negó a formar parte de una guardia fronteriza previo a las elecciones, que el movimiento rebelde considera "legalizarán una dictadura".

"Las comunidades étnicas quieren una Constitución federal, a diferencia de la actual, que es para un Estado muy centralizado", dijo a IPS la secretaria general de la KNU, Zipporah Sein, en una entrevista telefónica desde la frontera.

De mantenerse las condiciones actuales, "Birmania no tendrá una democracia", opinó.

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