Las «favelas» de Brasil tienen un color que las uniformiza: el marrón anaranjado de sus ladrillos sin revoque. Dos artistas plásticos holandeses quieren pintarlas de todos los colores, un aparente maquillaje que busca revelar el alma más profunda de estos barrios pobres.
Jeroen Koolhass y Dre Urhahn comenzaron por "Vila Cruzeiro", una de las favelas de la zona norte de Río de Janeiro, donde sus habitantes conviven diariamente con la violencia.
La prueba más fehaciente de esta realidad es el mural que la comunidad pintó gracias a la iniciativa de los artistas.
Este ilustra a un chico elevando un barrilete (cometa) con un agujero en la cabeza: no producto no de las pinceladas sino de las balas de los tiroteos que abundan cuando se enfrenta la policía con las pandillas del narcotráfico.
"Ese niño es una metáfora de todos los chicos que viven aquí. Unos meses atrás hubo un tiroteo aquí y recibió una bala perdida. Todo el mundo comentó que el niño murió. Mucha locura ¿no?", preguntó Urhahn.
Urhahn, productor de videos de 34 años, y Koolhass, diseñador de importantes marcas internacionales de 31, podrían vivir en sus ciudades: Amsterdam o Rotterdam. Pero decidieron alternar su vida para sumergirse de lleno en la vida de las favelas.
Unos cuantos meses al año, Urhahn vive en lo alto de la favela con una familia a la que le alquila un cuartito, como todos, con ladrillos sin revoque.
"Cuando uno vive aquí hace parte de la comunidad. Cambió mi percepción sobre la gente y sobre mí mismo", comentó este productor que no se pierde una fiesta ni un "churrasquinho" (un asado) en este barrio hacinado.
Koolhass, ilustrador de la revista estadounidense New Yorker y de la casa italiana de modas Prada, entre otros, se siente feliz por la aceptación que tuvieron entre la gente de la comunidad, que no los recibió como "playbocitos", o sea como jóvenes ricos.
Su motivación es el amor al arte, literalmente. El proyecto "Favela painting" busca a través de los murales rescatar el "alma colorida" de estas comunidades, mas allá de los colores blanco y negro con que se ilustra comúnmente la violencia y la pobreza.
"Queremos divulgar también las cosas buenas que hay en una favela, mas allá de su mala imagen de guerra y prejuicio social", explicó Koolhass.
"Una favela tiene, como cualquier otro barrio, de cualquier otra parte del mundo, familias normales, personas que tienen sueños y que también quieren un buen futuro para sus hijos", agregó.
La primera obra de Favela Painting fue el mentado "Niño enarbolando barrilete", que ocupa tres casas enteras frente a una cancha de fútbol de la comunidad.
El barrilete está a varios metros de distancia, como "volando" sobre otra casa, en la ladera del cerro que la circunda. Una concepción visual más allá de un simple mural, urbanística.
La segunda obra, creada por un tatuador holandés llamado Rob Admiraal, superó todos los límites, inclusive geográficos, de la comunidad.
Son 2.000 metros de dibujos de enormes peces coloridos nadando en un río azul, que atraviesan el antes gris muro de contención para deslizamientos de tierra, una escalera comunitaria, un sendero y un paredón de cemento.
Algunos interpretan que los peces nadando contra la corriente representan la lucha en la vida de los jóvenes de la favela.
"Pero es una idea abierta, todo el mundo puede pensar lo que quiere. No es una imagen fija sino una que estimula también la imaginación", planteó Urhahn.
Toda la comunidad participó en la obra, como la pequeña Susane Souza, que se entusiasmó al contar como cambió todo en su entorno.
"Antes aquí era todo lodo y selva. Todos hicimos la obra y ahora viene gente de todos lados hasta a hacer turismo para conocer nuestra favela", relató a IPS sobre los visitantes de todo el mundo que traen los jóvenes holandeses para conocer la iniciativa.
Parece un detalle irrisorio, pero no lo es para chicos que diariamente viven el prejuicio y la desconfianza de los "no favelados".
Muchos en la escuela esconden que viven en una comunidad de este tipo, como destaca Urhahn, al explicar que así buscan devolverles el "orgullo" por su barrio.
"Nosotros nunca decimos que podemos cambiar la vida entera de un joven, pero podemos intentar ayudarlo a soñar y a pensar qué puede hacer en la vida, que puede tener objetivos mayores y perseguirlos", sostuvo Koolhass, sin descontar la necesidad de otras iniciativas de salud, educación y vivienda, por nombrar algunas.
"Decimos que Favela Painting es un proyecto de arte, pero es un arte que tiene un lado social", explicó el diseñador, que con su colega quiere llevar el mismo tipo de proyecto a otros barrios pobres de America Latina.
"Un proyecto de arte puro. Con un objetivo social", describió Urhahn, quien prefirió no encasillarlo con un nombre determinado.
"La pintura es una cosa visual, pero causa efectos diferentes con los habitantes. Esto es importante para la filosofía de nuestro proyecto. Mostrar para afuera otra imagen de estas comunidades", reflexionó.
Koolhass también comparó a los jóvenes de estos barrios hacinados con los de su país, "tan cerrados". "Aquí hay una estructura social muy fuerte. Chicos andando libremente por las calles, comunicándose con los otros", algo que quisiera trasladar a Holanda, dijo.
El proyecto es mucho más ambicioso. Los artistas están buscando recursos financieros y operativos, por ejemplo de fábricas de pintura, para colorear varias casas "una favela entera".
El objetivo es primero revocarlas, hacer obras para evitar filtraciones, y cubrir sus tonalidades marrón anaranjadas con toda la gama de colores del arco iris.
"Algo que llame la atención y que se convierta en una especie de monumento de Río de Janeiro", acotó Urhahn, quien ya grabó en la favela un documental sobre el movimiento musical hip hop.
Un regalo no del gobierno o del Estado a sus habitantes "sino de los habitantes a su ciudad", concluyó.