Con fuertes réplicas del terremoto del 27 de febrero y una alerta de tsunami preventiva como telón de fondo, este jueves fue investido como presidente de Chile el empresario y ex senador derechista Sebastián Piñera, quien ha prometido liderar «el gobierno de la reconstrucción».
Precisamente las primeras palabras del nuevo mandatario chileno por los próximos cuatro años fueron dedicadas a la catástrofe. Pidió a la población acatar las recomendaciones de los organismos de emergencia, que minutos antes habían decretado una alerta de maremoto entre la norteña región de Coquimbo y la sureña de Los Lagos.
Antes y durante la ceremonia de cambio de mando, realizada en la sede del Congreso Nacional en la ciudad portuaria de Valparaíso, 120 kilómetros al oeste de la capital, se sintieron tres fuertes sismos.
El primero tuvo una intensidad de 6,9 grados en la escala de Richter, y los otros fueron algo más leves. El terremoto del 27 de febrero alcanzó 8,8 grados y dejó cerca de 500 muertos confirmados y miles de viviendas e infraestructuras destruidas.
Ante el impacto de las replicas de la jornada, el flamante presidente anunció que decretará zona de catástrofe a la central región de O'Higgins y que movilizará hacia el área al ejército, como ya se hizo en las vecinas regiones de El Maule y Bío-Bío, situadas algo más al sur.
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Después de un almuerzo con los invitados extranjeros, el primer acto de Piñera fue una visita a la ciudad de Rancagua, capital de OHiggins, para seguir después a Constitución, en El Maule, una de las zonas más afectadas por el terremoto y tsunami que azotaron la zona centro y sur del país hace 13 días.
El representante de la Coalición por el Cambio sucedió a la mandataria socialista Michelle Bachelet, poniendo fin a 20 años de hegemonía de la centroizquierdista Concertación de Partidos por la Democracia, que gobernó este país latinoamericano de 17 millones de habitantes desde el restablecimiento de la democracia en 1990.
A la ceremonia de asunción asistieron los presidentes Cristina Fernández (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Álvaro Uribe (Colombia), Rafael Correa (Ecuador), Fernando Lugo (Paraguay), Alan García (Perú) y José Mujica (Uruguay).
También participaron el heredero de la corona española, Felipe de Borbón, el secretario general de la Organización de los Estados Americanos, el chileno José Miguel Insulza, y el ex jefe del gobierno español, José María Aznar (1996-2004), amigo personal de Piñera.
Entre las ausencias se destacó la del mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien visitó brevemente el país dos días después del terremoto para entregar su apoyo a la presidenta Bachelet. En esa oportunidad se reunió con Piñera.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en tanto, envió como representante a su consejero en Seguridad Nacional, el general James Jones, mientras a la investidura del uruguayo Mújica, el 1 de este mes, concurrió su secretaria de Estado (canciller), Hillary Rodham Clinton.
La saliente presidenta Bachelet, la primera mujer en ocupar este cargo en la historia del país, que ostenta 84 por ciento de popularidad, se despidió de la ciudadanía través de un discurso transmitido por cadena nacional de radio y televisión la noche del miércoles.
Este jueves Bachelet salió por última vez de su despacho en el palacio de gobierno de La Moneda, en el centro de Santiago, en medio de efusivas muestras de afecto de sus colaboradores y de ciudadanos que pedían su postulación como candidata para 2014.
Bachelet dijo irse "triste" por la tragedia que vive el país, pero "con la frente en alto" y "satisfecha por lo logrado".
Casado con Cecilia Morel y padre de cuatro hijos, Piñera, de 60 años, es hijo de un reconocido diplomático democratacristiano. Cursó un doctorado en economía en la estadounidense Universidad de Harvard, fue senador por ocho años y fue derrotado por Bachelet en la elección presidencial de 2006.
Su fortuna está valuada en 2.200 millones de dólares, y tiene participaciones accionarias en empresas como la cadena de televisión privada Chilevisión, el club de fútbol Colo Colo y la aerolínea LAN.
Una de las primeras medidas tomadas por el nuevo mandatario fue la conformación de un grupo de reconstrucción, integrado por parte de su gabinete, las Fuerzas Armadas, la Oficina Nacional de Emergencias y autoridades regionales.
"No creo que (el rumbo del país) cambie mucho con este nuevo gobierno de derecha, porque la política económica de la Concertación, que ha sido muy exitosa, tiene muchas características de derecha, en términos de suscripción de mecanismos de libre mercado y de apertura internacional", dijo a IPS el politólogo de la Universidad de Chile, Miguel Ángel López.
"Otros elementos, asociados a la centroizquierda, como ciertas nociones del Estado de bienestar y de defensa de los más desposeídos", también están presentes en el discurso de Piñera, acotó el académico.
A su juicio, el escenario de emergencia nacional que se vive en estos momentos permitirá que el traspaso de mando sea "menos dramático" que en condiciones normales.
"El mismo terremoto ha obligado a un gobierno de concertación nacional", apuntó López, aunque la actuación de Piñera sigue siendo "incierta" en numerosas áreas.
Piñera representa a la Coalición por el Cambio, integrada por la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente (UDI) y por el partido Renovación Nacional, más otras fuerzas políticas de centroderecha.
El último presidente de derecha elegido democráticamente en Chile fue Jorge Alessandri, en 1958. Luego, este sector político participó activamente en la dictadura militar (1973-1990) del general Augusto Pinochet, fallecido en 2006.
A Piñera lo acompaña un gabinete de 22 ministros, buena parte empresarios y académicos, con un equilibrio entre los grupos que respaldaron su candidatura, incluidos 13 representantes de la UDI, la fuerza más vinculada al régimen de Pinochet, y 14 figuras sin militancia en partidos.
El traspaso de mando es emblemático no sólo por el desafío que implicará levantar el país luego del terremoto sino también porque este año Chile celebra el bicentenario de la independencia de España, en 1810.
"Espero que sea un gobierno mesurado, que trate de continuar la línea de protección social, que fue el sello de la presidenta Bachelet y que nos hizo tan bien como país", dijo a IPS Magdalena Cáceres, de 34 años.
El único temor de esta chilena que siguió atenta el cambio de mando es que Piñera "como empresario, pierda de vista los temas sociales, los cuales no se pueden abordar con una mirada gerencial".
"Tengo fe que lo va a hacer bien. Lo único que espera uno como ciudadano es que el país se mantenga dentro del centro, que no se vaya a la ultraderecha", comentó también a IPS Fernando Mandiola, quien ve difícil que Piñera logre cumplir con sus promesas de campaña tras el terremoto.
Flora Zegers, de 62 años, desea que la nueva administración "no ponga tanto énfasis en la represión de la delincuencia, sino que destine más recursos a la educación y rehabilitación", además de "continuar la política social de Bachelet, que derramó hacia los más pobres".
Su preocupación es que durante la administración de derecha "se concentre demasiado el capital y que no se cumplan los derechos de los trabajadores".
Considerando las nuevas circunstancias nacionales tras el terremoto, el miércoles la Central Unitaria de Trabajadores y la patronal Confederación de la Producción y el Comercio firmaron la extensión del acuerdo a favor del empleo adoptado en el gobierno de Bachelet.
Una de las tareas pendientes del nuevo gobernante chileno es la venta total de sus acciones en LAN, 26 por ciento del total. Si bien Piñera se comprometió a desprenderse de ellas antes de este jueves, el terremoto, que hizo bajar los valores de los títulos, retrasó la operación.