AMBIENTE-INDONESIA: Basureros llenos fomentan prácticas sucias

Nasrulloh se gana la vida con un vertedero de residuos ilegal que, según asegura, ayuda a la alcaldía de esta central ciudad indonesia a evitar la contaminación ambiental. Pero la gestión sustentable de la basura es una ecuación bastante más complicada.

Tangerang, 20 kilómetros al oeste de Yakarta, fue considerada la tercera ciudad más sucia del país por el Ministerio de Ambiente, con una producción de 1.407 metros cúbicos de desperdicios al día.

La mayoría de la basura se vuelca en Rawa Kucing, un área gubernamental de 13 hectáreas, pero donde sólo quedan 1,5 hectáreas libres.

Varios ciudadanos vieron allí una oportunidad económica y convirtieron sus terrenos en vertederos de residuos. Nasrulloh tiene un gran basurero ilegal de 7.000 metros cuadrados en el distrito de Taman Asri.

"No quiero decir que el negocio no sea rentable", señaló Nasrulloh. "Pero también ayuda al gobierno local a deshacerse de la basura", añadió.
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Cuarenta y siete camiones tiran todos los días los residuos de distintos barrios y de un hospital en su terreno. Su tarifa varía según la frecuencia de uso. Los vehículos que descargan tres veces al día pagan el equivalente a unos 30 dólares al mes.

Además alquila un espacio a 20 familias de recolectores de residuos, que viven en 500 metros cuadrados, y pagan unos 700 dólares al año por vivir en la basura.

Pero lo que es una fuente de ingresos para Nasrulloh y permite a la comunidad deshacerse de sus desechos, la termina perjudicando. Los desperdicios que él quema dos veces al día generan una espesa columna de humo negro que contamina el aire.

La hija de Asvin Elliyana sufría una tos constante cuando tenía dos años. Tras llevarla de un médico a otro con su marido, Hari Nugroho, resultó que Matyam Casimira Kinanti sufría 20 tipos de alergias distintas causadas por el aire contaminado.

"¿Su casa está cerca de la autopista?, preguntó el médico a los padres tras sospechar que la niña podría haber inhalado humo de los tubos de escape de los vehículos" que circulan por ella.

"No", respondió Hari Nugroho, pero añadió que no vivían muy lejos del vertedero de Nasrulloh.

Problemas de salud como el de Matyam no sorprenden Armi Susandi, especialista del Consejo Indonesio de Cambio Climático. Los vertederos al aire libre son la peor forma de procesar la basura porque, además de la contaminación, producen y liberan gas metano, que concentra 20 veces más calor en la atmósfera que el dióxido de carbono.

Las emisiones de los llamados gases invernadero causan el recalentamiento planetario que acelera el cambio climático, según la mayoría de los científicos.

Los seis gases mencionados en el Protocolo de Kyoto, de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, son dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, hexafluoruro de azufre, hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos.

"El metano en la atmósfera aumentó en promedio 20 por ciento más rápido que el dióxido de carbono en los últimos 10 años. El incremento fue bastante mayor porque muchos países trataron de reducir las emisiones del segundo, pero se olvidaron del primero", explicó Susandi

El peligro del aumento de la concentración del metano quedó probado con lo que ocurrió en la ciudad de Cimahi, al sur de Yakarta, en 2007. El vertedero del distrito de Leuwi Gajah explotó en medio de la noche a causa de la cantidad del gas atrapado en las pilas de basura. Cincuenta y cinco recolectores murieron en el incidente.

Nasrulloh señaló que comprende el peligro y que por eso quema basura sólo dos veces al día.

Vecinos enfadados amenazaron con demandarlo. Enviaron una carta de protesta al gobierno local y al Ministerio de Ambiente, tras lo cual el inspector Haris Mangsur le prohibió quemar basura.

Pero lo que parecía ser una solución, no lo fue.

Los residuos del vertedero de Nasrulloh debían ser recogidos entre cuatro y cinco veces al día para que él no quemara más basura y el debería pagar a la alcaldía el equivalente a 300 dólares al mes por ese servicio.

Pero a los conductores de los camiones del gobierno no les gustó la tarea adicional y comenzaron a pedir una propina de unos 16 centavos de dólar al mes por cada uno de los 47 vehículos que descargaban en el vertedero de Nasrulloh.

"Cada vez que vienen también tenemos que darles bebidas y cigarrillos", protestó Ujang, quien ayudaba en la descarga.

Pero aun con la propina, los camiones sólo iban una vez al día porque la alcaldía sólo tiene 20 vehículos para tres distritos, explicó el inspector Mangsur.

Las autoridades debieron probar otra solución en octubre de 2009: enseñaron a Nasrulloh a clasificar la basura para que no la quemara. Así pensaban crear un sistema en el que los recolectores venden los desperdicios inorgánicos y los orgánicos se convierten en fertilizantes.

"Pero me saldrá más caro con la máquina y el combustible que tengo que comprar todos los días", protestó Nasrulloh.

Las autoridades deben ofrecer más incentivos alternativos para disuadir las prácticas sucias que no son saludables ni sustentables, insistió Susandi. Si incentivan la agricultura orgánica aumentará la demanda de fertilizantes orgánicos y Nasrulloh tendrá un motivo económico para reciclar la basura, lo que ahora no tiene.

Por su parte, Hari Nugroho aseguró que luchará para que sus hijos puedan respirar.

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