La beligerancia de las declaraciones de Irán e Israel, así como movimientos militares en el terreno, dan crédito a la idea de que la aversión y las discrepancias ideológicas entre ambos países podrían generar un torbellino de violencia capaz de absorber a todo Medio Oriente en una guerra.
"La diplomacia y las sanciones no funcionarán con Irán. El presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad es un ideólogo mesiánico. Es un seguidor del clérigo chiita extremista Mesach Yazdi, que hasta el difunto ayatolá Ruhollah Jomeini rechazaba por su extremismo", afirmó el analista político Dan Diker, del Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén.
"Irán ha amenazado a Israel con su destrucción desde hace mucho tiempo, y este lenguaje debe tomarse en serio", dijo Diker a IPS.
"Además, la Agencia Internacional de Energía Atómica confirmó lo que Israel ha estado diciendo durante 15 años: que el régimen iraní está empeñado en adquirir armas nucleares", agregó.
Medios de comunicación israelíes informaron que Siria, considerada una aliada iraní, ha transferido armas avanzadas, del tipo que antes no se hubiera atrevido a entregar, a la milicia chiita libanesa Hezbolá (Partido de Dios).
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El Washington Institute for Near East Policy, un centro de estudios conservador y proisraelí, reportó que "Siria podría haber entregado a Hezbolá misiles antiaéreos rusos disparados desde un lanzador apoyado en el hombro —los Igla-S (SA-24 por su código de la Organización del Tratado del Atlántico Norte)— que podrían representar una amenaza para los cazas F-16 de la fuerza aérea israelí".
Las Fuerzas Armadas israelíes también advirtieron que, desde la segunda guerra entre Israel y Líbano en 2006, Hezbolá mantuvo una intensa actividad para fortalecer su capacidad militar en el sur libanés.
El ministro de Defensa israelí Ehud Barak ha dicho que Hezbolá posee un arsenal de 45.000 misiles y cohetes, mucho mayor que lo estimado previamente.
Un hecho de difícil interpretación para los analistas es que Irán está trasladando la totalidad de su uranio de bajo enriquecimiento a instalaciones sobre tierra.
Hasta el momento, cualquier ataque hubiera implicado el uso de bombas que penetraran construcciones tipo búnker para alcanzar el complejo nuclear subterráneo iraní.
¿El plan de Irán es provocar un ataque de Israel para confirmar qué tan serias son las intenciones israelíes?
Irán argumenta que el uranio se destinará a mejorar la capacidad de un pequeño reactor en Teherán utilizado en la producción de isótopos para equipos médicos.
Sin embargo, otros expertos sostienen que Irán se quedó sin lugares adecuados para almacenar el uranio enriquecido y por eso debió trasladarlo casi en su totalidad.
Desde hace varios años, Israel también sube las apuestas y endurece su discurso al enviar a los medios un flujo constante de declaraciones advirtiendo sobre el peligro que Irán representa e insinuando un posible ataque preventivo contra ese país.
Israel acompaña ese discurso con la presión diplomática a favor de rigurosas sanciones contra Irán, así como con ejercicios militares preventivos y simulacros de ataques contra la población civil.
Israel también tiene antecedentes de ataques militares reales contra sus vecinos. En 1981 bombardeó la planta nuclear de Osirak, en Iraq, y en 2007 atacó de manera preventiva una presunta instalación nuclear en Siria.
Además de los movimientos militares, el acalorado discurso de Israel y sus enemigos en Irán, Siria y Líbano sólo avivan el fuego.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu comparó el martes el desarrollo nuclear de Irán con "un tren fuera de control y a la comunidad internacional con un automóvil al borde del colapso".
Teherán también advirtió sobre la agresión israelí. La semana pasada, Ahmadineyad sostuvo que Israel planea atacar Siria y Líbano y prometió que Irán apoyaría a estos dos países.
Además, altos dirigentes iraníes, sirios y de Hezbolá han efectuado numerosos comentarios sobre la probabilidad de una guerra contra Israel.
Este panorama fue analizado hace varias semanas cuando Ahmadineyad se reunió con el presidente sirio Bashar Assad en Damasco.
Assad también se reunió con líderes del palestino Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) y de Hezbolá. Hamás reconoció haber recibido apoyo militar y financiero de Teherán.
El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, James Jones, sugirió que Teherán "podría intentar desviar la opinión pública internacional de la iniciativa del gobierno (de Barack) Obama, que intenta reforzar las sanciones contra Irán, mediante un ataque a Israel a través de Hezbolá o Hamás", según el diario israelí Haaretz.
Estados Unidos, consciente de la tensión en la frontera septentrional israelí, exhortó a Israel y Siria que eviten una escalada en la región.
El vicecanciller de Estados Unidos, William Burns, realizó una visita infructuosa a Damasco, cuando intentó convencer a Assad de que cesara el suministro de armas a Hezbolá. Assad negó que Siria tuviera que ver con el envío de armamento.
El periodista y analista de Haaretz, Aluf Benn, cree que tanto Ahmadineyad como Netanyahu protagonizan un juego arriesgado y se preguntó qué sucederá si la diplomacia y las sanciones contra Irán no funcionan.
Benn cuestionó si Israel finalmente atacará a Irán o se verá obligado a dar marcha atrás y admitir que la amenaza iraní había sido exagerada. El analista cree que ambos gobiernos apuestan a que sólo uno de ellos sobreviva a un enfrentamiento futuro.
El analista israelí Diker se negó a discutir la posibilidad de un "ataque preventivo" de Israel contra Irán.
"Sin embargo, muchos funcionarios árabes que también están preocupados por la búsqueda de hegemonía regional de Irán me dijeron que la única manera de lidiar con la teocracia islámica es a través de la acción militar", dijo Diker a IPS.