MALASIA: Manos privadas en hospitales públicos

Un programa del gobierno de Malasia para crear áreas privadas en importantes hospitales estatales es criticado por los daños que entraña para la población más necesitada.

Los activistas ya se han opuesto a la privatización de la salud en este país del sudeste asiático.

Se trata de la introducción de fuerzas del mercado más "eficientes" en un sector que tradicionalmente gestionado por el Estado.

El gobierno está determinado a implementar a pleno este año el programa de Pacientes de Pago Completo en los principales hospitales generales, argumentando que fue exitosa la fase piloto de seis meses en dos de ellos.

Pero "ésta es una manera hábil de privatizar la atención a la salud", dijo Nasir Hashim, líder de un movimiento de protesta contra el programa y presidente del Partido Socialista de Malasia.
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"Los pobres que ya padecen los altos precios de la atención a la salud y el aumento del costo de vida y de los alimentos sufrirán aún más", agregó.

"Los pacientes desesperados no sólo serán más excluidos, sino que serán forzados a depender de ahorros fundamentales para financiar sus necesidades de atención a la salud. Ésta es una forma de privatización encubierta", declaró en una entrevista.

"Ese programa tiene defectos fundamentales y solamente servirá para privar a los (sectores) de bajos ingresos de su derecho a atenderse con especialistas", agregó S. M. Idris, presidente de la Asociación de Consumidores de Penang.

Los críticos también temen que la creación de secciones privadas haga que el gobierno se centre en los clientes que pagan en vez de en los pacientes necesitados.

"En principio, la atención a la salud privada está para complementar a la pública, y no para asumir su rol de guardiana de la salud de la población", dijo el legislador de la oposición Charles Santiago.

En este momento, los principales hospitales generales tienen sectores abiertos a todos los pacientes que disfrutan de un acceso igualitario a camas, medicinas y atención de especialistas. Pero el nuevo programa implicará que esto último, además de los quirófanos y otras instalaciones esté disponible solamente para los pacientes que paguen, todos los días después de las cinco de la tarde.

El gobierno del primer ministro Najib Razak, que llegó al poder en abril de 2009, está embarcado en una campaña para eliminar los subsidios, a fin de acelerar las medidas de libre mercado y volver al país más atractivo para los inversores extranjeros.

Razak está ansioso por recortar el financiamiento del déficit que ha plagado al país desde la crisis asiática de 1997, asumiendo medidas como eliminar los subsidios al petróleo y productos derivados, e introducir un nuevo impuesto a los bienes y servicios.

Uno de sus objetivos es hacer que el sistema de salud sea autosustentable.

Activistas sociales, abogados y legisladores de la oposición, entre ellos del Partido Socialista de Malasia, organizaron este mes numerosas protestas contra el programa de Pacientes de Pago Completo.

Hashim, que lideró una gran protesta en varios grandes hospitales y presentó memorandos que listaban las fallas del programa, dijo que pese a la riqueza del país, se considera que casi 60 por ciento de sus 28 millones de habitantes son pobres.

Otros cuatro millones de trabajadores migrantes extranjeros —documentados e indocumentados— también dependen del mismo sistema de salud, extendido y anticuado, y sentirán el impacto del programa.

"El programa de Pacientes de Pago Completo ignora los cuidados y tratamientos de calidad para pacientes que dependen de los hospitales públicos. Queremos que el programa se cancele", dijo Hashim.

Santiago sostuvo que "esta derogación de la responsabilidad del gobierno para con los ciudadanos se ve en los programas de privatización corporativa del gobierno de Razak. Este programa es el primer paso en la eventual privatización del sector de la salud pública".

Los críticos temen que los pacientes pobres terminen pagando servicios que ahora son gratuitos en los hospitales del gobierno, como medicinas, comida e internación, procedimientos quirúrgicos, cuidados, uso de equipamiento y costos administrativos.

"Al sumarse, todos estos costos son exorbitantes, y van más allá de los medios de muchos malasios", dijo Santiago.

En un país que ya padece una perenne escasez de personal médico, el programa de Pacientes de Pago Completo bien puede constituir un factor adicional que aliente a médicos, enfermeros y especialistas a pasarse al sector privado.

En el sector público hay 6.400 vacantes médicas. En 2008 había un médico cada 1.105 pacientes.

A consecuencia, los funcionarios médicos del sector público están recargados de trabajo, y a menudo los médicos ven hasta 150 pacientes por día, dijo Idris.

"Con el programa, los médicos serán objeto de una presión adicional", agregó.

El secretario general del Partido Socialista, S. Arulchelvam, dijo que el programa discriminará a quienes no pagan.

"La combinación público-privado se prestará a prácticas corruptas", señaló, añadiendo que esto hará que los pobres tengan menos acceso a los servicios de salud.

"Quienes no pueden darse el lujo de pagar los costos totales deberían recibir descuentos o, en los casos de los más pobres, tratamiento gratuito. Los pacientes de la primera y la segunda clase deberían pagar un gran porcentaje de los costos de los tratamientos", dijo Arulchelvam.

"De esta manera, se mantiene el rol principal de los hospitales públicos de ofrecer una atención a la salud igualitaria y accesible a todos los ciudadanos. Habrá un conflicto de intereses si los recursos de salud pública ya recargados se diluyen aún más para abastecer a las alas privadas", explicó Idris.

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