MEDIO ORIENTE: Palestina vive su día de furia

Decenas de miles de palestinos tomaron el martes las calles, mientras las protestas se extendían por los territorios ocupados de Jerusalén oriental, Cisjordania y Gaza, e incluso por el propio Israel.

Manifestantes palestinos en el retén israelí de Qalandia Crédito: Mel Frykberg/IPS
Manifestantes palestinos en el retén israelí de Qalandia Crédito: Mel Frykberg/IPS
Este miércoles, miles de efectivos militares y policiales israelíes continuaban en estado de alerta.

La pequeña "Intifada" (levantamiento) fue una respuesta al llamado de Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) a resistir la persistente judaización de Jerusalén oriental, una zona ancestralmente árabe que ha vivido desalojos y demoliciones de viviendas de familias palestinas a favor del ingreso de colonos judíos.

El otro motivo de la protesta es, para los palestinos, el intento de tomar sitios sagrados del Islam.

Los militares israelíes consiguieron mantener fragmentados a los manifestantes bloqueando calles y estableciendo un cerco en torno de Cisjordania para impedir que los palestinos llegaran a Jerusalén.
[related_articles]
Más de 100 palestinos fueron heridos, 16 de ellos fracturados y unos 80 arrestados cuando se generalizaron los choques con fuerzas de seguridad israelíes, que también tuvieron lesionados entre sus filas.

La alerta se extendió a las fuerzas de seguridad palestinas, ante el temor de que las protestas se generalizaran en los puestos de control de Israel y en los asentamientos judíos en Cisjordania.

"Volveremos mañana después de la escuela. Esto no se acaba aquí. Vendremos todos los días a seguir protestando, durante semanas y meses", dijo a IPS uno de los manifestantes.

"Esto es el comienzo. Es una campaña contra la ocupación israelí y la profanación de nuestros sitios sagrados", dijo un joven líder local a IPS.

En el campamento de refugiados de Qalandia, oleadas de cientos de estudiantes y hombres jóvenes se lanzaban sobre el retén israelí, arrojando piedras y botellas.

Volaban las bombas Molotov y los contenedores de basura, mientras un manifestante palestino disparó contra un policía israelí.

Los militares respondieron con balas de goma y gases lacrimógenos. Pero los manifestantes se dispersaban y volvían a arremeter contra el puesto de control. Decenas sufrieron heridas.

Las manifestaciones aquí siguen unas reglas que las dos partes respetan. Las protestas suelen durar unas horas, al cabo de las cuales cada parte descansa y regresa a su "base". Así lo había observado IPS en anteriores choques en Qalandia.

Pero el martes, la violencia estalló temprano en la mañana y continuó hasta bien entrada la noche. Una dinámica similar se registró en otras zonas de Jerusalén oriental y Cisjordania, mientras miles de gazatíes tomaban también las calles.

En las semanas anteriores, era notoria la atmósfera de rabia reprimida de los palestinos ante la acelerada judaización de Jerusalén oriental.

Las tensiones se exacerbaron el lunes con la inauguración de una sinagoga en un sitio donde había una mezquita en el vecindario judío de la ciudad vieja de Jerusalén.

Las provocaciones de judíos extremistas, que intentaron entrar a la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del Islam, echaron más leña al fuego. En agresivas declaraciones sostenían que intentarían erigir el tercer templo judío sobre los restos de Al Aqsa.

La importancia y significado de Al Aqsa, incluso para los musulmanes moderados y laicos, no suele apreciarse en muchos vecindarios occidentales.

"Tengo dos hijos y los amo mucho, pero estoy dispuesto a sacrificarlos por Al Aqsa", dijo a IPS un ex alto dirigente del movimiento político laico Fatah en la ciudad vieja de Jerusalén.

"Cuando los choques de unas semanas atrás, telefoneé a mis hijos, y les dije que cerraran nuestra tienda y vinieran a la mezquita a defenderla de los judíos. ¿Cree que es fácil perder a los hijos? Al Aqsa es una línea roja que nadie debería cruzar", agregó.

Este razonamiento fue la respuesta que los dirigentes de Fatah y de Hamás, las dos principales y rivales fuerzas políticas palestinas, encontraron cuando llamaron a sus respectivos seguidores a protestar.

Altos dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina, a la que pertenece Fatah, se reunieron tres días atrás en el Hotel Ambassador de Jerusalén Oriental, antes del llamamiento.

El mismo hotel había servido de sede de la dirigencia palestina en 2000, cuando el llamado fue a tomar medidas defensivas antes de la segunda Intifada, lanzada en reacción a la provocativa visita del entonces primer ministro israelí Ariel Sharon a la mezquita.

Más aún, el brazo armado de Fatah, las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, pidieron a la Autoridad Nacional Palestina permiso para defender por la fuerza la mezquita.

Israel indultó hace poco a 70 miembros de las brigadas a condición de que rindieran sus armas y cesaran acciones de resistencia. La misma medida se tomó en los últimos años con varios cientos de combatientes.

El líder de Hamás, Ahmed Bahar, reclamó nuevos ataques armados contra Israel y pidió apoyo de los estados árabes a la resistencia.

Mientras, los colonos judíos prometieron represalias y ataques contra los "árabes y sus propiedades" si se les impide en lo sucesivo ingresar al recinto de Al Aqsa.

Aunque una Intifada en toda regla no parece inminente, sí se ve muy posible un continuo estado de inquietud que podría adquirir grandes proporciones. De hecho, algunos analistas ya califican los acontecimientos del martes como la "Intifada light".

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe