BOLIVIA: Piñera, entre la aprensión y la esperanza

La llegada del millonario empresario Sebastián Piñera a la Presidencia en Chile es vista en la vecina Bolivia como una oportunidad para mejorar las relaciones económicas y una posible vuelta atrás en el plano político y en la reclamación de este país de una salida al mar.

Analistas en asuntos políticos e internacionales, junto con representantes de la economía boliviana brindaron a IPS las dos caras con que mira desde La Paz la llegada al presidencial Palacio de la Moneda chileno del nuevo inquilino, el 11 de marzo.

La tendencia derechista de Piñera está en las antípodas de las posiciones de izquierda del presidente boliviano, Evo Morales, lo que dibuja dificultades para las relaciones políticas entre los dos países sudamericanos que comparten una frontera de 800 kilómetros y arrastran un diferendo histórico por la reclamación marítima boliviana.

Morales y la saliente presidenta chilena, la socialista Michelle Bachelet, establecieron los últimos cuatro años un acercamiento, facilitado por la afinidad en las políticas sociales y principios ideológicos, que a juicio de analistas de los dos países permitió alcanzar el periodo de mayor entendimiento bilateral de los últimos 30 años.

El ex canciller boliviano Armando Loaiza anticipó una continuidad en las negociaciones con Chile para normalizar las relaciones diplomáticas bilaterales, que desde 1978 están restringidas a nivel consular.
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Esas negociaciones comenzaron en el periodo junio 2005-enero 2006, cuando Loaiza dirigió la diplomacia boliviana en el gobierno de transición de Eduardo Rodríguez, y planteó una agenda inicial de 39 puntos, que posteriormente se redujeron.

Pero en torno a la reivindicación histórica boliviana de una salida al océano Pacífico, que incluya la cesión chilena de un puerto en su costa, Loaiza anticipó que las declaraciones que ha realizado Piñera parecen descartar que pueda haber avances.

"Es una posición dura" la expresada por Piñera, según Loaiza, por su anticipada negativa a ampliar la discusión del tema, el sexto de una agenda que ahora tiene 13 puntos, tras ser pactada por La Paz y Santiago, tras la llegada a la presidencia de Bachelet, en marzo de 2006.

Dos meses antes había comenzado Morales su primera presidencia, cargo en que fue reelegido por abultada mayoría para un periodo de cinco años en diciembre, que inició el 22 de enero, cinco después de que Piñera resultase ganador en le segunda vuelta electoral chilena, desalojando del poder a la coalición de centro-izquierda que gobernó Chile, desde la restauración democrática, en 1990.

Bolivia y Chile rompieron relaciones diplomáticas en 1978, en los primeros años del régimen del dictador chileno Augusto Pinochet (1973-1990) y su normalización no ha sido posible hasta ahora.

El origen de la espinosa relación bilateral está en la Guerra del Pacífico, en el año 1879, que privó a Bolivia de su costa marítima y tras la cual se fijó la línea fronteriza entre los dos países, en 1904.

Desde entonces, este país es junto con Paraguay el único sin salida al mar de América Latina, y poner fin a su mediterraneidad se mantiene como una viva reivindicación nacional.

En el lado económico, en cambio, Piñera despierta la esperanza de que las relaciones se intensifiquen, en especial dentro del influyente sector exportador boliviano.

Están dadas las premisas para "entablar una relación bilateral que puede tener muchos visos de complementariedad económica, productiva y comercial", aseguró a IPS el gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, Gary Rodríguez.

"Es indudable que el estilo de gestión de Piñera diferirá al de los últimos gobiernos de izquierda" en Chile de Bachelet y su antecesor y también socialista Ricardo Lagos (2002-2006), afirmó Rodríguez, para quien la mayor duda es como asimilará el presidente Morales los cambios de forma y fondo que introducirá el gobierno vecino.

Loaiza, por su parte, recordó que ya Bachelet y Morales sentaron las bases para dinamizar el comercio bilateral con un "importante" acuerdo de complementación económica, que a su juicio no ha dado hasta ahora los frutos posibles, porque la parte boliviana no ha sabido aprovechar sus ventajas.

Para el ex canciller, durante el último cuatrienio se logró un "afianzamiento y confianza recíproca" que dejaba la base necesaria para abordar la negociación marítima.

Pero subrayó que Santiago difícilmente acepte abrir el tema "mientras Perú y Chile sostengan una controversia en el Tribunal Internacional de La Haya por su frontera marítima" en otra área del Pacífico, tras la demanda de Lima ante ese tribunal en 2008.

Loaiza desestimó, en cualquier caso, que se retorne a los periodos de crispación bilateral, como cuando Pinochet publicó su libro "Geopolítica de Chile", con la tesis de que Bolivia siempre careció de mar, después que el propio dictador se mostró dispuesto en 1975 a conceder un corredor territorial, que incluía una porción de la costa chilena con cesión de soberanía.

En el contexto latinoamericano, el diplomático consideró que el ingreso de Piñera al club presidencial va a alimentar "una pugna entre el polo que pretende liderar Venezuela, con la idea del socialismo del Siglo XXI, frente a países con políticas liberales o socialdemócratas", a las que se alinean países como Colombia, Perú y ahora Chile.

"La visión de Bachelet no es la de Piñera en el tema regional, y para la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), y el presidente venezolano Hugo Chávez, ello no es una buena noticia", comentó a IPS el presidente del Colegio de Politólogos de La Paz, Franklin Pareja.

La centro-izquierda chilena se caracterizó por su esquema moderado, gobernó dos décadas con la constitución aprobada por la dictadura, y su actuación en la política exterior se mantuvo casi sin cambios, comentó.

"No debemos pensar en algo novedoso, no creo que haya cambios sustanciales", comentó Pareja.

Chile se convirtió en 2009 en el segundo país latinoamericano, después de México, en ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en que están 30 grandes economías, la mayoría del Norte industrial.

Para Rodriguez, el dirigente de los exportadores, este hecho evidencia el alto desarrollo chileno y obliga al "pragmatismo y realismo en el acercamiento bilateral", para evitar que el país vecino se olvide de Bolivia, para orientar su atención a "otras prioridades internas y externas".

Según datos de 2008, la situación de la balanza comercial es destacadamente favorable para Chile, que compró a este país productos por 77,6 millones de dólares, mientras le vendió bienes por 448 millones.

"El histórico déficit comercial se debe a las limitaciones estructurales, la falta de políticas de promoción productiva y comercial, a las que se suman las medidas de protección del mercado chileno", y la solución al problema corresponde al gobierno boliviano, según el ejecutivo del instituto exportador.

Rodríguez observa en Bolivia un gran potencial para vender a Chile gas natural, electricidad y alimentos, así como para establecer alianzas productivas para la conquista de terceros mercados. Pero la condición para que se abra una nueva etapa económica boliviano-chilena va a depender más de Morales que de Piñera, aseguró.

A su juicio, la condición para ampliar las relaciones económicas y comerciales es que el gobierno boliviano promueva negociaciones y políticas públicas de estimulo, que favorezcan esa estrategia.

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